People Analytics en modo “verano”: ¿Se derrite nuestra productividad?

Ana Valera27 junio 20258min
Dice la canción que “cuando llega el calor, los chicos se enamoran” y los rumores nos dicen que la productividad desciende. ¿Tendrá relación? Pensemos en un lunes de julio en Madrid o Barcelona. La temperatura en la calle roza los 37 °C y en la oficina, aunque el aire acondicionado estaba en modo “frío polar”, notamos que las cabezas van más lentas que de costumbre. ¿Te ha pasado? Pero si teletrabajas, no es mucho mejor. Escuchas a los niños de la urbanización bañándose en la piscina, el perro se ha derretido a tus pies, convirtiéndose en una alfombra térmica (¿por qué no hará lo mismo cuando necesitas que te los caliente en pleno invierno?), y tú llevas delante de la misma diapositiva de power point 10 minutos. Faltan 2 horas para enviar el informe y no te salva ya ni San Chatgpt. ¿Te suena? Pues bien, no te has vuelto vago/a de pronto. Es ciencia. Y los datos lo confirman.

 

El calor no es psicológico: es estadístico

Diversos estudios lo han demostrado: la temperatura tiene un efecto directo sobre nuestro rendimiento. En entornos de oficina, cuando la temperatura supera los 26 °C, comenzamos a experimentar una caída en la productividad.

Un estudio de Lawrence Berkeley National Laboratory demostró que, a 30 °C, el rendimiento disminuye casi un 9% respecto a su punto óptimo. Y un estudio aún más reciente de Loughborough University añade que, si hay humedad elevada, el impacto es aún más severo: a 35 °C y un 50% de humedad, la productividad puede caer hasta un 35%, y si se alcanza los 40 °C con un 70% de humedad, la reducción puede llegar al 76%.

Más allá del rendimiento físico, las funciones cognitivas también se ven afectadas: la concentración baja, la fatiga aumenta y nuestra tolerancia a la frustración cae en picado. Y esto no lo decimos solo los que suspiramos frente al ventilador: lo confirma un estudio de la Universidad de Harvard, que encontró que las personas resolvían problemas cognitivos con un 10% menos de aciertos y un 13% más de tiempo cuando trabajaban en ambientes calurosos y sin aire acondicionado.

 

¿Cómo medir el impacto del calor en nuestras empresas?

Si de verdad queremos que el calor deje de ser una excusa y se convierta en una variable gestionable en nuestras organizaciones, necesitamos medir, y medir bien. Por ejemplo, en el caso de un teleoperador de call center, podemos medir la productividad diaria y la calidad del servicio ofrecido, y asociarlo a las condiciones térmicas del entorno en que trabaja. Aquí se expone un ejemplo de posibles indicadores:

  • Nº de llamadas gestionadas por jornada.
  • Tiempo medio de llamada (TMO): la atención prolongada puede reflejar baja concentración.
  • Tasa de resolución en primera llamada (podríamos tomarlo como medida de eficacia cognitiva).
  • Tiempo total en pausa por jornada (puede aumentar en jornadas de mucho calor).
  • Incidencias o errores registrados (post-llamada mal clasificado, etc.).
  • Satisfacción del cliente tras la llamada (si estamos de mala leche por el calor, se lo transmitiremos al cliente, aunque no queramos).

Con herramientas de visualización como Power BI o Looker Studio podemos construir dashboards que muestren cómo cambia el desempeño según el clima. Por ejemplo, podríamos descubrir que los días con temperaturas exteriores superiores a los 34 °C coinciden con más errores en procesos críticos o una menor velocidad de respuesta en atención al cliente.

 

Fuente del gráfico: Chatgpt con prompt de Ana Valera.

 

Ya, Ana, pero ¿y en puestos en los que tenemos menos trazabilidad del desempeño? Bueno, pensemos en un técnico de marketing, por ejemplo. Aquí podríamos tratar de observar cómo afecta el calor a su rendimiento creativo y al cumplimiento de objetivos con entregables concretos. Posibles indicadores en este caso serían:

  • Número de campañas o piezas creadas y publicadas (por día/semanal, vía Trello, Jira o herramientas similares).
  • Tiempo medio de ejecución de tareas asignadas.
  • Tasa de entregas con revisión o retrabajo (ej. campañas que se devuelven por errores o cambios básicos).
  • Participación en reuniones o workshops creativos.
  • Interacción en plataformas colaborativas (comentarios, propuestas, tareas aceptadas).
  • Índice de cumplimiento de deadlines.
  • Autoevaluación semanal de concentración o creatividad (cómo nos gustan las encuestas en RRHH…).

 

Fuente del gráfico: Chatgpt con prompt de Ana Valera.

 

Soluciones refrescantes (y basadas en datos)

Una vez detectado el patrón lo lógico es actuar, porque el dato por sí solo no mejora nada. Si no ponemos en marcha acciones concretas, seguiremos igual. Aquí algunas ideas:

  • Jornada adaptativa: Algunas organizaciones están probando pilotos en los que se comienza antes la jornada en los meses de más calor, para evitar las horas críticas del mediodía. Un simple contraste de medias nos ayudaría a saber si esta medida se traduce en menos errores en esas primeras horas de la mañana.
  • Pausas térmicas programadas: Un descanso entre las 13:00 y las 16:00 (el temido pico de calor) puede hacernos ser más productivos en las horas posteriores. Un bañito en la piscina, una siesta, y a seguir un par de horitas hasta terminar la jornada.
  • Zonas frescas de alto rendimiento: Hay oficinas que están destinando sus salas mejor climatizadas como espacios para reuniones creativas o tareas complejas. El principio: reserva la frescura para los cerebros en modo “alta demanda”.

 

Que no te derrita el dato, úsalo

Así que no, no echemos la culpa a que los chicos se enamoran en verano y por eso se distraen y rinden menos. Es que hace calor. Así que pensemos en cómo ayudar a nuestros colaboradores a sobrellevar esta época y que esta reducción de la productividad impacte lo menos posible en nuestro negocio.

  

Referencias

 


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