En las últimas semanas, ha saltado al debate público la prohibición del uso del teléfono móvil en las aulas. La generalización de la tecnología a edades cada vez más tempranas, está teniendo efectos perversos en nuestra forma de relacionarnos, pero también en nuestra capacidad de atención, de concentración o de aprender. Mientras en el entorno laboral se trabaja en la digitalización de los empleados, la aplicación de la tecnología a los procesos o en cómo generar modelos de gestión que den respuesta a las necesidades de mercado, el sistema educativo sigue siendo una máquina de producir «titulados» . Sin embargo, la tendencia que viene implacable en el ámbito de la selección se basa en las habilidades y no el curriculo ¿Cómo impactará este fenómeno en la escasez de talento?
Según datos del Ministerio de Universidades, en el curso 22-23 había en España un total de 1.338.304 estudiantes de grados universitarios; 258.991 estudiantes de master y 93.653 doctorando. Un montón de futuros licenciados que llegarán a un mercado de trabajo absolutamente revolucionado. Según, la consultora McKinsey, con el aumento de la demanda de puestos más técnicos en todos los sectores, y la escasez de personas para cubrirlos, la tendencia es la contratación basada en habilidades, Este sistema de contratación consiste en evaluar candidatos a puestos de trabajo basados en sus habilidades y no en títulos universitarios.
Igualdad de oportunidades y escasez de talento
Pensemos por ejemplo en una oferta de trabajo para un representante de atención al cliente en una gran empresa. Hoy ya no sería necesaria una licenciatura de cuatro años, sino que se pondría el énfasis en las habilidades requeridas para tener éxito en ese rol. Es decir, la clave estaría en definir un modelo de atracción y retención de talento basado en integrar la persona adecuada, con las habilidades adecuadas, en la función adecuada.
El socio de McKinsey, Bryan Hancock, afirmaba recientemente que hay dos cuestiones que sustentan esta tendencia. La primera tiene que ver con la igualdad de oportunidades. «Si para un puesto de trabajo no es necesario tener un título universitario, el no tenerlo no debería ser una barrera laboral. Si tienes las habilidades necesarias, no debe importar dónde las aprendiste, porque puedes hacer el trabajo».
La segunda tiene que ver con la escasez de talento. Si se pueden eliminar requisitos laborales formales, y dar prioridad a las habilidades subyacentes, se puede acceder a talento que, de otra forma, quedaría descartado. «Pensemos, por ejemplo, en una plataforma de formación que utiliza tecnología de videojuegos. Igual lo que necesitan es alguien con experiencia en ese ámbito y habilidades de programación, narración de historias o desarrollo de story telling. Así que pueden buscar ingenieros informáticos y ampliar la búsqueda en otros nichos donde haya personas con experiencia en el sector de los videojuegos con esas habilidades pero sin estudios superiores», concluye Hancock.
Nuevos modelos de evaluación
A la vista de estas reflexiones, ¿Puede la contratación basada en habilidades mejorar la diversidad? Si tenemos en cuenta la situación en España, por ejemplo, ampliar la búsqueda de candidatos a nichos innovadores, dando prioridad a las habilidades necesarias para un puesto puede resultar muy interesante.
Hasta ahora, el filtro de la licenciatura servía para reducir el número de candidatos y, una vez seleccionados, las empresas debían trabajar en el desarrollo de las habilidades competenciales que requería el puesto. Se trata de, alguna manera, de darle la vuelta al proceso.
Si se da prioridad a las habilidades y no a los títulos, se generará un entorno de mayor diversidad y se fomentará la economía inclusiva. Si estamos pensando en cómo crear políticas equitativas, que favorezcan la igualdad de oportunidades, la contratación por habilidades es sin duda, una opción eficaz. Además, es una oportunidad para las empresas medianas y pequeñas de captar talento en entornos donde todavía las grandes empresas no han entrado y por tanto, no compiten.
El siguiente paso será trabajar en modelos de carrera profesional basados en habilidades y en políticas retributivas que reconozcan el valor de estos candidatos.
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