Retos pendientes del teletrabajo: una vivienda adecuada, conciliación y capacidades digitales

Redacción7 octubre 20216min
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El teletrabajo continuará creciendo más allá de la pandemia, permitiendo que casi el 31% de los ocupados españoles puedan trabajar en remoto en los próximos años. Así lo asegura un informe elaborado por Randstad Research que, sin embargo, destaca que el 41,5% de las viviendas de nuestro país no son adecuadas para esta modalidad de trabajo.

Canarias, la Comunidad de Madrid, Baleares y la Región de Murcia, son las autonomías donde las viviendas están menos preparadas para el teletrabajo. Mientras que son Extremadura, Castilla y León y Galicia las que ofrecen más posibilidades para funcionar en remoto.

Y es que, como explica Randstad, la disponibilidad de espacio en una casa resulta clave para que sea adecuada o se pueda adaptar para el teletrabajo, y esta disponibilidad de espacio depende en gran medida del precio del metro cuadrado.

Teletrabajo y transformación urbana

En este sentido, el estudio destaca que uno de los impactos más considerable del teletrabajo se producirá en la morfología de las ciudades. Los tamaños de las viviendas actuales y su adecuación para este modelo laboral podrían llevar a muchas personas que trabajan en remoto a mudarse a viviendas más grandes, lo que es más asequible a medida que aumenta la distancia de los principales centros urbanos.

Este escenario podría provocar también una reducción en la ocupación y demanda de oficinas, en especial en las ciudades con un alto porcentaje de empleos que se pueden realizar a distancia, lo que coincide con las zonas de mayor densidad. Y la combinación de estos factores (una menor demanda de viviendas y oficinas en el centro de las ciudades) puede llevar no solo al abandono de los centros urbanos, sino el traslado a zonas rurales. El teletrabajo generaría así una dinámica que compensase la tendencia histórica de concentración de la población en zonas con mayor dinamismo económico, ayudando a equilibrar el uso del territorio no solo dentro de las ciudades sino entre las diferentes zonas geográficas en España.

Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), al 63% de la población nacional le gustaría continuar trabajando de manera remota, mientras que el 31% no comparte este planteamiento. Por tanto, Randstad señala la necesidad de impulsar políticas que favorezcan la creación de empleo y la mejora de la empleabilidad de personas que se hayan visto dañadas por la crisis y por el auge del teletrabajo y que, además, no puedan teletrabajar. Esto implica, entre otras cosas, reforzar las competencias digitales y ofrecer formación en línea a las demandas del mercado de trabajo, en vistas a reducir la denominada brecha digital, que provoca que los profesionales que carecen de competencias digitales vean reducida su empleabilidad y, por tanto, sus oportunidades y posibilidades de desarrollo.

Actualmente, los datos de teletrabajo, tanto real como potencial, muestran que se trata de un fenómeno masivo, pero concentrado en trabajadores con determinado perfil: un nivel educativo alto, con sectores de actividad y ocupaciones concretos. En sectores como la hostelería, por ejemplo, esta modalidad es muy poco habitual, con valores de ocupados que trabajaron desde su domicilio ocasionalmente o más de la mitad de los días menores al 10%. Por otro lado, en sectores como las finanzas, seguros, actividades profesionales, científicas y técnicas o de información y comunicaciones estos valores superan el 40%.

Y en lo que se refiere a nivel educativo, el informe de Randstad Research llama la atención sobre el hecho de que casi cuatro de cada cinco personas (79,5%) que teletrabajaron ocasionalmente o más de la mitad de los días en España en el primer trimestre de 2021 tenían educación superior.

Hacia un modelo flexible

Es por eso que el estudio señala la importancia de adaptarse a la heterogeneidad existente a nivel de empleos y personas, apostando por soluciones flexibles que maximicen el rendimiento y el bienestar.

En la actualidad, existe un debate sobre cuál debería ser el grado adecuado de teletrabajo que adopten las empresas tras la pandemia, es decir, qué porcentaje de la jornada debería ser presencial y qué porcentaje a distancia.

Randstad aboga por apostar por un grado de teletrabajo que se adapte a la composición de tareas de los empleos, favoreciendo una mayor adopción en las plantillas y sectores donde se genere un mayor rendimiento.

Además, y dado que las necesidades de los trabajadores son diversas debido a sus características y circunstancias personales, sería necesario establecer mecanismos flexibles que permitan al trabajador cierto margen de decisión sobre el grado de teletrabajo, con el fin de favorecer su bienestar y su máximo rendimiento.

Porque esta modalidad es muy apreciada por una amplia mayoría de los trabajadores para mejorar la conciliación de su vida familiar y laboral, pero se corre el riesgo de que el tiempo de trabajo y el personal terminen mezclándose. Y es que uno de los principales escollos a los que se enfrenta el teletrabajo es la delimitación del tiempo dedicado a él. En este sentido, Randstad señala la necesidad de impulsar medidas que establezcan barreras entre el tiempo de trabajo y el tiempo personal. Medidas relacionadas con nuevos hábitos de organización para los empleados, una cultura corporativa que respete el tiempo personal y la adaptación de las viviendas.


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