La sociedad presta cada vez más atención a la salud emocional, que la Asociación ClosinGap define como “el estado de ánimo en el que nos sentimos bien, tranquilos, en dominio de nuestros proyectos vitales y situación personal frente a las presiones del día”. Sin embargo, un informe alerta sobre el coste de oportunidad de la brecha de género en este asunto.
En los últimos años, y más aún tras la pandemia, el bienestar emocional ha ido ganando terreno no solo en los foros académicos y profesionales, sino en todo el imaginario colectivo, filtrándose por las conversaciones personales del día a día. Significativamente, la salud mental es una de las principales preocupaciones para los españoles y el 74,7% de la población nacional considera que ha empeorado en nuestra sociedad, según la encuesta de la Confederación de Salud Mental de España.
Pero, además, una parte muy concreta de la población se ha visto empujada a un protagonismo involuntario en este dramático escenario: las mujeres. Algo tan injusto como perjudicial para el conjunto de la sociedad, empezando por la economía.
Coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Salud Mental, el pasado 10 de octubre la Asociación ClosinGap presentó el informe “Coste de oportunidad de la brecha de género en la salud emocional”, que analiza las brechas de género en el estado de ánimo, la salud laboral, el autocuidado y la salud emocional de los jóvenes.
Aunque puede generar confusión debido a que se trata de conceptos muy relacionados, la salud emocional y la salud mental no tienen la misma naturaleza ni definición. El informe propone una definición basada en conceptos acrisolados por la Organización Mundial de la Salud, la Asociación Americana de Psicología, el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid y el Instituto de las Mujeres del Ministerio de Igualdad: “El estado de ánimo en el que nos sentimos bien, tranquilos, en dominio de nuestros proyectos vitales y situación personal frente a las presiones del día a día, abarcando desde el bienestar emocional hasta los problemas mentales”.
A partir de los datos del “Estudio piloto sobre el bienestar emocional«, realizado por el CIS en 2020, se han elaborado sendos índices sobre bienestar y malestar emocional, que han permitido a los autores del informe concluir que las mujeres presentan valores inferiores en bienestar emocional (54,6% frente al 67,4% de los hombres) y superiores en malestar (27,3% frente al 17,5% de los hombres).
Antes de profundizar en el evidente desequilibrio de género, el estudio advierte de que una mala salud emocional puede evolucionar a lo largo de la vida a trastornos de somatización y problemas mentales como la depresión o la ansiedad, que las mujeres tienen mayor riesgo de padecer.
Las mujeres manifiestan valores inferiores en el índice de bienestar emocional (54,6% vs 67,4% en hombres), y son más vulnerables a problemas de salud mental como la depresión o la ansiedad.
Según la Organización Mundial de la Salud, en España el 7,7% de los años de vida perdidos de las mujeres son a causa de estas patologías, 4,1 puntos más que en el caso de los hombres. Y de los 18.590,4 millones de euros de pérdidas que le cuesta a nuestra economía la depresión y la ansiedad, el 37% (6.872,4 millones) se debe a la brecha de género por la mayor prevalencia de dichas enfermedades en la mujer.
El psicoterapeuta y divulgador Luis Muiño explica que «las diferencias de género en ansiedad y depresión tienen su origen en que, desde la infancia, a las mujeres se les exige que aguanten la carga emocional de los demás; que encuentren justificación para los actos de otras personas, aunque les generen malestar; que satisfagan las expectativas ajenas, y que no conecten con sentimientos transformadores como la ira. Este tipo de educación las lleva a sentirse responsables de sostener emocionalmente a las personas de su alrededor olvidándose de su propio bienestar psicológico y pagando un alto precio en su salud mental».
Diferencias de género y bajas laborales
Históricamente, las mujeres han encontrado barreras en su proceso de incorporación al mercado laboral, y actualmente continúa existiendo una brecha de género en cuanto a salarios y oportunidades de desarrollo. Además, añaden los autores del informe de Cosingap, esta situación se agrava debido a que son ellas quienes suelen asumir responsabilidades adicionales en el ámbito familiar, lo que supone un catalizador del malestar emocional y deriva en bajas laborales por depresión o ansiedad.
La mayor conciencia de las mujeres jóvenes de entre 15 y 29 años sobre su estado emocional puede propiciar el cambio en el futuro.
El 63,1% de las bajas laborales debidas a trastornos mentales y del comportamiento en España en 2021 se produjeron en mujeres. Asimismo, éstas han sido de mayor duración en el caso de pacientes femeninas (24,4 millones de días frente a los 13,6 millones de días para los hombres). Como consecuencia, el impacto económico de la brecha de género en las bajas por dichos trastornos fue de 1.642,6 millones de euros.
La mujer como impulsora de la economía del bienestar
Paradójicamente, del informe se desprende que las mujeres, a pesar de contar con menos tiempo para sí mismas, son más conscientes de la importancia del autocuidado para mejorar su salud emocional (54,9% frente al 43,1% de los hombres). De esta forma, juegan un papel clave como impulsoras de la economía del bienestar, que se ha convertido en una actividad económica de gran envergadura a nivel mundial que representa 1.288,6 miles de millones de euros en Europa. Además de dicho impacto, el desarrollo de la economía del bienestar tiene consecuencias significativas en la salud emocional, ya que existe una fuerte correlación entre el bienestar, la felicidad y la salud.
En 2023 todavía más de la mitad de las mujeres jóvenes ha sentido tristeza, falta de energía, problemas para concentrarse, poco interés por hacer las cosas y miedo al futuro o a los riesgos del presente de forma recurrente.
Además, en el caso de los jóvenes de entre 15 y 29 años, la depresión y la ansiedad son actualmente las causantes del 16% de años de vida saludable que pierden por enfermedad. Y precisamente es en esta franja en la que la brecha de género alcanza su máximo, con un 21% en el caso de las mujeres frente al 11% en los hombres.
Pero la cada vez más aguda percepción de las jóvenes en esta materia abre un horizonte prometedor. Marieta Jiménez, presidenta de ClosinGap considera “un dato positivo” que “las mujeres, especialmente las generaciones más jóvenes”, sean “más conscientes de su estado emocional” y tomen “medidas para mejorarlo, convirtiéndose así en potenciales motores de cambio para una sociedad menos discriminatoria con los trastornos de salud emocional”.
