Por Maite Sáenz, directora de ORH.- Tengo una conferencia que vender, a ver quién es el valiente que me la compra. Se titula “con la voluntad puede que no llegues a todo, pero sin ella segurop que te quedas en nada”. Quizá la tunee un poco, estilo “La voluntad de las amebas” o “Ahora no. Mañana, pasado o vete tú a saber cuándo”, pero el trasfondo será el mismo: hasta para no querer decidir hay que tener voluntad; de hecho, hay que tener mucha fuerza de voluntad para autoprocastinarse de uno mismo, eso sí, con la agilidad del vago.
La charla va de bienestar corporativo, pero no de cómo lograrlo sino de cómo estamparse en el intento. Olerá a sudor diario, sabrá a dieta poco dulce con ayuno intermitente y, para rematar, sonará a despertador de carraca. Será no apta para estómagos agradecidos de las fast-food-HR-trends y eso sé que me restará potencial de mercado pero es que a quienes busco es a los últimos de Filipinas. Mi target es el de los que no compran charletas motivadoras sin antes leer sus entrelíneas. A los que tienen sentido común, sentido crítico y sentido coherente de su gestión. A los que de verdad son estratégicos hasta para pagarle a un conferenciante por los servicios prestados.
Para ganarme el fee seré incómoda y con humor negro o cenizo. Uf, no sé si es buena estrategia para empezar a posicionarme como conferenciante a sueldo… Pero es que me gusta más la ironía fina y ese efecto wow (tradúzcase por “tierra, trágame”) que provocan las evidencias al desnudo. El bienestar corporativo da para dibujar un Rue del Percebe 13 con inquilinos de todo tipo:
- El que te vende la estrategia del bienestar delegado: su discurso “motivador” es el de “te han engañado, la fuerza de voluntad no vale para nada, lo que se lleva ahora es hacer lo que te dé la real gana”.
- El que la compra y luego se encuentra con que los empleados hacen lo justo, no se esfuerzan, viven en un día sabático constante… Amigos, ¡disfruten lo comprado!
- El que la exige, se fuma un puro con ella y encima le pagan por ello, porque su bienestar no es cosa suya sino un “he nacido para que me lo deban todo”.
Estoy pensando escribirla en formato de terror cómico, con un final colaborativo en vivo y en directo, más que nada por compartir el pánico escénico que me va a dar hablar de las consecuencias de este postureo inconsciente que sólo conduce a RR.HH. al desposicionamiento estratégico. El Mago More me dijo en una entrevista que toda su vida soñó con ser un cómico de renombre y que para lograrlo se visualizaba constantemente en ese rol. A mí siempre me ha dado pavor hablar en público, pero si Juana de Arco no se inmoló por nada yo estoy dispuesta a ser la inquilina del ático repudiada. Todo menos contemplar cual Nerón tocando la lira cómo se quema la finca. ¿Algún voluntario para una prueba piloto?