Llevamos hablando de escasez de materias primas desde hace un año, cuando el carguero Ever Given quedó ridículamente encallado durante días en el canal de Suez. Sin embargo, la verdadera materia prima cuya escasez puede ocasionar un verdadero colapso de las empresas a medio plazo es el talento digital. Porque, aunque hay quien apunta que en las profesiones vinculadas a la informática la tasa de paro apenas llega al 3%, lo cierto es que el año pasado unas 7.000 vacantes laborales se quedaron sin cubrir por falta de competencias en un mercado que ya contrata, con extrema dificultad, entre 35.000 y 40.000 profesionales técnicos anualmente… Los datos los hizo públicos ayer la Fundación VASS y la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid, durante la presentación del IV estudio Empleabilidad y Talento Digital 2021.
Esta es una de las principales conclusiones, elaborado por la Fundación VASS y la Universidad Autónoma de Madrid. En este informe han participado 165 docentes universitarios y cerca de 1.000 estudiantes de los últimos cursos de ingeniería informática de 25 universidades españolas, así como 58 expertos de 46 compañías líderes en el ámbito digital.
Lo cierto es que las empresas del sector de servicios TIC se han convertido en un potente motor de creación de empleo, en especial en el ámbito de los servicios digitales. Desde 2018, su facturación ha crecido un 22%, sobre todo gracias al subsector de servicios digitales, que ha incrementado su volumen de negocio un +9,7% en 2021.
La incorporación femenina, una asignatura pendiente
Sin embargo, y a pesar de que el número de jóvenes que desean estudiar y trabajar en estas especialidades es cada vez mayor, solo son 8.147 los egresados de disciplinas informáticas que se integran definitivamente al mercado laboral, una cifra muy pobre para las más de 14.000 empresas con procesos de contratación activos para especialistas TIC.
Otro de los problemas que pone de relieve el estudio Empleabilidad y Talento Digital 2021 es la falta de capacidad de las universidades para hacer frente al déficit de talento digital. Desde el curso 2015-16, aproximadamente 27.031 jóvenes que solicitaron plaza en el grado de informática se quedaron fuera por la incapacidad de absorción del sistema universitario. Por ello, gran parte de las incorporaciones técnicas procedentes de la universidad no vienen específicamente de ingeniería informática. Así, casi la mitad (48,5%) de estas contrataciones provienen de otras carreras, como telecomunicaciones, física, matemáticas u otras ramas de ingeniería.
Las crecientes necesidades del mercado hacen que las incorporaciones de procedencia extrauniversitaria, fundamentalmente provenientes de la Formación Profesional y los bootcamps, representen ya el 53% del total.
La cuarta edición del estudio también ha querido poner el foco en la situación de las estudiantes de carreras informáticas, tanto en el proceso de formación como en la incorporación laboral. Así, el informe destaca que la brecha de género en el ámbito educativo de las TIC sigue estando muy presente, pues solo hay un 16% de estudiantes mujeres en las carreras de ingeniería informática, aunque ellas obtienen mejores ratios de desempeño que sus compañeros de aula.
Los recién llegados flojean en competencias necesarias
El estudio de VASS y la FUAM también ha investigado las competencias clave que el mercado de las TIC busca para satisfacer una creciente demanda de digitalización, tanto las habilidades técnicas y conocimientos (hard skills) como las habilidades conductuales (soft skills).
En este sentido, las empresas TIC españolas valoran especialmente los conocimientos relacionados asociados al cloud computing, el desarrollo web front-end, el Big Data, las arquitecturas de microservicios y el control de las nuevas metodologías de trabajo.
Respecto a las soft skills, los resultados del estudio revelan que las cuatro competencias más importantes para las corporaciones en España son: la capacidad para la cooperación y el trabajo en equipo, la adaptación flexible al cambio y a las nuevas situaciones, la capacidad de aprendizaje y la responsabilidad y el sentido del deber.
Sin embargo, el estudio sigue reflejando una diferencia notable en el nivel que el mercado requiere para estas competencias y el que tienen los egresados universitarios una vez acaban sus estudios y se incorporan al mundo laboral. En este sentido, el Gap de Talento Digital marca una puntuación de 45 puntos sobre 100 (siendo 100 un nivel considerado óptimo por los departamentos técnicos de las compañías contratantes). Aunque la cifra baja ligeramente respecto a los 46,8 puntos registrados en 2020, y en consecuencia parece mejorar el déficit de talento, la magnitud de la brecha parece indicar que estamos ante un divorcio estructural entre lo que se enseña en la universidad y lo que las empresas necesitan.
En especial, en el ámbito de los conocimientos técnicos, donde la brecha alcanza los 50,9 puntos (sobre 100). Las soft skills, por su parte, presentan una brecha menor, de 36,8 puntos. Los jóvenes ingenieros sí tienen un talento más perfilado en estas habilidades. Las empresas dedican una media de 105 horas a ajustar la formación de los recién incorporados, empleando casi 3.000 euros por persona contratada.
Los factores extrasalariales, lo más valorado
En un ambiente laboral donde la demanda de perfiles técnicos es mucho mayor que la oferta disponible, los jóvenes que se estrenan en este sector no priorizan el salario inicial a la hora de elegir entre un puesto de trabajo u otro. Según el informe, los factores extrasalariales son más determinantes que el sueldo a la hora de elegir un empleo (aproximadamente un 51% de la decisión total), si bien el sueldo cobra más importancia que en la edición anterior.
La existencia de planes internos de formación resulta, en esta ocasión, la palanca motivacional mejor valorada por los jóvenes para elegir o no una empresa donde trabajar. Le siguen aspectos como: contar con un plan de carrera claro, la estabilidad profesional, la existencia de un contrato indefinido, el nivel salarial inicial y el horario flexible.
Estas nuevas demandas de los jóvenes son fruto de profundos cambios en la dinámica empresarial, enmarcada en una apuesta por el teletrabajo, que afecta al 80% de las tareas y se ha perfeccionado al punto de potenciar la productividad. Sin embargo, esta situación también ha afectado a la identificación del trabajador con la empresa y ha impulsado, fuertemente, la rotación en las empresas españolas. La principal consecuencia es una competición por el ya escaso talento que se traslada a los costes, visibles en los propios salarios de incorporación de jóvenes, que han llegado a aumentar entre un 12% y un 16%.
Puedes descargar el informe completo de la Fundación VASS y la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid pulsando el siguiente enlace: