Las empresas con mejores resultados saben que entre sus ventajas competitivas está su estrategia de talento y en ellas el CEO y el DRH son el tándem perfecto para alinear objetivos y propósitos a través de una propuesta de valor al empleado retadora y diferenciada. Sin embargo, en una gran mayoría de organizaciones ese entendimiento aún no se ha producido y su ausencia no sólo hace peligrar el estatus quo de la función sino también, y lo que es más peligroso, la sostenibilidad futura del negocio. Por ello urge que acerquen posturas, que el DRH escuche -y sobre, todo, lea entre líneas- lo que su CEO necesita de él, y que éste reconstruya su liderazgo dejándose en el camino prejuicios, certezas y una parte de su ego.
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