Pensar diferente no es un arte, es una suma de capacidades

¿Os acordáis de “Divergente”? Fue la primera película (2014) de una trilogía de ciencia ficción basada en los libros de Verónica Roth. La cinta nos habla de una sociedad futura en la que la sociedad, tras la guerra, creó 5 facciones con el fin de erradicar los males que los llevaron a la misma. Quienes culpaban a la agresividad como detonador de la guerra se unieron a «Cordialidad»; los que culpaban a la ignorancia se agruparon en «Erudición»; para luchar contra la mentira surgió «Verdad»; para contrarrestar el egoísmo se creó «Abnegación», y contra la cobardía emergió «Osadía».
Como ya tiene unos años no creo que haga mucho spoiler si explico por encima la trama. Es una película ligera, de aventura de jóvenes adultos, que nos habla, entre otras cosas, de “lo diferente”. Al cumplir los dieciséis años cada individuo debe tomar la decisión de permanecer en la facción de sus padres o cambiarse a otra. Si elige irse tendrá que renunciar a volver a ver a su familia. Tras la ceremonia de elección todos los jóvenes deben pasar por un proceso de iniciación en cada facción que es liderado por Erudición a través de una simulación. El que no supere la prueba se quedará “sin facción”, convertido en un abandonado, alguien que no pertenece a ningún sitio.
La protagonista descubre que es capaz de manipular las simulaciones y tomar decisiones “inusuales y prohibidas”, se entera de que es una «Divergente» (aquella persona capaz de manipular las simulaciones y que tiene aptitud versátil y apta para las diferentes facciones, pero no encaja “del todo” en ninguna de ellas. Pronto descubre que muchos abandonados son “divergentes” y también que otros ocultan su condición dentro de las mismas por miedo a “no encajar” claramente en ninguna facción y a las represalias de Erudición.
Lo que realmente daba miedo a las facciones y en concreto a “Erudición” es que un “divergente” es un perfil camaleónico, adaptativo, versátil, una fusión de las diferentes facciones. Y esto le daba un punto de “imprevisibilidad” y de una personalidad “no tan normativa” o no “obediente” o “sumisa”. Es el miedo a no tener el control absoluto. Y eso es lo que podríamos decir de aquellos perfiles con un gran “pensamiento creativo”, con una gran habilidad de “pensamiento lateral”, que, en muchas ocasiones, cuando entran en organizaciones con culturas muy estructuradas y muy rígidas, suelen ser percibidos como un perfil incómodo, retador e incluso rebelde a la hora de realizar la ejecución de proyectos, de seguir procesos o de cuestionar el statu quo. Pero son perfiles necesarios si queremos evolucionar, si queremos ideas nuevas que nos ayuden a salir de la endogamia.
Lo divergente forma parte del pensamiento creativo, de hecho, es una primera fase fundamental, de exploración, de apertura, de búsqueda. Nuestro contexto actual es complejo, cambiante y vertiginoso, con un ritmo que nos orienta al hacer más que al parar y dar espacio a pensar o crear. Es por ello que si queremos acoger a este pensamiento creativo necesitamos dotarnos de personas algo divergentes, con sus luces y sombras, que nos hagan más “diversos” dentro de la organización. Hemos de buscar también espacios y tiempos para estimular a nuestro cerebro y dotarle de oxígeno y alimentar nuestro músculo creativo permitirnos el “y si fuera…”, el “y ¿por qué no?”, el “qué pasaría si…”.
La creatividad, la curiosidad, necesitan ser entrenadas poniendo foco en unas habilidades que se han ido debilitando desde que somos niños. El pensamiento creativo es la capacidad de generar ideas, soluciones, servicios o productos originales y valiosos para el mercado y también esencial para buscar alternativas a la solución de problemas. Es un proceso mental que implica imaginar nuevas posibilidades, combinando conocimientos y experiencias previas de maneras únicas. La creatividad no se limita a las artes; se manifiesta en todos los campos, desde la ciencia y la tecnología hasta los negocios y la educación.
Según el informe de World Economic Forum, entre las 10 capacidades que crecerán con mayor rapidez de aquí a 2030 el pensamiento creativo se sitúa en cuarto lugar, después de pensamiento analítico, resiliencia y liderazgo. Esto enfatiza la importancia que atribuyen los encuestados a tener un equipo laboral ágil, innovador y colaborativo, donde tanto la capacidad de resolución de problemas como la resiliencia personal son fundamentales para el éxito.
Sin embargo, en España el pensamiento creativo se sitúa en la posición número 11, ni siquiera lo ponemos entre las 10 primeras posiciones. Aunque la curiosidad, de la que germina la creatividad y posteriormente la innovación, se sitúa en sexto lugar.
Pero profundicemos un poco en el concepto de pensamiento creativo y su comprensión, que luego deriva en creatividad y que, a su vez, forma parte del proceso de innovación.
Componentes del pensamiento creativo
La curiosidad: esa inclinación que nos mueve, que nos inclina a aprender lo que no conocemos, lo que nos insta a investigar, a buscar a indagar.
- El conocimiento de base: o como dirían algunos, una DD de contenidos analógica y diversa, heterogénea, para lo cual necesitamos algo de memoria, de recuerdo, con el fin de que cuando llegue un problema tengamos más elementos que conectar, que combinar. No podemos ser competentes en pensamiento creativo si no tenemos contenidos, esto es, elementos con los que jugar.
- La originalidad: la capacidad de pensar fuera de lo común y generar ideas novedosas y diferentes; lo que suele llamar salir fuera de la caja, pensar de manera disruptiva.
- La flexibilidad mental: tener apertura de pensamiento, habilidad para ver las cosas desde múltiples perspectivas y adaptar ideas a diferentes contextos. Esto nos aleja de “cerrarnos” y nos permite abrir más posibilidades.
- La fluidez: la capacidad de generar una gran cantidad de ideas rápidamente, ser prolífico y expansivo en la ideación.
- La utilidad: nada mejor que ser capaces de enfocar el pensamiento creativo en algo concreto, un reto o problema real o ficticio a resolver; es decir, ponerlo al servicio de la utilidad permite al cerebro poner foco y ser más fructífero creativamente hablando.
Fases del proceso creativo: divergencia y convergencia
1. Preparación: Buscamos reunir información y recursos necesarios sobre el tema o problema, nutrimos más nuestra base de datos interna y nos nos valemos de nuestra curiosidad para investigar, buscar, leer y documentar. Es el alimento para posteriormente poder generar ideas. En esta fase las nuevas tecnologías son una aliada para acceder a la información.
2. Incubación: Es un proceso de tiempo en el que damos vueltas al problema y a la vez a la información directa e indirecta que hemos leído y recopilado. En la incubación permitimos que surjan las ideas, conceptos y elementos que luego se maduran subconscientemente, sin esfuerzo conscient; lo que llamo «poner la idea en barbecho” para que vaya tomando forma, para que se vaya procesando y conectando con esa base de datos que es nuestro conocimiento y surja luego la chispa de la originalidad. Esta fase es algo incómoda para muchos, porque es una fase confusa que hace tener la sensación de no “ver” con claridad, de estar a punto de “ver” algo pero que a la vez se “escapa” de tu cabeza.
3. Iluminación: El momento de inspiración donde surge la idea creativa. Es nuestro famoso ¡eureka!. Es el momento donde se concibe “la idea” o las “ideas”. Es una chispa un destello como consecuencia de todo el proceso anterior. Para ayudar a este proceso de “Ideación” orientado a la pura generación y producción de ideas encontramos diversas técnicas individuales y colectivas.
4. Verificación: Evaluar y filtrar las ideas y desarrollar la elegida para asegurarse de que sea viable y aplicable. Estos son de que se cumpla el proceso de “innovación”.
Si somos puristas, el pensamiento creativo se centra en los tres primeros pasos, el cuarto paso, la verificación y más tarde el quinto, la implantación, pertenecen a un pensamiento más analítico y ejecutivo orientado a convertir una idea en un producto o servicio innovador del que obtener un ROI.
Es decir, la preparación y la incubación forman parte de una fase divergente que culminan en la iluminación. A partir de ahí entramos en un proceso “convergente” donde comenzamos a cerrar el proceso a concretar, filtrar ideas, seleccionar y por último implementar.
Beneficios a corto plazo de trabajar el pensamiento creativo en los equipos y organizaciones
- Aumentar la competencia de resolución de problemas: en un mundo en lleno de desafíos complejos, el pensamiento creativo permite encontrar soluciones innovadoras y efectivas.
- Marcar la diferencia en un mercado: Las empresas que fomentan la creatividad están mejor posicionadas para diferenciarse de sus competidores y ofrecer productos y servicios únicos y/o entrenar la presencia de escenarios futuros.
- Crecer profesional y personalmente: fomentar la creatividad es alinearnos con la naturaleza curiosa natural del ser humano, permitiéndoles tomar la iniciativa y explorar nuevas ideas y proyectos.
- Trabajar en equipo a través de la divergencia colectiva: La creatividad no solo es una cualidad individual; también es fundamental para el trabajo en equipo y la colaboración. Las ideas creativas a menudo surgen del intercambio y la diversidad de perspectivas.
- Mejorar el clima laboral: Un entorno que valora la creatividad y la innovación tiende a ser más dinámico y motivador, lo que a su vez mejora la moral y la satisfacción de los empleados.
¿Cómo podemos fomentar el pensamiento creativo en los equipos?
- Ambiente estimulante: Crear un entorno y un espacio o tiempo que fomente la curiosidad, la experimentación y la toma de riesgos.
- Aprendizaje continuo: Explorar nuevas áreas de conocimiento y habilidades, manteniendo una mente abierta como por ejemplo la realización de talleres, cursos o píldoras que se “salgan” del contenido o contexto habitual.
- Colaboración: Trabajar con otros para combinar perspectivas y talentos diversos. El teletrabajo, reconozcámoslo, nos ha aislado un poco, y debemos seguir estimulando la creatividad de forma colectiva respetando los espacios de ideación sin censura.
- Tiempo para reflexionar: Dedicar tiempo al pensamiento libre y a la reflexión sin presiones inmediatas. Y esto lo podemos hacer en cualquier momento. ¿Cómo sacamos tiempo individual para ello? Quítate tiempo a las RR.SS y verás como sacas unas horas a la semana.