La flexibilidad no debe estar reñida con el respeto a los derechos de los trabajadores y en la economía de plataformas, encontrar el punto de equilibrio entre ambos conceptos implica, no solo una reflexión jurídica, sino sobre todo, un ejercicio de empatía. Así lo ha manifestado Jorge Travesedo, socio de Sagardoy Abogados, en el octavo y último de los webinarsORH, organizado por ORH en colaboración con el Instituto Regional de Seguridad y Salud en el Trabajo (IRSST) de la Comunidad de Madrid, en el marco del ciclo “Salud y bienestar”.
En él, y junto con Travesedo, ha participado Teresa Moreno, responsable de la Unidad Técnica de Formación y Sensibilización del IRSST, y con ambos hemos abordado la naturaleza de la nueva gig economy, surgida al albur de la digitalización, en la que la relación contractual se dirime en el marco del trabajo autónomo y en el que sus condiciones dependen, en buena medida, de los cálculos de un algoritmo. Son varias las sentencias que han venido a reconducir la fórmula jurídica de la vinculación contractual hacia la cuenta propia, pero el debate sigue vigente porque la economía de demanda es un fenómeno que no ha hecho más que empezar. En el trasfondo de la discusión se sitúan los conceptos de flexibilidad y de derechos de los trabajadores en contraposición, cuando el enfoque debería tener una visión más integradora y «visionaria»: «No se puede poner en duda la base del derecho laboral, los derechos de los trabajadores son los que son y se ha tardado mucho en conseguirlos -afirmó Jorge Travesedo-. Sería equivocado e ilegítimo tocar los derechos básicos de los trabajadores. No estamos ante una disputa entre flexibilidad y derechos, no hay que evolucionar limitando derechos ni buscar flexibilidad a costa de derechos. Más bien hay que buscar una flexibilización que profundice en esos derechos de forma inteligente y no a través de la imposición sino de la libertad del trabajador para elegir”.
El punto de partida para el socio de Sagardoy Abogados es el de la transparencia: “El derecho laboral -ha comentado- siempre se ha formalizado entre dos partes desiguales, el empresario y el empleado, con diferentes pesos de influencia en la relación, y eso hoy en día se agudiza más. La economía a demanda viene a dar respuesta a lo que pide el ciudadano y trae consigo unas nuevas realidades laborales que encuentran un encaje complicado en nuestro ordenamiento jurídico actual y que bordean los límites de éste en cuanto a los deberes empresariales y los derechos de los trabajadores”. El problema es que las tendencias legislativas en España y la jurisprudencia tanto nacional como europea han optado por un “posicionamiento atrincherado como garante de los derechos de los trabajadores -cosa que es su función- manteniendo una interpretación muy restrictiva de los conceptos laborales”.
Sabiendo que la economía a demanda viene a dar respuesta a una necesidad creciente de la sociedad, Travesedo se muestra partidario de buscar un equilibrio entre un marco laboral más flexible que permita ofrecer esos servicios y que, a la vez, preserve los derechos y normativa laboral.
La irrupción del algoritmo como hacedor de las bases que regulan la dinámica de la relación con el trabajador ha copado buena parte de la sesión en la medida en que se reconoce en esta cuestión un problema de transparencia y comunicación. En palabras del Jorge Travesedo, “un algoritmo es diseñado por una empresa para que haga lo que ésta quiere que haga. En el fondo, es una forma moderna de impartir instrucciones al trabajador, no es nada más que una manifestación del poder organizativo de la compañía. Lo importante es la información que se ha de dar sobre él, porque recordemos que una de las obligaciones más importantes que tiene la empresa desde el ámbito colectivo es el deber de información a la RLT”. Eso sí, tanto él como Teresa Moreno hicieron hincapié en recordar que no se trata de aportar el algoritmo, cuyo código es incomprensible para el común de los mortales, sino de explicar qué hacen, cómo y para qué (por ejemplo, cómo calcula una prima de producción o por qué asigna un pedido). La información en materia de IA aplicada a procesos de RRHH aportaría confiabilidad y reduciría el miedo social a esta tecnología y su impacto en el mundo del trabajo.
No hay indicadores para correlacionar el incremento de incidencias en seguridad y salud con la economía de plataformas
En cuanto a las derivadas que se deducen de la economía a demanda para la prevención de riesgos laborales, Teresa Moreno quiso llamar la atención sobre la escasa información existente que permita correlacionar las condiciones de trabajo con las incidencias en seguridad y salud. “Los prevencionistas siempre vemos los accidentes laborales y las enfermedades profesionales como fallos del sistema. Sabemos que la descentralización productiva de las plataformas digitales incide en la seguridad y salud de las personas, pero el sistema no nos permite conocer las causas de toda la incidencia que está surgiendo. Es algo que ya ocurría con las relaciones laborales por cuenta propia y se replica con las plataformas; el resto de agentes implicados no podemos controlar los efectos en la siniestralidad laboral ni su origen porque no conocemos las condiciones. Actualmente, desde PRL vemos la punta del iceberg: hay más accidentes de tráfico y mayor incidencia de los trastornos musculoesqueléticos, pero ¿de dónde vienen?, ¿de qué tipo de empresas?, ¿de qué tipo de relación laboral?, ¿qué formación previa reciben los trabajadores?, ¿cómo son los descansos? Entiendo perfectamente que la Ley Rider recuerde las obligaciones del empresario y su poder de dirección efectivo en este tipo de relaciones”.
Lo cierto es que las condiciones laborales del trabajador autónomo son las grandes olvidadas desde la perspectiva de la PRL. “Siempre nos hemos centrado en la relación laboral por cuenta ajena, y si incluyéramos de una forma más evidente el trabajo por cuenta propia dentro del paraguas de la Ley de Prevención se tendría mayor visibilidad de su situación”. La realidad habla de una opacidad absoluta en cuanto a condiciones de trabajo y a su siniestralidad, y no solo en el sector de las plataformas y del “imperio del algoritmo”. Por ello, ambos expertos se manifestaron a favor de una regulación que dé transparencia y que genere una obligación de información a los autónomos sobre sus condiciones y su siniestralidad.
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Foto de Henrique Hanemann en Unsplash