Permíteme empezar este artículo de reflexión con un ejercicio. Tomad un minuto de vuestro tiempo, coged una hoja de papel en blanco y dibujad una casa (no os preocupéis de vuestras dotes como dibujantes) ¿ya? estupendo. Si el resultado se parece a este, perfecto, es la respuesta y la más “normal”, la que está marcada en nuestros esquemas, la que tenemos aprendida. Para ser un poco más originales tan solo tendremos que dedicarle algo más de tiempo y renunciar a nuestros patrones establecidos (o al menos dejarlos aparcados momentáneamente) para que las respuestas más disruptivas fluyan. Si la casa que has dibujado no tiene nada que ver con esto, ¡enhorabuena!, tendrás más trabajada una parte importante (que no suficiente) para llegar a ser innovador, la apertura mental.
Seguramente hayas leído mil y una definiciones del concepto “innovación” y leído otros tantos libros y artículos, sin embargo, seguimos buscando la clave esencial, la “receta” para ser más creativos e innovadores, como si las respuestas que hemos recibido hasta ahora no lograran satisfacernos. En definitiva, la innovación se nos sigue presentado como un reto, un misterio que necesita de su Piedra Rosetta para su plena comprensión. Sin embargo, hace tiempo que la hemos encontrado. Grandes expertos en todas las disciplinas nos has mostrado y nos siguen mostrando elementos, procesos, metodologías etc. para entrenarnos. Pero a los seres humanos nos encantan las recetas, los decálogos y los tips, así que he querido plantear la definición de innovar como una fórmula, utilizando diferentes expresiones para quien guste del lenguaje sencillo o del más sofisticado. Ahí van.
La Fórmula de la Piedra Rosetta de la Innovación:
INNOVAR = Capacidad de diverger * Capacidad de Converger
INNOVAR = Capacidad Creativa * Capacidad de generar valor
INNOVAR = Explorar * Idear * Conceptualizar * Proyectar * Prototipar * Implantar
Son tres formas de decir lo mismo, elegid la que más os guste, o mejor, cread vuestra propia definición, así seguimos entrenando esto de crear. El hecho de utilizar el producto y no la suma es importante porque si alguno de los factores es cero, el resultado total es cero y no hay innovación.
En la primera parte de la fórmula encontramos la capacidad de diverger, crear, explorar etc. que nos abre un mundo lleno de posibilidades, donde todas las asociaciones son aceptadas y se provoca la búsqueda de caminos poco evidentes. Pero anclarnos en la parte inspiracional y de ideación supone estar siempre elevado, quedarnos flotando eternamente entre las musas, y si no tocamos tierra, no avanzamos y no ocurrirá nada. Y eso es difícil de explicar dentro de una organización.
La capacidad de converger, seleccionar, proyectar, es decir, concretar las ideas en hechos enfocados a la generación de valor, nos cierra un círculo virtuoso convirtiendo en realidad lo que un día fue abstracción y dando sentido al esfuerzo creativo. Pero si nos centramos en esta fase antes de tiempo y aterrizamos los conceptos, planificamos e implementamos sin dar tiempo a la maduración de las ideas podemos llevar a cabo proyectos que no están bien conceptualizados, que no están bien pensados y que hacen aguas a la primera de cambio. Y eso tampoco creo que guste a la empresa.
Lo cierto es que idear lo puede hacer uno solo, echando un mano a mano con tu imaginación y conocimiento (aunque es mucho más divertido y enriquecedor hacerlo en colaboración); pero no se puede innovar en solitario.
La innovación implica un proceso más complejo que se alimenta de lo multidisciplinar, de la hibridación de ideas, de la creación de nuevas imágenes y escenarios por parte de la colaboración de perfiles muy heterogéneos; pero también de la selección, de la simplificación, de concretar ideas que se convertirán en proyectos para luego transformarse en nuevos productos, servicios o procesos, o cualquier elemento de la cadena de valor en la que nos focalicemos.
Hagamos un poco de autocrítica. Los datos que arroja “The Global Innovation Index” de 2014 (estudio anual sobre los países más innovadores que llevan a cabo la Universidad de Cornell (Australia), la escuela de negocios INSEAD y la World Intellectual Property Organization), no dejan a España en buen lugar. (Referencia http://blogthinkbig.com/paises-masinnovadores/)
Y es que, dejando los datos a un lado, y aunque mi visión es optimista y creo que vamos en el buen camino, no logro quitarme del todo la sensación que en esto de la innovación tendemos a imitar lo anecdótico en vez empaparnos de la filosofía que hay en esencia. La innovación está de moda, y quizá se habla mucho de innovación dentro y fuera de las empresas y se pierda mucha energía en ello, quizá deberíamos hablar menos y hacer más o preguntarnos más, para no quedarnos en la superficie.
Innovar es algo propio de las personas, pero no siempre de las organizaciones. No es suficiente que los profesionales sean creativos o se formen en ello, el objetivo sigue siendo democratizar la innovación y fusionar la inteligencia colectiva para estimular en los equipos el pensamiento crítico al servicio del negocio.
Para ello la empresa debe ser un facilitador ofreciendo los espacios, las políticas, los canales, en definitiva crear todo un ecosistema para gestar desde el ADN corporativo una cultura que modelice el proceso de innovación dentro de la organización y permita fluir su talento creativo.
Permitidme ahora terminar con algunas preguntas para la reflexión: Poned una nota del 1 al 10: ¿Cómo de importante consideras que es la innovación para tu negocio? ¿Tiene tu organización un modelo de innovación definido formalmente para el negocio? ¿Tiene tu organización un modelo de innovación definido formalmente para cada una de las áreas del negocio? Si tus respuestas no te han satisfecho, felicidades, ya tienes importantes retos en los que contribuir.
Por mi parte, como dice la sabiduría popular, “me aplicaré el cuento”.
Yolanda Romero, Socia Directora de Intalentgy.