Por Gustavo dos Santos, especialista en Empleabilidad y Reconversión Laboral en Human Stadium.- En un universo tan volátil como el nuestro, cobra sentido preguntarnos, cómo es posible conseguir la serenidad para repensarse en la era de la incertidumbre. Hoy el mundo cruje, se moviliza, hay rupturas y todo vuelve a buscar un nuevo orden. Para comprenderse a sí mismo y repensar el camino, es necesario comprender las circunstancias, el entorno y nuestro propio ecosistema sobre cómo está adaptándose a ese nuevo orden.
Sin crisis no hay cuestionamientos y sin cuestionamientos no hay crecimiento. Debemos aceptar que enfrentamos factores impredecibles constantemente y que la incertidumbre formará parte de lo cotidiano, que afectará nuestras carreras ya no lineales y la duración de nuestros proyectos. Debemos entonces cambiar nuestra perspectiva y dejar de verlo como una situación temporal.
Tenemos que llevar a la práctica una rebeldía consciente para cuestionar nuestras viejas creencias que nos limitan, nos atan, nos sujetan.
Y por otra parte, hacer una pausa para detectar nuestros hábitos mentales que, en verdad, son comportamientos intelectuales que conducen a acciones productivas. En ese camino, tener la voluntad de aceptar, interiorizar y comprometerse con las diferentes perspectivas y escenarios. Hoy se requiere de una aceptación fluida y consciente de que nociones como paradojas, ambigüedad, competirán fuerte con el conocimiento y los hechos. Abandonar el control, abrazar lo emergente, prepararnos para la sorpresa, cultivar la curiosidad, permanecer en modo explorador será la clave.
Estar abierto a varias direcciones y tener conciencia situacional. Poder entender las diferencias entre la complejidad y el basado en la reducción de la simplicidad, interpretando la importancia de cómo se mueve el contexto, con turbulencias y claridades. Allan Watts, filósofo y escritor británico decía que «despertar quién eres implica dejar de ir a quien imaginas ser«.
- Nos encontramos en un mundo nuevo dominado por lo desconocido y lo imprevisible. Nos atraviesa a todos.
- Nos hallamos frente a un futuro emergente, en el que todos somos parte del problema y de la solución.
- Hoy lo que sabemos es más importante que lo que no sabemos.
- Se requiere agilidad y adaptabilidad constante.
«El secreto del éxito no es prever el futuro, sino crear una organización y un espacio que prospere en un futuro que no pueda ser previsto» (Michael Hammer).
Transitamos momentos de grandes rupturas, de nuevos espacios de vinculación y trabajo. Momentos que van de la concepción humana, de lugares y espacios controlados a poner en juego aprendizajes constantes, jugar con prueba y error, modificando rumbos de manera constante. Nos cambia el foco para ser certeros y nuestro objetivo puede estar en cualquier lateral del mundo. Un año tecnológico es una era geológica, la inmediatez es pasado, el futuro es hoy.
El trabajo no es lineal y se convierte en un conjunto de proyectos con cambios y transiciones, con desafíos que buscan nuestra reinvención cada vez en plazos más cortos. También gestionamos cambios en nuestra esencia emocional para abordar lo urgente, el nuevo orden, la gestión de ánimos para llegar a resultados claros. En tiempos turbulentos es necesario también incorporar un pensamiento disruptivo, que no elude perturbaciones, sino que las incorpora.
Es un pensamiento que saca provecho de las contradicciones, no necesariamente celebra prácticas disruptivas, sino que es la reflexión sobre la disrupción, y al mismo tiempo, una práctica creativa y responsable. Repensar caminos en estos tiempos será abordar lo complejo, aplicando el arte y la disciplina de afrontar mejor las rupturas y contradicciones. Una buena fórmula será reforzar nuestro sentido de la realidad, combinado con la exigencia de preguntar más, y de forma más intensa, así como de prestar atención a lo cotidiano, al orden y el desorden.
El mundo que transitamos es desbocado, es una pista de juego y al mismo tiempo un campo de batalla.
¿Dónde nos instalamos nosotros, qué reglas estamos interpretando?
Y en ese juego cuando escalamos nuestras propias montañas, cuándo vemos la cumbre, cuando dejamos de verla, cuándo ya no observamos la montaña y cuándo volvemos a verla. Pero nuestro camino, hoy, es más que nunca no lineal, un sendero incierto, donde dejamos lo viejo, entramos en el caos, saliendo de él con mayor exploración de la realidad.
Abrirse a lo distinto es ensanchar nuestro territorio, es reconocer la periferia de nuestro círculo de acción que no es de confort y es reconocer nuestras propias fronteras. En cada paso de nuestra carrera nos hallamos nuevamente ante un cambio de perspectivas. Un cambio de época que revoluciona nuestra manera de ver y comprender el mundo.
¿Estamos preparados para desaprender? ¿Cómo gestionamos esta transformación del mundo? ¿Estamos en condiciones de despedirnos de nuestra vieja perspectiva?
Hoy lo nuevo nace en los límites. Lo nuevo surge en los márgenes. Es aceptar la complejidad estando preparados para la sorpresa, para aquellos que creemos poder resolver lo inmediato. Nos es fácil perder el miedo a probar lo que contradice nuestras propias ideas.
Las empresas están sujeta a hábitos, nosotros mismos amamos los hábitos. No habitamos territorios, sino costumbres. Hoy transitamos una revuelta silenciosa de la inteligencia humana creativa contra la estructura de la vieja sociedad del cansancio.
“Solo las ideas y las soluciones nuevas, la mentalidad, la acción creativa y el desarrollo del conocimiento tiene futuro”, como decía Wolf Lotter.
- Una ruta que nos lleva a mirar, a visualizar e ilustrar de manera continua lo que pensamos, escuchamos y vemos.
- El trabajo hoy es también experimental, sensitivo con la necesidad de generar líderes habilitadores para que surjan ideas nuevas.
- Hoy gestionamos la urgencia estratégica, donde cada uno de nosotros debe tener conciencia de lo que sucede a su alrededor, pensar seriamente lo que significa y abrir la mente a nuevas posibilidades.
- Es necesario traer lo de afuera adentro, y ello significa modificar todos los mecanismos de vinculación para importar la realidad de la situación. Ser constante es la clave y crear caminos en lugar de buscarlos, destrozar lo perfecto y habilitar lo imposible.
Nada más poderosos para abrir las mentes hoy, ante lo incierto y turbulento, que despertar la pasión, y luego crear una sensación de urgencia alrededor de una gran oportunidad competitiva. Será visibilizar y celebrar todas las oportunidades aprovechadas que demuestren una dirección estratégica, sensata.
Es vencer las fuerzas que frenan cualquier inclinación para avanzar con agilidad. Es ignorar el manual de instrucciones y dibujar nuestro mapa. Perseguir la incertidumbre y abrazar lo impredecible, arriesgar más, soñar más, empujar más, cruzar puentes.
Es trazar también nuevos caminos allí donde no existen mapas. Es encontrar valor y coraje para cambiar nuestra mirada y atravesar experiencias transformadoras. Pero no esperemos que se produzca una experiencia transformadora que nos sacuda los cimientos y rete nuestra forma de ver el mundo. Es seguir evolucionando a veces sin grandes respuestas, porque el cambio no es un accidente, es un proceso. Implica una transformación evolutiva. Es coraje y paciencia, desapego y presencia, compromiso y conexión, adrenalina y riesgo.
Debemos contar con la capacidad de viajar en el tiempo. Esto nos libera del momento singular del tiempo presente para abarcar el pasado y el futuro, en tiempos de grandes rupturas.
Hoy el acto creativo de reinventarse debe ser acompañado de planificación y acción. Nos hemos acostumbrado a la hiperactividad. Muchas veces, desorientados y aturdidos evitamos la pausa para reflexionar sobre la dirección que estamos dando a nuestra carrera y a nuestro trabajo.
La incertidumbre del momento demanda obtener información, saber leer entre líneas, conectar puntos, detectar patrones de comportamientos, imaginar correlaciones, decodificar las señales tempranas que envía el contexto y diseñar escenarios.
En cada verdadero comienzo se esconde la posibilidad de una transformación. La no linealidad implica que el acto de jugar a un nuevo juego incluye un modo de cambiar las reglas.
La no linealidad que exige el momento sugiere que en lugar de resistirnos a alteraciones e incertidumbre, debemos aceptarlas e interpretarlas.
Estamos en un período de agitación de las creencias sin precedente. Un terremoto vital, según Bruce Feiler, es una fuerte corriente de cambio en la vida que da paso a un período de alteración, transición y renovación. ¿Cómo nos preparamos entonces para transitar nuestros propios terremotos vitales? Será encontrar nuevas respuestas, pero necesitamos hoy repreguntarnos qué queremos, qué mapa nos trazamos desde lo individual y desde lo colectivo