por David Reyero, People Business Partner en Sanofi Iberia.- Cambio es una de las palabras más usadas hoy día, tanto en el ámbito personal como profesional. La disrupción múltiple y continuada nos empuja a todos a estar más abiertos que nunca a lo imprevisible, a la innovación, a potenciar nuestra humildad, a no dejar de hacernos preguntas, a ver no sólo los riesgos sino las oportunidades que todo cambio plantea. En definitiva, a ver la transformación permanente como otra “nueva normalidad” en nuestras vidas.
Aversión o inmunidad al cambio: una actitud consustancial al ser humano
Pero una mayoría de personas tenemos inmunidad al cambio. Un ejemplo impactante es que sólo 1 de cada 7 enfermos graves de corazón cambian de manera sustancial sus hábitos vitales. Esto demuestra que el deseo y la motivación no son suficientes. Incluso tratándose de un asunto vital, la habilidad para cambiar y sostener en el tiempo esa transformación nos resulta difícil y esquiva.
¿Qué es entonces lo que se interpone entre nuestro deseo de cambiar algo y el cambio real que podemos llegar a lograr?
Nuestras creencias profundas se unen con “mentalidades fijas” e inercias para crear un sistema de inmunidad al cambio natural, efectivo y poderoso.
El Covid nos ha recordado que tenemos un valioso sistema inmunológico corporal que nos protege ante invasiones y virus no deseados. Algo parecido sucede con nuestro “sistema inmune psicológico”. Éste nos protege de las “amenazas de cambio” a nuestra forma de pensar tradicional, que nos da seguridad y tranquilidad y a través de la cual nos percibimos a nosotros y al mundo que nos rodea. Algo que puede ser positivo en ocasiones, pero que también nos frena para alcanzar nuestra mejor versión.
Ése es el fundamento de Robert Kegan y Lisa Lahey, autores de “Inmunidad al cambio: Cómo superarlo y desbloquear el potencial en ti mismo y en tu organización”. Ambos son profesores de Harvard y creadores de este método para transformar nuestras creencias y así conseguir una transformación personal profunda.
El método de la Inmunidad al Cambio comprende dos procesos: el primero aborda las razones por las cuales nos ha sido difícil cambiar y qué necesitamos cambiar para tener más éxito. El segundo incluye los pasos a seguir una vez entendemos esas razones, es entonces el paso al cambio real.
La clave está transformar nuestra mentalidad y creencias, profundizando en lo que nos sucede por debajo de la superficie de nuestro iceberg. Allí se mezclan objetivos importantes y muy deseados con puntos ciegos, comportamientos inconscientes en contra de estos objetivos o compromisos y asunciones ocultas y creencias limitantes.
Este nivel de transformación potente va más allá de cambios meramente técnicos, como mejorar nuestros conocimientos o habilidades. Requieren adicionalmente cambios adaptativos personales para avanzar a un nivel diferente de donde nos encontramos hoy.
Según Kegan y Lahey este trabajo de introspección es clave para detectar nuestras barreras inconscientes, aflorar nuevas fuentes de energía y avanzar en nuestra transformación, abordando distintas fases:
- Fase 1: Definir un objetivo importante y sus compromisos asociados.
- Fase 2: Barreras que pueden frenarnos (acciones que Hacemos/No hacemos).
- Fase 3: Identificar compromisos ocultos.
- Fase 4: Afrontar supuestos y asunciones ocultas.
Este análisis debe llevarnos a pasar a la acción e implantar un cambio adaptativo, que posiblemente no sea perfecto y tenga sus naturales altibajos.
Como dice el gran coach Tony Robbins: “Muchas personas son apasionadas y quieren avanzar, pero debido a sus creencias limitantes sobre quiénes son y lo que pueden hacer, nunca toman medidas para que puedan hacer realidad sus sueños”.
Hoy más que nunca la transformación profunda requiere compromiso personal, autoanálisis profundo, detectar y afrontar nuestras barreras inconscientes y creencias limitantes y tenacidad para no desanimarse durante el proceso.
Palancas efectivas para transformarnos, avanzar al siguiente nivel de plenitud personal y desactivar nuestra inmunidad al cambio.