Desarrollar el talento joven no sirve si no sabes por qué lo haces

Maite Sáenz23 junio 20256min
Por Ricardo Eisenmann, Associate Director, BTS.- En el entorno empresarial actual, son muchas las compañías que deciden apostar por programas de desarrollo para el talento joven para hacer frente a la escasez del mismo en el mercado y para asegurar su crecimiento sostenible y su competitividad a futuro. Sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que estos programas no funcionan como se esperaría, muchas veces debido a un error fundamental: no tener claro el objetivo final. ¿Por qué existen estos programas? ¿Qué impacto real se espera de ellos? Responder a estas preguntas será clave para el éxito de cualquier estrategia de talento.

 

Algunas empresas deciden poner en marcha estos programas como parte de su estrategia de employer branding, ya que sirven de apoyo para atraer talentos en el mercado. Otras los utilizan para retener a sus empleados más destacados, reconociendo y valorando el desempeño de los best perfoming talents. También hay organizaciones que buscan preparar a quienes podrán suceder a la actual generación de líderes o que ven en estos programas una oportunidad para liderar transformaciones culturales. De hecho, según el estudio Innovación y talento con propósito en las empresas 2023, impulsado por la Fundación Princesa de Girona y U4Impact, nueve de cada diez empresas considera que, sin propósito, no hay innovación y la mayoría ve imprescindible apostar por el talento joven para innovar.

 

La importancia de la alineación estratégica

Una de las claves más importantes para que estos programas tengan éxito radica en alinear el propósito del programa con la estrategia corporativa. Para ello, hay que:

  • dialogar con el equipo ejecutivo para entender hacia dónde se dirige la empresa,
  • analizar aspectos clave como el crecimiento esperado, la capacidad de innovación, la orientación al cliente o el enfoque en diversidad, equidad e inclusión, entre otros.

 

Sólo teniendo claras estas prioridades es posible diseñar un programa que no sea simplemente una actividad formativa sino una iniciativa de carácter estratégico.

 

Una vez completado este paso, es necesario afrontar otros retos significativos para la implementación del programa:

  • seleccionar a los participantes adecuados,
  • lograr su compromiso durante todo el proceso,
  • cómo medir los logros obtenidos una vez termine el programa,
  • cómo se retiene el talento ya formado,
  • etc.

En lo referente a los participantes adecuados, tradicionalmente se priorizaba a candidatos con mejores resultados académicos, sin embargo, actualmente el factor más importante es la motivación. Es crucial elegir perfiles que realmente deseen aprender, crecer y formar parte del programa, ya que son los que sacarán el mayor provecho y contribuirán de manera más significativa. Además, una vez finalizado el proceso ,es más sencillo o factible retener a este tipo de talentos porque estarán agradecidos por la oportunidad y comprometidos para hacer ese trabajo.

Por último, un aspecto crítico en estos programas es la medición de resultados. Para ello, es importante:

  • desarrollar un enfoque múltiple y analizar si los participantes han desarrollado habilidades de management,
  • si ha mejorado su conocimiento del negocio y su capacidad de pensamiento estratégico
  • y, sobre todo, si son capaces de dar respuesta a problemas reales del negocio.

Además, también es importante medir los resultados en el medio y largo plazo, por ejemplo, analizando qué perfiles han sido promocionados en los siguientes 2 o 3 años, quiénes han desarrollado perfiles de liderazgo, etc.

El éxito o los buenos resultados en lo que respecta a estas cuestiones será lo que ponga en evidencia el impacto de la iniciativa como parte integral de la estrategia empresarial.

 

Momento crucial para el talento

Actualmente, las empresas afrontan un momento crucial para el desarrollo de talento joven. La generación actual de profesionales emergentes vivió la pandemia durante su formación académica, lo que los hace brillantes, motivados y capaces, pero con una menor madurez empresarial. Esto supone un reto significativo para las compañías, ya que muchas veces no logran aprovechar el potencial de estos jóvenes, especialmente aquellos relacionados con las dinámicas humanas dentro de las organizaciones.

El papel de los managers en el éxito de estos programas también es fundamental. Sin su apoyo y compromiso, cualquier iniciativa está destinada al fracaso. Este enfoque garantiza que los programas no solo formen a los jóvenes talentos, sino que también fortalezcan las capacidades de los equipos que los lideran.

Finalmente, es importante entender que el éxito de estas iniciativas no depende únicamente del contenido del programa, sino de la experiencia integral del participante. Desde crear redes de apoyo entre antiguos participantes hasta organizar sesiones con ejecutivos que inspiran y comparten su experiencia, cada detalle debe diseñarse para maximizar el compromiso y garantizar que la experiencia sea fluida y transformadora.

En definitiva, los programas de talento joven no son solo una inversión en el futuro de las empresas, sino una herramienta estratégica para enfrentar los retos globales actuales. Con un enfoque adecuado, estas iniciativas no solo preparan a las personas, sino que transforman a las organizaciones, asegurando su capacidad para adaptarse y prosperar en un mundo empresarial en constante cambio.


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