“El liderazgo tiene que ver con la conducción del futuro. En el caso de la empresa, esto guarda relación con diversos tipos de competencias. Por un lado, se necesita una determinada habilidad para conducir personas. Por otro, se requiere también saber poner en práctica la estrategia y modificar la estructura organizativa para lograr resultados positivos. Por último, también es fundamental saber generar un propósito y una misión suficientemente inspiradores como para servir de guía a la acción.
El cómo, el qué y el porqué son igualmente importantes. Los tres contribuyen a generar un impacto similar en términos de eficacia:
– El cómo afecta a la mejora de las actitudes de los empleados, que, a su vez, guarda relación con el rendimiento.
– En cambio, el qué no tiene ningún efecto sobre las actitudes de los empleados pero afecta directamente a los niveles de productividad del equipo.
– El porqué da sentido y orientación a nuestras tareas y nos ayuda a comprender la trascendencia de lo que hacemos.
La detección de oportunidades va ligada sobre todo con los qué, es decir, con la definición y puesta en práctica de estrategias que aspiran a incidir de manera original en el entorno. Por eso, hay que asociar la reflexión sobre el liderazgo en entornos de adaptación y procesos de cambio, al aprendizaje de nuevos métodos y conductas, especialmente cuando existe el peligro (por parte de las organizaciones) de caer prisioneras del sistema establecido”.
Este párrafo pertenece al estudio sobre liderazgo “Oportunidades para el directivo en escenarios adversos”, elaborado por KPMG, ESADE y la Fundación CEDE, que se enmarca en la voluntad de ésta por proporcionar al directivo ayudas intelectuales, morales y de conocimiento en general, que favorezcan y estimulen sus capacidades ante la toma de decisiones.
Los autores del informe proponen cuatro posibles respuestas (resiliencia, adaptación, anticipación y transformación) que vinculan, a su vez, con cuatro formas posibles de ejercer hoy el liderazgo.
En este marco, el estudio explica que los actuales retos económicos demandan el desarrollo paralelo de nuevos modelos de liderazgo que transformen las organizaciones y les permitan una adaptación eficiente a aquéllos. Los autores del informe proponen cuatro posibles respuestas (resiliencia, adaptación, anticipación y transformación) que vinculan, a su vez, con cuatro formas posibles de ejercer hoy el liderazgo. “Estas cuatro respuestas no se oponen entre sí –explican-, e incluso pueden ser complementarias, pero se presentan como diferenciadas porque de acuerdo con la circunstancia empresarial u organizativa que nos toque vivir pueden tener un grado de aplicación y pertinencia diferentes. En las cuatro podremos ver formas distintas de detección y logro de oportunidades, pero cada una requiere, para tener éxito, una particular adecuación a la situación y al momento de la empresa y a las características de su entorno”.
RESILIENCIA → LIDERAZGO RESILIENTE
Se ha bautizado el primero de estos tipos de liderazgo como resiliencia: la capacidad de estar bien incluso cuando las cosas van mal. Elena Pisonero, presidenta de la operadora de satélites Hispasat, señala que “frente a la adversidad y la tentación de parálisis de muchas organizaciones es precisa una actitud positiva de superación, sobre todo por parte de sus directivos”. La actitud y el estado de ánimo afectan directamente a la percepción de la realidad, y consecuentemente a la producción y la efectividad. Hace falta creatividad e innovación, pero Jonás de Miguel, country manager de la empresa de tecnologías del agua Aqualogy, es bastante terminante al afirmar que “ninguna de estas habilidades se puede desarrollar en un entorno empresarial de miedo, amenaza o desorientación”. El directivo ha de promover una actitud positiva que permita a los trabajadores desarrollar sus capacidades y los aliente a resistir lo que quiera que se venga encima.
ADAPTACIÓN → LIDERAZGO ADAPTATIVO
Necesitamos un cambio, pero, ¿en qué dirección? Cambiar exige ser capaz de diagnosticar los problemas con objetividad, analizar en qué nos hemos equivocado y qué dificultades provienen de la realidad exterior. Si somos capaces de definir qué debemos descartar, qué preservar y qué características necesitamos incorporar, el desafío se convertirá en una oportunidad de cambio y transformación. Enric Casi, director general de Mango, sostiene que “la crisis es una excelente excusa para volver a pensar qué somos como organización y a qué nos queremos dedicar”. El director de Mango cuenta cómo la multinacional se apresuró a hacer cambios estructurales en cuanto comenzó la coyuntura económica, y coincide con la visión del profesor Castiñeira en que “el liderazgo en estas circunstancias de crisis tiene que ser adaptativo y estar focalizado a objetivos muy concretos y más priorizados y controlados”.
ANTICIPACIÓN LIDERAZGO EMPRENDEDOR
Anticiparse consiste en que, una vez analizados todos los signos, seamos capaces de adelantarnos a las oportunidades. Es una actitud emprendedora que apuesta y se arriesga, siempre guiados por un impulso innovador y por el análisis previo. Si hay algo en lo que prácticamente todos los participantes del estudio han coincidido, es en que la internacionalización fue un salvavidas para sus empresas en cuanto comenzó la crisis. Eloi Planes, consejero delegado de Fluidra, explica que “la internacionalización nos ha proporcionado oxígeno, al permitirnos aprovechar cualquier oportunidad que surja en los mercados globales”. La presidenta de Hispasat aporta un matiz necesario a la estrategia de internacionalización: “No se trata sólo de exportar más para compensar un mercado doméstico deprimido de manera oportunista, sino de considerar que nuestro mercado es global y que debemos analizar nuestras estrategias en ese contexto”. Las empresas que supieron adelantarse a lo que se avecinaba, aprovecharon a tiempo la oportunidad y apostaron exitosamente por la internacionalización.
TRANSFORMACIÓN LIDERAZGO TRANSFORMACIONAL
El último de los cuatro enfoques plantea el tipo liderazgo más proactivo. Conviene ser capaz de cazar al vuelo las oportunidades, sí, pero éstas no siempre aparecen por sí solas. Sólo una actitud ‘transformacional’ nos permite modificar el contexto y crear nosotros mismos las oportunidades. Más que nunca en época de adversidad, el automatismo y la pasividad están condenados al fracaso. Ramón Asensio, CEO del grupo Roca, propone un argumento que desbarata las actitudes pasivas y condescendientes para con uno mismo, en pos de una actitud resolutiva y capaz. “Si reflexionamos un momento, veremos que los problemas graves para las empresas, aquellos que pueden poner en dificultad su supervivencia, rara vez provienen de factores externos o que estén fuera de control de la propia organización». Por último, Juan Arena, presidente de la Fundación SERES, defiende la importancia de la inversión social y sostiene que ésta “debe estar embebida en la estrategia de la compañía, generando valor tanto para la sociedad como para la empresa».
Puedes descargar el informe completo aquí.