Uno de los debates más recientes y relevantes en el sistema educativo español es apostar por una educación no solo orientada a la obtención de conocimientos y aptitudes, sino centrada en valores universales como la solidaridad, la empatía, el sentido crítico y la cooperación. La relevancia y pertinencia de la educación en valores se hace más patente después de la implantación de modelos de teletrabajo y educación a distancia, al poner éstos de manifiesto la necesidad de una implicación por parte de la sociedad para la formación de las actuales y futuras generaciones como ciudadanos responsables y comprometidos.
Un efecto claro derivado de la crisis sanitaria que comenzó en el año 2020 ha sido la ruptura de la barrera que separaba la educación formal que se imparte en las escuelas de la que los niños reciben en sus casas de la mano de sus familias.
El tiempo de convivencia de padres e hijos se incrementó de manera considerable debido al cambio de modelo de trabajo y educación obligado por las restricciones impuestas por la pandemia. A diferencia de la tradicional, en la educación en valores no hay distinción entre lo que sucede dentro y fuera de las aulas y en el contexto actual se hace más patente que nunca la necesidad de una implicación conjunta por parte de todos los actores educativos no solo para formar individuos justos, solidarios y responsables, sino también para que lleguen al mercado laboral como personas válidas, competentes y con capacidad crítica.
Paqui Molinero, Jefa del Departamento de Innovación Educativa del Grupo Brains, nos resume los cinco principios para introducir la educación en valores que se pueden aplicar en el ámbito educativo, familiar o laboral:
● Debatir, una forma de alcanzar consensos. Es necesario eliminar la comunicación unidireccional. Una de las formas más efectivas de aproximarse a las problemáticas del mundo actual es el debate. Permitir que la discusión, de manera educada y ordenada, sobre temas de actualidad, compartir diferentes puntos de vista, y poder alcanzar acuerdos y consensos en cuestiones básicas. Enseñar la importancia de poder expresar sus ideas y la importancia de saber escuchar.
● Fomentar la tolerancia. Exponer y conocer la diversidad de todo tipo es un paso necesario para desarrollar tolerancia y empatía entre los individuos. El rechazo de todo tipo de discriminaciones se puede explicar desde el conocimiento, a través del acercamiento a otras culturas y otras realidades sociales.
● Desarrollar el pensamiento crítico. Vivimos tiempos líquidos y acelerados, marcados por un exceso de información. Es importante educar un pensamiento crítico entre las nuevas generaciones, que puedan desarrollar razonamientos lógicos por sí mismos y evitar caer en estereotipos y estigmas que perpetúan las desigualdades sociales actuales.
● Uno para todos y todos para uno. Si algo positivo hemos de extraer de la pandemia, son las lecciones aprendidas, y una de ellas es la importancia de la solidaridad. Hemos entendido por primera vez que si no proponemos soluciones globales y actuamos de forma coordinada, difícilmente podremos solucionar los problemas de una sociedad cada vez más globalizada e interconectada, por lo que la cooperación es la única forma de actuación posible.
● Cuidar nuestro patrimonio común, nuestro hogar. La cuestión medioambiental es el principal reto global al que se enfrentarán las futuras generaciones, como ya hacemos las actuales. Es importante fomentar el respeto y cuidado de nuestro entorno, el principal patrimonio común compartido por toda la Humanidad.
