por Alexandra Canals, psicóloga especializada en temas familiares, de pareja e infancia.
Todos sabemos lo bellos que son la maternidad y la paternidad, lo bonito que es ver crecer a nuestros cachorros, pero poco se habla de esos momentos más oscuros donde llegamos a rincones de nosotros mismos que no conocíamos. La maternidad es un momento de inflexión en nuestras vidas, de redescubrimiento de una misma.
Desde 2021 podemos gozar de una baja compartida o alternada con el padre, y ahora viene el momento esperado y temido a la vez: la vuelta al trabajo. Por fin, las mujeres podemos decidir el futuro que queremos para nosotras mismas y un trabajo que nos hace sentir bien, llenas, satisfechas. Sin embargo, seamos realistas, la sociedad española no pone fácil el hecho de ser madre y el poder tener una vida laboral plena, al menos durante los primeros años de crianza, los cuales coinciden con nuestros mejores años a nivel laboral.
El hecho de reincorporarse al mundo laboral es un soplo de aire fresco para dejar de ser madre todo el día, pero también puede ser un factor estresante más. A partir de ese momento, debemos compaginar horarios, preparar comidas, ir al trabajo sin dormir, organizar los momentos en los que el pequeño está enfermo, etc. Si cuantificáramos las horas que pasamos organizando todo esto, estaríamos igualándolo a dirigir una empresa a tiempo parcial, como mínimo. Todo ese estrés puede llevarnos a un gran desgaste emocional.
La sociedad nos ha hecho creer que tener un hijo no cambia tanto nuestra vida y esta concepción genera unas expectativas falsas que, luego, debemos confrontar. El hecho de tener un hijo es un cambio vital, el cual nos cambia para siempre y debemos reajustarnos. Descubrimos muchas cosas sobre nosotras que nos sorprenden: cuánto puedo querer versus la ambivalencia de cuánto puedo llegarme a desquiciar.
Autocuidado
Por todo ello, debemos cuidarnos. Porque para ser una buena madre, primero debemos estar bien nosotras. Nuestros hijos aprenden constantemente de nuestras actitudes y son nuestro espejo.
Por eso, es importante intentar encontrar momentos para reconectar con una misma, para poder hacer algo que nos apetezca y nos haga sentir bien. El hecho de no perdernos de vista y conectar con nuestra esencia nos hará seguir sabiendo quien somos y trabajar para incorporar este nuevo rol a una cara más del prisma que conformamos.
Si estáis leyendo este artículo, seguro que ya habéis probado mil opciones para sentiros mejor, pero no está de más recordar algunos trucos para sentirnos bien e intentar salir de esa falsa zona de confort, que no nos aporta confort.
A continuación, os cito cinco puntos que considero esenciales para el autocuidado:
1- Más tiempo para ti
Siempre que sintamos culpa por dejar al o la peque más rato en la guardería o al cuidado de otra persona, podemos decirnos a nosotras mismas que nuestro hijo o hija se merece a una mamá feliz. Así pues, permitámonos unos momentos para que nos dé el aire en la cara o para que nos hagan ese masaje de espalda que tanto necesitamos. Eso sin nombrar si podemos cogernos una tarde o mañana libre para hacer alguna cosa que nos apetezca mucho.
A mí me gusta ir a hacer deporte porque me da el aire y el sol en la cara, me canso (ese cansancio bueno que después de una ducha te deja flotando) y genero endorfinas, básicas para ese bienestar.
2- Momentos fuera
Tomar ‘momentos fuera’, es decir, poder salir de la habitación donde nuestro pequeño está llorando y donde nosotras sentimos que vamos a explotar, que no aguantamos más sosteniendo el llanto, es una técnica que se utiliza en muchas situaciones donde no podemos contener ese malestar o rabia.
Nos vamos a otra habitación o a un lugar fuera y respiramos, nos fijamos en donde nuestro cuerpo está sintiendo el dolor o rabia o tristeza e intentamos relajar todo el cuerpo. La relajación de Jacobson os puede ser muy útil. Podéis encontrar alguna guía por Internet o vídeos en YouTube.
3- Analiza qué es lo que más te estresa
Mira hacia dentro. ¿Qué situaciones son las que más te estresan? ¿Cómo reaccionas? ¿Qué es lo que verdaderamente te molesta de dicha situación?
Yo he descubierto que tengo poca tolerancia al llanto. Así pues, ya sabiéndolo, activo todos los recursos que tengo disponibles para poder comportarme como desearía como madre sin faltarme al respeto ni a mi ni a mis hijos.
Mira qué tipo de madre era tu madre y qué tipo de madre eres tú. Observa aquello que ella hacía que quieres copiar y aquello que no. Tenlo presente. Agradece a tu madre todo lo que te ha enseñado y toma tu camino. Muchas veces estamos reproduciendo patrones familiares y debemos ser conscientes y poder romper con ellos.
4- Reserva tiempo en pareja
A veces, pasa toda una semana y nos miramos y pensamos: “¡Uau!, esta semana apenas te he sentido cerca”. Y es que nos hemos organizado tan bien como un equipo que nos hemos olvidado de que hay algo más tras esa organización.
Tomarse algo juntos cuando los pequeños y pequeñas duermen, darse un baño juntos o cocinar algo juntos son breves instantes que nos siguen manteniendo unidos y no perdiéndonos por el dulce pero arduo camino de la crianza.
5- Disfruta
Este es el último punto, pero no el menos importante. Es fácil decir “disfruta” pero debemos recordar que hemos elegido tener hijos y que esta es nuestra vida, que nadie vendrá a ponerle flores o un final de Walt Disney. Así pues, intentemos gozar del momento presente.
- Si estamos jugando a coches con nuestro pequeño o pequeña, juguemos a coches y no estemos intentando contestar un correo o mirando alguna aplicación del móvil.
- Si estamos trabajando, pongamos todo nuestro ser en el trabajo.
- Si nos hacen un masaje, sintamos el cuerpo y cómo nos tocan.
Estar presente nos hace conectar con nuestra realidad y con nosotras mismas. Así, no nos dejamos llevar por los pensamientos anticipadores de todo lo que tenemos que hacer y sintiendo esa ansiedad omnipresente.
Podemos hacer un calendario donde también delimitemos los momentos de juego con nuestros pequeños, así como el ritual de duchas y cenas. Sabemos que no lo cumpliremos a rajatabla, pues tener hijos o hijas quiere decir flexibilizarse, pero será una buena guía para nuestro día a día.
Espero haberos ayudado a recordar las pequeñas cosas que colaborarán para haceros sentir mejor y seguir luchando para poder ser mejores madres y vuestra mejor versión porque la maternidad nos cambia pero para mejor. Nunca vais a amar más y, ¿qué es vivir sino amar?
El tiempo pasa y los momentos más duros dejan paso a otros, tampoco fáciles, pero para los cuales ya nos hemos ido entrenando durante nuestros primeros años de crianza. Mírate al espejo y siéntete orgullosa de la mujer en la que te has convertido, de poder trabajar y ser valorada y de la familia que has creado. Sin ser perfecta, tú puedes con lo que te propongas y cada día lo eres un poco más.