Inteligencia artificial: la revolución de las competencias del empleado, por José Carlos Martín Marco

Redacción23 febrero 20176min

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En los últimos tiempos se habla mucho de la influencia que tendrá la inteligencia artificial y la robótica en el futuro del mercado laboral, si esto representará una pérdida masiva de puestos de trabajo o no o, mejor dicho, ya que lo anterior está bastante contrastado, a qué ritmo lo hará. Yo mismo he analizado anteriormente en este blog cómo afectará la computación cognitiva a nuestro trabajo. Me parece importante, no obstante, plantear en esta ocasión algunas soluciones al respecto, y no solo ser correa de transmisión de un mensaje en principio tan alarmante.

Para poder entender mejor el futuro escenario me parece interesante echar la vista un poco atrás. El concepto de robótica no es nuevo, pero su aplicación hasta ahora se daba principalmente en el sector industrial, donde el caso de uso más habitual suele ser la automatización de líneas de producción gracias a robots hardware. Sin embargo, otro tipo de robots, menos conocidos que los anteriores, también se encuentran ya trabajando con nosotros en otros sectores de actividad, como son servicios, entornos financieros, seguros, energía, etc. Son los robots software, una especie de trabajadores virtuales que manejan una o varias aplicaciones, realizan tareas como abrir correos y ficheros adjuntos, copiar y pegar datos, autenticarse en aplicaciones o webs corporativas, extraer datos de documentos, hacer cálculos, extraer y formatear datos, etc. Se denominan RPA (Robotic Process Automation) y llevan ya unos años conviviendo con nosotros.

Pero también hay otro tipo de robots, aquéllos que hacen un uso intensivo de los últimos avances en inteligencia artificial. Éstos se diferencian de los anteriores en su capacidad de tomar decisiones, lo que aumenta el rango de perfiles profesionales a los que potencialmente podrán sustituir en el futuro e incrementa el impacto que tendrán en el mercado del trabajo. La diferencia fundamental entre ambos tipos de robots radica en que los primeros son capaces de automatizar procesos manuales, mientras que los segundos también pueden automatizar procesos inteligentes, son los SPA (Smart Process Automation).

Esta automatización de procesos, bien sea con robots hardware o software, RPA o SPA, presenta numerosas ventajas frente a los procesos manuales realizados por personas, como son la rapidez, fiabilidad, menor coste y, en definitiva, un aumento muy considerable de productividad, aunque un compañero destacaba recientemente el impacto de la AI no en la productividad, sino en la transformación de los modelos de negocio.

Según el último informe de Accenture titulado “Inteligencia artificial, el futuro del crecimiento”, en España este incremento de productividad será de un 11 por ciento adicional al previsto para el año 2035, y se derivará no de un mayor número de horas dedicadas al trabajo por el empleado, sino al uso más eficiente de su tiempo gracias al empleo de estas tecnologías innovadoras. No me resisto, eso sí, a puntualizar que dicho incremento de productividad será en torno al 40 por ciento para los doce países analizados en el estudio, y que la diferencia con España -donde solo se prevé del 11 por ciento- se debe fundamentalmente a que el resto de países, de media, está en mejor disposición de aprovechar el impacto de la inteligencia artificial gracias a un entorno más favorable al emprendimiento y unas infraestructuras más avanzadas.

Con cifras tan ventajosas para la productividad empresarial como muestra este informe, no es de extrañar que la automatización sea uno de los temas que ocupan la agenda de los CEO dentro de la estrategia de transformación digital de la empresa.

Se trata de una actividad que implica a muchos estamentos organizativos y requiere, como primer paso, la identificación de las actividades en las que realmente aporta valor el talento de la persona, frente a las labores puramente mecánicas. Y también conviene no olvidar la importancia de fomentar el desarrollo de las habilidades puramente humanas, como el pensamiento crítico, la creatividad, el liderazgo o la inteligencia emocional, por ejemplo. A esta conclusión llega otro informe muy relevante que ha publicado recientemente Accenture, en el que se afirma que si los empleados desarrollan este tipo de habilidades la proporción de empleos en riesgo de automatización total se reducirá sustancialmente.

Para finalizar, y en contraposición al mensaje aparentemente pesimista con el que empezaba el artículo refiriéndome a una segura reducción sustancial de puestos de trabajo, en el último estudio mencionado, y sobre una encuesta realizada a más de 10.500 trabajadores de diez países, estos muestran una actitud muy positiva sobre el impacto que la tecnología tendrá en su lugar de trabajo, aspecto que, como hemos visto, deberá acompañarse de una revolución de las competencias del empleado.

Entrada escrita por José Carlos Martín Marco en el blog A un clic de las TIC.


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