El recurso del talento

Maite Sáenz24 mayo 20244min
Por Maite Sáenz, directora de ORH.- Estoy peleada con un montón de palabras de la wikipediaRH y la de “talento” es la primera. ¿Desde cuándo todos tenemos talento como tenemos piernas, brazos y cerebro? No nos gusta llamar a nuestros departamentos con el muy descriptivo “recursos humanos” y en su lugar optamos por un circunloquio, el talento. Si nos igualan por abajo, malo, pero ¿y si nos igualan por arriba? ¿Nos hacen un favor a sabiendas de que el talento siempre ha sido, es y será un recurso escaso? El humano no quiere ser un recurso pero su talento sí, ¡menudo chasco!

 

Esto del igualitarismo totalitario llegó a nuestra función mucho antes de que lo hiciera la desmandada diversidad. Recursos Humanos necesitaba un lifting para su auto-confirming y en el palabro “talento” encontró el glamour estético que por tan largo tiempo buscaba. A lo que necesitaba ya se entregaría, si acaso, más adelante, y así fue como pasó que la identidad tan anhelada le hizo un spin-off. Habemus nueva especie: el “homo talento universalis”, una involución de la evolución humana empoderada en sus endebles carencias.

Decir que todas las personas tenemos talento es tanto como hacer la media entre el mejor y el peor de la clase y darles a todos un 5 raspado. Los que no llegan se inflan y los que van sobrados se desfondan; el talento democratizado tapona el verdadero talento, con la paradoja de que la mayoría del montón se siente excepcional en un océano anegado de iguales. Demasiado “talento” subido a su propia cabeza. Tras las evaluaciones del desempeño está lo que la verdad esconde pero, como en los coles, mejor aprobarlos a todos no vaya a ser que se traumen o que nos acusen de acoso.

Dicen que los banquillos que rebosan de all stars son los más difíciles de entrenar. Yo creo que los verdaderamente complejos son los que no son conscientes de lo mucho que tienen que mejorar, y más si se les aplaude a rabiar. Pues eso mismo pasa cuando llamas talento a todo lo que se te acerca, buscas o tienes, sin más. El talento no es un diamante en bruto, presente pero agazapado en cada cerebro del mundo mundial. Ojalá fuera así pero no, no lo es. Por eso, cuando decimos “escasez de talento” para hablar de la falta de candidatos o de perfiles profesionales, mandamos mensajes erróneos que nos condenan a atraer, gestionar, aguantar y despedir talento. Porque los departamentos de talento despiden talento, sí, y a tutiplén. Y ya si hablamos del mercado de talento…

El talento mediocre no existe. El talento sin potencial no es talento. Banalizar el valor de lo excelente nos condena a lo mediocre porque soterra el mérito, el esfuerzo y la constancia que hace aflorar el auténtico, anhelado y escaso recurso que es el talento.


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