El pensamiento crítico le aporta razonabilidad a la lógica despersonalizada de la IA

Entre la inteligencia generadora, la que capta, elabora y guarda la información, y la inteligencia ejecutiva, la que la interpreta y toma decisiones a partir de ella, media el pensamiento crítico, la capacidad de discernir. La inteligencia artificial, a día de hoy, se asemeja más a la primera que a la segunda y ello porque carece de pensamiento crítico. Fátima Álvarez, filósofa experta en esta competencia, explica en el Webinar IA+Igual “Competencias transversales para convivir con la IA: el pensamiento crítico” qué la define y cómo podemos cultivarla.
Partiendo de la clasificación de las inteligencias clásica de José Antonio Marina, Fátima Álvarez ha argumentado el valor que tiene el pensamiento crítico “hablar” con la inteligencia artificial generativa. En primer lugar, ha recordado los atributos que, según Matthew Lipman, lo definen:
- Razonado, o lo que es lo mismo, basado en criterios.
- Sensible al contexto en su paso de la teoría a la práctica.
- Autocorrectivo, ya que incluye la autocrítica.
- Aplicado, porque emite juicios.
Aunque nos comuniquemos con la IA en lenguaje natural y nos responda con él, la realidad es que su código es estadístico, no alfabético. A decir verdad, no hablamos el mismo lenguaje porque no compartimos el mismo mecanismo de razonamiento. La IA generativa predice en términos estadísticos totalmente ajenos a las bases del pensamiento crítico; no entiende los significados porque no “piensa”.
Para comunicarnos con ella de manera adecuada a través de los prompts hemos de recurrir a las capacidades intrínsecamente humanas y, en concreto, a las siguientes:
- El conocimiento porfundo sobre la materia.
- El criterio para redactar el prompt y cuestionar, ponderar y evaluar la respuesta de la IA.
- La atención, equilibrando la que le damos a esta tecnología y a otras fuentes de información.
Dado que el lenguaje algorítmico es numérico y sus reglas son estadísticas no entiende per sé de criterios éticos. Ahí es donde radica el verdadero reto del tándem persona-máquina, en que la primera le aporta a la segunda el norte del contexto: qué datos, con qué atributos y con qué relación entre ellos. Y su principal valor será cimentarla en el pensamiento crítico para que el resultado de su interacción sea respetuoso, razonable, equitativo y justo.