Hay errores que son horrores

Por Maite Sáenz, directora de ORH.- El lenguaje expone la claridad de nuestros pensamientos y, a veces, también la lógica de los procesos. Recuerdo que cuando trabajaba en un diario nacional gazapos como éste se producían a diario. Después del cierre, a la mañana siguiente, en cada mesa teníamos, bien calentito, un reporte de todos ellos con comentarios bien sonoros para reflexionar sobre cada delirio. Nos decían que hay errores que son horrores, y aunque el humor presidía la puesta en común, por lo bajini el orgullo quedaba herido.
En ocasiones era falta de atención del redactor pero en otras muchas era porque el espacio mandaba. «Tienes tres líneas de cincuenta caracteres a cuerpo 12 y ni una más». Los de las catacumbas, es decir, los del taller que montaban las galeradas, mandaban como dioses. «Esto no cabe», sentenciaban, y en cuestión de segundos había que cambiar el título redondo por el título encajonado. Ahí se demostraba el oficio de saber escribir con precisión y claridad.
En aquella época el proceso era amanuense literalmente. Cada palabra se recortaba y se pegaba en la maqueta. Lo que llegaba siendo una tira de texto impoluta se convertía en un collage de párrafos que debía mantener el hilo aunque perdiera trozos por el camino. Creo que el ejercicio manual de cortar y pegar era una metodología de trabajo y de aprendizaje en sí misma porque, como en los puzzles, lo que no encajaba cantaba.
El proceso ahora es digital e individual pero también tiene su sentido. El periodista ante la pantalla, los bloques de texto y los huecos de las imágenes, los gráficos y la publicidad cuando la hay. Todo inamovible, como tiene que ser, porque la página suele estar en régimen de multipropiedad y no es cuestión de que cada uno imponga su orden al territorio. Por eso rellenarlo bien es una prueba de profesionalidad, porque ante un proceso que no es caprichoso se demuestra control sobre lo que de verdad importa: el sentido y el significado del titular y el texto que lo desarrolla.
Todos tenemos la responsabilidad de un titular, seamos lo que seamos.