Talento autónomo «todo a 100»

Maite Sáenz11 abril 20247min
freelancer
Por Maite Sáenz, directora de ORH.- Dicen que los modelos de contratación están cambiando. Dicen que los jóvenes prefieren trabajar por proyectos. Dicen que el nuevo talento quiere sentirse atado sólo a sí mismo, siendo soberano de su tiempo y jefe de su capacidad de elegir cuándo, para quién y desde dónde trabajar; incluso de cuánto tiempo trabajar entre proyecto y proyecto, porque, eso sí, son más listos que los boomers y prefieren trabajar para vivir que no vivir para trabajar. Yo me lo creo, me lo creo todo. La cuestión está en que las tendencias no eclosionan con el don de la ubicuidad. Las tendencias no son los hilos que mueve la literatura aunque ésta los pretenda universalizar desproporcionándolos y descontextualizándolos; las tendencias son fruto de la capacidad de innovación de unos cuantos visionarios que sí que están cambiando el mundo en un lugar concreto y en un momento determinado.

 

Esto viene a cuento del ranking de países por coste medio de contratación de un freelance por proyecto que recibí justo ayer. La posibilidad de que las personas trabajen en remoto desde el inicio hasta el fin de un proyecto, entregándolo llave en mano, no es sólo un indicador de flexibilidad desde la perspectiva de la marca empleadora sino sobre todo un dato de competitividad marca país. Australia les paga más que nadie (594.56$) y Colombia el que menos (72.13$). ¿Y España dónde está? En el 20 de 40 y con 187$ (174€ al cambio).

Lo interesante son los 19 que tiene por encima y los 21 que le siguen por debajo, porque es que está más cerca de los de abajo que de los de arriba. Tras Australia se sitúan India, Marruecos, Arabia Saudí, Turquía, Nepal, Portugal, Serbia, Reino Unido, Francia, Ucrania, Canadá, Emiratos Árabes, Paquistán, China, Macedonia, Estados Unidos, Vietnam e Italia, todos ellos en una enorme horquilla de remuneración/proyecto de entre 600$ y 200$. Si la reducimos a cifras que establezcan una ratio x2 (600$-300$) tenemos, ahora sí, a la crème de la crème de los 15 países más atractivos para el talento que analiza este estudio: programadores web y de aplicaciones móviles, diseñadores gráficos, redactores, grabadores de datos, copywritters y gestores de redes sociales. Con remuneraciones por debajo de los 200$ los 23 países que completan la comparativa no están en condiciones de competir por atraerlos, y España está entre ellos junto con Egipto, Bulgaria, Malasia, Sudáfrica, Rumanía, Argentina… ¡y Alemania! Sorprenden sus 102,35$ y la diferencia es tan grande que por mucho margen de error que le demos al estudio algo de cierto ha de tener.

Todo hay que decirlo, el informe no aporta datos del peso que tiene la contratación por perfiles en cada país; tampoco da información sobre la duración media de los proyectos o la retribución desglosada por tipo de actividad, pero, aún así, retrata una realidad a la que nuestro país parece estar muy ajeno y muy lejano. Si interpreto que en Australia el emolumento es mayor porque la actividad es de mayor valor añadido, mal para nosotros porque está claro que ni la ofrecemos ni la podemos pagar; si entiendo que los proyectos aquí son de menor envergadura y ejecutables en menor tiempo, casi peor porque esas cifras confirman la vida arrastrada del free intentando sumar proyectos de a 200 euros para sobrevivir.

 

La cuestión está en que incluso nuestro vecino Portugal, pagando 380.03$, es más dinámico aprovechando las oportunidades de un talento globalizado que está muy cómodo en un modus vivendi remoto. ¡Que los tenemos al lado! Siempre hemos dicho que somos primos hermanos, y ni somos primos, ni hermanos y ni siquiera lejanos.

 

Recuerdo hace mucho tiempo, tanto como diez años o más, cuando mi buen amigo José Manuel Casado contaba que mientras que ilustrábamos -y agobiábamos también- a nuestros hijos con extraescolares a tutiplén que abandonaban en cuanto podían decidir (cosa que, además, seguimos haciendo nosotros y ellos también), los niños hindúes aprendían a programar con la facilidad de les daba la permeabilidad de su cerebro infantil por amueblar. Y vaya que si lo amueblaron. Ahora resulta que además de producir talento propio también saben atraer el ajeno. La receta: visión estratégica, inversión en educación y un poquito de paciencia.

La normativa laboral patria evidentemente no favorece esta apertura ni de miras, ni de intenciones ni de acciones, pero tampoco lo hace una cultura de trabajo que, por cierto, tiende a confundir figuras tan dispares como el trabajo autónomo y el trabajo flexible. Yo aquí hablo de los primeros, esos que una vez que cobran de sus clientes liquidan sus seguros sociales, sus impuestos y ahorran si pueden, no de los que quieren vivir como un free bajo la seguridad de una nómina. Esto lo dejaré para otro día y mientras tanto recomiendo a este respecto un post de Estela Martín en LinkedIn que no tiene desperdicio.

En fin, que el mundo está cambiando, claro que sí, pero mientras que unos crecen con él otros, y me duele decirlo, son o somos incapaces de reaccionar a él.


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