Un entorno sin estrés promueve la innovación y la productividad. Con esta premisa Steven Poelmans, profesor de EADA, expuso en las pasadas jornadas sobre liderazgo y Coaching organizadas por Top Employers Institute y EADA Business School, los avances en el neuroliderazgo, un nuevo campo de investigación que recoge los hallazgos de las neurociencias para aplicarlos en la mejora de la eficacia directiva. «Bajo estrés, dejamos de pensar. El cerebro necesita serenidad para funcionar. La mejor forma de gestionar el talento es gestionar el estrés, que es fundamental en el trabajo» resaltó Poelmans.
El entorno de trabajo tiene que ser cómodo para pensar mejor. Las personas que tienen control sobre el diseño de su espacio de trabajo son un 32% más productivas. La libertad para diseñar este espacio por parte del empleado resultará de todas maneras en beneficio de la empresa.
También es fundamental que el cerebro ejercite diversos tipos de actividad a lo largo del día, y que las reuniones de planificación se organicen en los mejores momentos de la semana, «que son el lunes, el martes y el miércoles por la mañana», subrayó Poelmans.
Los estudios neurocientíficos -continuó Poelmans- también ofrecen conclusiones sobre lo que motiva a los profesionales: «Las recompensas externas, como la remuneración, se diluyen con el tiempo. La gratificación sostenible está basada en un feedback inmediato basado en la tarea».Las generaciones están cambiando, igual que las motivaciones de los empleados que tienen que ser constantemente analizadas para conseguir recompensar al empleado y que este se sienta comprometido y cómodo en la empresa. La retención de talento también es vital y el neuroliderazgo tiene mucho que decir en este aspecto.
