Y ahora toca… resentismo. ¿Hay una inflación de términos de moda en los RRHH?

Ángel Peña31 agosto 20237min
Tras la Gran Renuncia y la Renuncia Silenciosa, comienza a extenderse por los medios de comunicación y redes sociales especializadas como LinkedIn el término Resentismo para resumir la tendencia a permanecer a disgusto en trabajos sumamente insatisfactorios por miedo a la inseguridad laboral. Algunos expertos creen que el prestigio de los Recursos Humanos puede verse menoscabado por un celo excesivo en la búsqueda de nuevos términos para describir realidades evidentes.

 

Un nuevo espectro recorre los Recursos Humanos: el «resentismo». La frase de Marx sobre el advenimiento del comunismo da mucho juego. Al fin y al cabo, fue también el propio Karl el que acuñó aquello de que la historia se repite primero como drama y después como farsa. La mezcla de ambas citas puede servir de alarma para la pérdida de prestigio de determinado ámbito, por ejemplo, el de los Recursos Humanos.

El resentismo toma el testigo de la Gran Renuncia, de cuyo pinchazo ya dimos razón por aquí, y, sobre todo, de su derivada, la Renuncia Silenciosa. A diferencia de estos conceptos, confirmados por datos empíricos y ampliamente tratados, el nuevo aún no aparece en los archivos académicos, signifique eso lo que signifique…: que es demasiado pronto o…

 

La diferencia entre el resentismo y la renuncia silenciosa es que el primero es mucho menos sutil y, por lo tanto, se considera más probable que la apatía o frustración que suponen afecten a la cultura y a las personas que les rodean

 

De momento, como explica Jena McGregor en Forbes, el resentismo es solo “la última palabra de moda en el mundo de la empresa”. Aunque ya hay consultores que se lanzan a diseccionar la presunta tendencia. En Vervet Partners, por ejemplo, recuerdan su origen etimológico como “un juego de palabras con el presentismo”. Acostumbrados ya tras la pandemia al teletrabajo, “los empleados acuden, pero no necesariamente contentos. Y eso no es bueno ni para los empleados ni para las empresas”.

En busca de algo de concreción, bucean en la diferencia con su predecesora, la renuncia silenciosa: “El resentimiento es mucho menos sutil”. En ambos casos, los trabajadores “permanecen en su puesto por miedo a la inseguridad laboral o porque no creen que haya mejores opciones”. Sin embargo, los resentistas “lo hacen muy descontentos y probablemente frustrados con su puesto de trabajo actual. Esto significa que es más probable que su apatía o frustración afecte a la cultura y a las personas que les rodean”.

 

El término nace de un juego de palabras con el presentismo que las empresas están volviendo a imponer tras el auge del teletrabajo por la pandemia

 

Concluyen en Vervet con una lógica amonestación: “El resentimiento creciente en la plantilla no es bueno para la moral, la productividad o la motivación. A nivel personal, puede afectar mucho a la salud mental de los empleados que rodean a una persona especialmente negativa”.

Todo cierto. Pero quizá les falta por descifrar un riesgo más sutil e inquietante. Otro artículo de Forbes, este del articulista senior Mark Murphy, se preguntaba recientemente si “inventar palabras como «resentismo» socava la credibilidad de los RRHH”. Su conclusión es demoledora: “No es un ejemplo de comunicación con datos concretos, cifras reales y lenguaje específico. Apoyo plenamente que se aborden los graves problemas que afectan a los empleados […]. Pero demasiados CEO y directores financieros ponen los ojos en blanco cada vez que aparece una nueva palabra de moda, y eso perjudica a todos los que intentan solucionar problemas reales”.

 

La amenaza de una recesión mundial parece haber desactivado la «gran renuncia», pero los empleados se ven agobiados por más responsabilidades laborales y la enorme presión del coste de la vida

 

El campo de batalla de las redes sociales muestra cómo se van perfilando algo así como dos bandos al respecto. Angela Ferguson, directora general de Futurespace, se define en LinkedIn como estratega/diseñadora de lugares de trabajo. En un post en su perfil, habla de «resentismo» (ella lo escribe en minúsculas) y, aunque matiza que “no es un concepto o una experiencia nueva para muchos trabajadores”, sostiene que “las empresas deberían invertir en un diseño innovador, neurodiverso, altamente funcional y centrado en el futuro para crear un lugar de trabajo mejor para sus empleados”.

Le responde en el hilo Julian Dunn, responsable regional de EUS Intelligent Workspace en Datacom: “Los malos gestores, el management y el spineless HR acaban de inventar otra palabra para enmascarar su incapacidad para gestionar de verdad. Ya sabes, hacer su trabajo. En lugar de eso, inventamos una nueva forma de avergonzar a las víctimas”.

Dejando aparte la cuestión de en qué se puede estar convirtiendo LinkedIn (para bien, para mal o, más probablemente, para las dos cosas), el debate parece servido. No solo sobre el resentismo; también sobre el tráfico de conceptos.

Causas y soluciones
Una forma de valorar la enjundia del nuevo término de moda podría ser comprobar la profundidad y utilidad de los análisis a los que da lugar. Este es el esquema del que propone Vervet Partners:

Causas del resentimiento

  • Más responsabilidades laborales (e inmanejables) debido a la escasez de candidatos o a que no se sustituye a los empleados que se marcharon durante la Gran Renuncia
  • La enorme presión del coste de la vida
  • La amenaza de una recesión mundial
  • Verse obligado a volver a la oficina después de trabajar desde casa.

¿Cómo puede abordar el resentismo en su lugar de trabajo?

  • Animar a los trabajadores a utilizar sus vacaciones
  • Aplicar una política de puertas abiertas para fomentar la comunicación
  • Ofrecer oportunidades de desarrollo
  • Revisar los salarios

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