Que sin la salud no somos nadie nos ha quedado muy claro tras la llegada inesperada del Covid. Los empleados han cambiado sus prioridades en cuanto a cómo quiere que sea la propuesta de valor que le ofrece su empresa y prima, por encima de muchas otras cosas, las opciones que benefician a su salud en el sentido más amplio posible: los seguros médicos, desde luego, pero también la flexibilidad de disponer de un modelo de trabajo híbrido. En un debate más profundo sobre las implicaciones de la nueva “anormalidad” en el mundo de la seguridad y la salud en el trabajo surgen numerosas derivadas que hemos querido analizar dentro del ciclo de webinars que estamos desarrollando desde ORH junto con el IRSST (Instituto Regional de Seguridad y Salud en el Trabajo) de la Comunidad de Madrid. “Prevención de riesgos laborales y negociación colectiva” ha sido el título que ha dado lugar a la conversación mantenida entre Marisa Rufino San José, técnico superior de PRL de la Secretaría de Salud Laboral y Desarrollo Territorial de UGT; Encarna Abascal Pérez, secretaria nacional de PRL de CSIF; Álvaro Cerro Valcárcel, del Departamento de Salud Laboral de CSIT, y Teresa Moreno, jefa de la Unidad Técnica de Formación y Sensibilización del IRSST, con la moderación de Maite Sáenz, directora de ORH.
La primera de las variables que se han debatido ha sido el de la salud psicosocial, que para todos los participantes tiene muchas connotaciones del modelo de organización del trabajo de cada empresa y que, sin embargo, se sigue viendo como una patología externa al mundo laboral. La pandemia ha agudizado las situaciones de estrés por la incertidumbre sobre el futuro y el miedo al contagio, el teletrabajo no siempre ha facilitado la conciliación y el consumo de ansiolíticos supera, con creces, el de los antigripales El principal problema está en que falta filtro organizativo para detectar una situación de estrés o depresión motivada por las condiciones de trabajo (carga del mismo, relaciones jefe-empleado, acoso de superiores o pares, etc.) y también en los escasos recursos con los que tradicionalmente han contado -y sigue haciéndolo- los servicios de prevención de las empresa. También echan en falta una mayor y mejor formación de los delegados de prevención así como un apoyo más contundente por parte de los técnicos de prevención en los comités en los que trabajan conjuntamente.
También han querido insistir en la repercusión que tiene la salud psicológica en otras patologías, cuya manifestación se produce a medio y largo plazo, en enfermedades coronarias, vasculares e incluso neurodegenerativas y autoinmunes. E igualmente, se han mostrado preocupados por los problemas de salud que se van a derivar de la hiper conexión, que los protocolos de desconexión no logran atajar, y del teletrabajo que sólo se apoye en autoevaluaciones de riesgos y no en planes de prevención específicos.
Leyes más valientes
La ausencia de una regulación normativa clara y más profunda que la actual también es parte del problema y en este sentido, Marisa Rufino, de UGT, ha afirmado que “necesitamos leyes más valientes. No se puede confiar todo a la negociación colectiva. Hay básicos que no son negociables”. La Ley de Teletrabajo es un ejemplo de ello, ya que deja sin establecer unos mínimos criterios para abordar, por ejemplo, cuestiones como la evaluación de riesgos en la modalidad de trabajo en remoto y su choque frontal con los derechos de privacidad del trabajador.
Covid persistente como enfermedad profesional
Para los colectivos directamente implicados en la gestión de la pandemia por Covid-19, que han pasado la enfermedad y que se encuentran sufriendo los síntomas del llamado “Covid persistente”, hay una gran laguna legal que les deja ciertamente desamparados. Actualmente esta patología está considerada como accidente de trabajo y no como enfermedad profesional, tal y como ha explicado desde CSIF Encarna Abascal. Y en este mismo sentido, Álvaro Cerro, de CSIT, se pregunta si la carga de la prueba en los procesos de incapacidad va a seguir depositándose en los profesionales afectados. Más allá de esta patología recién llegada, todos los participantes han subrayado la necesidad de actualizar el listado de enfermedades profesionales.
Los deberes del retorno a la “nueva anormalidad”
Retornar a los puestos de trabajo tiene sus deberes, tal y como ha explicado Teresa Moreno, del IRSST: la externalización de la salud, los problemas de movilidad, la irrupción de la IA en la organización del trabajo y las posibles casuísticas de discriminación que puede generar, etc., son algunos de los que ha citado, aunque la lista no termina ahí. La realidad es que estamos ante un cambio de paradigma tanto en el concepto propio del trabajo como del de la cultura preventiva que debe asegurar que se desarrolle en un entorno seguro, ya sea corporativo o personal, seguro. El reto exige un trabajo común de todos los agentes implicados quienes, en palabras de la moderadora, Maite Sáenz, deben esforzarse por aproximarse a él con una mirada muy diferente a la que ha presidido el diálogo social hasta la fecha.
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