Y tú, ¿tomas o compartes?

Jaime Rodríguez28 febrero 20226min

“Si das mucho, es porque eres mucho. Nadie da lo que no tiene” (El Principito/Antoine de Saint-Exupéry).

Una persona a la que admiro mucho me solía decir que el mundo laboral se divide en dos tipos de personas: las que comparten y las que toman lo que comparten los demás, lo que en inglés se suele denominar giver y taker, tema del que habla el psicólogo organizacional Adam Grant en su libro Give and Take.

Las personas que comparten, es decir, los givers, nos aportan apoyo constante de forma altruista, creando un gran enriquecimiento en nuestro entorno laboral. Están siempre dispuestos a aportar su grano de arena, ofrecer su ayuda al equipo y actuar en favor de la organización. Probablemente muchos formadores cuenten con esta cualidad, pues dentro de su personalidad se encuentren estas ganas de ayudar y de contribuir, que son las que les han llevado a esa intención de enseñar a los demás. Al tratarse de una característica inherente a la persona, comúnmente también serán así en el entorno personal.

Los que toman y los que dangive

La detección y protección de este tipo de personas en nuestro entorno, puede ser bastante relevante, pues sabremos que estamos contando con alguien listo para compartir y ayudar, y, normalmente, será así más allá de las barreras económicas o estrictamente laborales. Aquella persona a la que le gusta compartir y ayudar lo tiene en su ADN casi como si fuera su misión y lo hará gustosamente siempre que tenga la posibilidad.

Este tipo de personas aportarán enormemente al equipo, no solo a la hora de transmitir conocimientos al resto de compañeros y compañeras, sino también contribuyendo a mejorar el ambiente, con estímulos positivos hacia los demás. Además, resultan de apoyo como red de contactos o en nuestro entorno personal.

No obstante, si somos un giver o conocemos a uno en nuestro entorno, también debemos saber sobre las complicaciones que esto puede conllevar. La constante ayuda a los demás, sin ser correspondido, puede resultar frustrante. El opuesto al giver, el taker, normalmente tendrá un objetivo más individualista de consecución de sus propios objetivos.

Cuando ambos se encuentren en el momento más intenso de su personalidad, en el que el taker se centrará en sus objetivos, obviando la ayuda constante que está recibiendo del giver, este último corre el riesgo de frustrarse y cerrarse a los demás. Pues, aunque en su naturaleza se encuentre ayudar sin esperar nada a cambio, también le gusta recibir, y podrá venirse abajo al no ser correspondido o encontrarse ante situaciones en las que su ayuda no está siendo reconocida.

No siempre es fácil reconocerles

Otro aspecto muy interesante, es que los buenos resultados de los givers no siempre tienen por qué ser obvios. Puesto que los givers no solamente se centran en sus resultados, sino también en los de la empresa, en muchas ocasiones estarán aportando el beneficio de forma silenciosa, y no de manera tan obvia en sus propios objetivos individuales. Estos givers también pueden ir enmascarados bajo aspectos de persona poco agradable, al ser directos y ofrecer ese feedback sincero y enriquecedor, que a muchas personas les cuesta oír, pero que resulta ser clave para avanzar.

Es casi inevitable tras leer esto tratar de identificar cuál es nuestro estilo, podremos ser giver, taker, o encontrarnos en un punto intermedio. Pero seamos lo que seamos, todos y todas podemos compartir y ayudar a nuestro entorno y contribuir a mejorar las relaciones. Cuando alguien inicia un acto de colaboración, esta acción desencadena, generalmente, un aumento en las ganas de seguir contribuyendo en quien la recibe, generando un efecto en cadena.

Recordemos siempre la frase inicial: cuando ayudamos, seamos respondidos o no, “si damos mucho es porque somos mucho. Nadie da lo que no tiene”.

Si somos capaces de aprovechar esa red, no solo beneficiándonos de ella sino también aportando, podemos hacer que el mundo, tanto en el ámbito laboral como en el personal, sea un poco mejor. Si no podemos ayudar, sí podemos aportar nuestro grano de arena agradeciendo más a las personas que nos ayudan. Un simple “gracias” puede reforzar el reconocimiento.

Ana Blázquez, People Analytics en Solunion.


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