Según el presidente ejecutivo de Prisa, Juan Luis Cebrián, hay una combinación fatídica de culturas en las organizaciones que está impidiendo asumir el tremendo cambio disruptivo que ha traído consigo la revolución tecnológica. “El impacto de la tecnología ha sido disruptivo pero el cambio cultural no puede serlo”, ha afirmado. Por ello, en su opinión la mayor asignatura pendiente de las empresas, sea cual sea su sector, sigue siendo adaptarse al cambio total que han supuesto las nuevas tecnologías y que supone saltar la resistencia de las generaciones mayores y crear organizaciones horizontales, basadas en el autogobierno y menos jerarquizadas. Así lo ha afirmado ante los más de 100 directivos de RR.HH. y Directores Generales que han acudido a la última sesión del Observatorio Colón, organizado por PeopleMatters en colaboración con HRAccess.
Si tuviera que fundar ahora El País empezaría en la Red. La revolución tecnológica está ahí y es más importante que la que produjo la imprenta.
Para hacer frente a este entorno de cambio cultural ha revelado que el Grupo Prisa ha creado una Oficina de Transformación Digital para buscar un nuevo modelo de compañía capaz de asumir ese reto en un sector en el que considera que “no existe un modelo que garantice el éxito”. En dependencia directa del presidente ejecutivo, la oficina tiene como objetivo liderar la Transformación Digital del grupo, integrando para ello profesionales de todas las edades y especialidades excepto financieros. Los mayores de 45 años tienen experiencia pero se resisten a cambiar porque se sienten desplazados y la nueva generación adolece de exceso de arrogancia; entre ambos media un salto generacional que no se puede gestionar a la misma velocidad con la que asumimos los nuevos desarrollos tecnológicos. En este sentido ha asegurado que “los directivos de las empresas son analógicos e intentan minimizar el efecto que tendrá Internet en sus vidas. Sin embargo, debemos ser conscientes de que afectará hasta a las empresas más intensivas en mano de obra y en todos los rincones del mundo. El cambio cultural al que nos resistimos las viejas generaciones va a llegar ya en siete años a otros 5.000 millones de personas a través de dispositivos móviles en países en los que ni siquiera han tenido teléfonos fijos”.
En su conferencia “¿Pueden los griegos ser como los alemanes? Las grandes transformaciones del siglo XXI”, Cebrián ha explicado que existe solo una crisis económica sino un cambio de paradigma que afecta a las instituciones y a la democracia. Los medios no son una excepción y componen uno de los sectores más castigados por estas nuevas reglas del juego. “La publicidad ha caído en España un 65% en los últimos tres años y no volverá, solo en parte. No es una crisis: es que todo va a ser diferente. El periodismo no va a desaparecer pero sí tiene que transformarse”, ha asegurado. En el caso de PRISA, ha confesado que “el castigo ha sido muy duro: éramos 15.000 y ahora 12.500. Pero no basta con recortar, hacen falta políticas de transformación de las carreras, de incentivos y acercarnos hacia un tipo de organización adaptada a una nueva era. El modelo de empresa jerárquico y verticalizado con el que trabajamos no vale en la Red porque es caótica, pone en crisis el sistema piramidal y de poderes y hay sistemas de autogobierno que producen terror en las organizaciones”.
Sobre cuál es el camino que tienen que seguir los medios de comunicación, Juan Luis Cebrián ha reconocido que el sector ha demostrado que no existe un modelo de éxito, en donde compiten todo tipo de medios informativos (medios tradicionales, online, blogs, redes sociales, etc.), sino experiencias individuales y empresas que son rentables y otras que no. “Internet, además, ha añadido un frente nuevo que es común a todas las compañías: solo Google en Estados Unidos factura en publicidad más que todos los medios juntos -ha especificado- y lo que hacemos en las empresas es recortar costes sin asumir que el cambio es cultural y definitivo”. Tal es su grado de convicción al respecto que finalizó su intervención reconociendo que “si tuviera que fundar ahora El País empezaría en la Red. La revolución tecnológica está ahí y es más importante que la que produjo la imprenta”.
