De tanto usar el apellido “femenino” lo estamos desgastando antes de que la estrategia de visibilización cumpla su objetivo. El discurso político construido sobre la necesidad de explicitar el género del personaje, la noticia, el proyecto o la trayectoria vital para evidenciar lo que es evidente se nos está revolviendo como un boomerang. Resulta que la presencia de la mujer en los medios de comunicación, el gran escaparate para evangelizar sobre la igualdad de género, refleja una realidad decepcionante empachada de términos y tópicos que pretendidamente se quieren superar pero que efectivamente se utilizan hasta la saciedad.
Así lo evidencia el estudio “Mujeres sin nombre. Avances en la presencia de la mujer en medios de comunicación y el desafío pendiente”, realizado por LLYC en 12 países (Latam, EE.UU. y España), en el que han recurrido a más de 78.000 fuentes de información para identificar y analizar hasta 14 millones de noticias del último año en las que se hace mención explícita al género. Si queréis una lectura interesante, aquí la tenéis. Porque otra cosa no, pero ahora que se avecina el 8 M arrecian como plaga de langostas los artículos, estudios, entrevistas y demás misceláneas sobre el tema de la mujer en general y sus múltiples declinaciones en particular, y no es fácil encontrar algo innovador.
Por partes y por orden, el estudio concluye que las mujeres en los medios…
- Están infra representadas: hay 2,5 más noticias de hombres que de mujeres.
- No tienen nombre: su nombre propio aparece un 21% menos de veces en los titulares que los de los hombres y hasta un 40% menos en temáticas relevantes.
- Todas son hijas del apellido “femenino”: la mención explícita al género es 2,3 veces más frecuente en ellas que en ellos.
- Firman menos: hasta un 50% menos que sus compañeros varones y, además, en secciones fuera de la trilogía más “poderosa (economía, tecnología y deportes).
- Es esposa, pareja y/o madre: Se menciona un 35% más a la familia en el caso de noticias con referentes femeninos; un 366% en noticias de empresa asociadas a mujeres y un 191% en las de ciencia.
- Sufren doble victimización en los casos de violencia de género: son el foco de la noticia y no el agresor.
- Son esclavas del espejo: el modo en el que se visten ellas se cita un 20% más de veces que cuando se trata de ellos.
- Son “excelentes” o no son: Los refrentes femeninos suelen reflejar la excepcionalidad de su éxito y apenas exponen sus errores.
¿Qué me sugiere esta radiografía? Pues que no por mucho hablar del género el género progresa. La igualdad sufre de sobre exposición y lo que ha sido necesario para visibilizar una desigualdad innegable ahora tiene mucho de recurso fácil para las masas, el mismo que chorrea a borbotones el actual discurso político, hueco, disonante y discordante que nos colectiviza en torno a un adjetivo.
Etiquetar a las mujeres por serlo para -supuestamente- hacerles más fácil el camino es tan gratuito como abrirles la puerta y cederles el paso sin más motivo que el de ser ella y no él. Es la incongruencia de un relato que se fagocita a sí mismo. Yo, confieso, no quiero ser Maite Femenino.