Menos de la mitad de los trabajadores reconocen que sus organizaciones les están ayudando a imaginar cómo será su trabajo en un futuro que cada vez les parece menos lejano. Y de ellos, sólo el 13%, según datos de Gartner, está participando en procesos de upskilling o reskilling que les permitan estar preparados para lo que viene. Dado que la transformación va a ser fundamentalmente tecnológica, cada vez se aboga más por un aprendizaje que permita experimentar con los copilotos digitales y acelerar la curva de aprendizaje.
Deloitte habla de “los parques de juego digitales” para referirse a “entornos formativos que apoyan el aprendizaje continuo y el desarrollo de nuevas habilidades centradas en el trabajo colaborativo y en el manejo de la tecnología”. Dado que el trabajo y sus procesos serán cada vez menos convencionales, el aprendizaje ha de convertirse en una ventaja competitiva que le dé músculo adaptativo a las organizaciones. Adiós, pues, a los métodos de formación tradicionales y bienvenidos sean los ejercicios prácticos de inmersión que convierten la experimentación y la mejora continua en un hábito cotidiano.
Si bien llamarlos parques de juegos sea excesivo para una cultura como la nuestra, lo importante es lo que subyace tras el concepto o, mejor dicho, la estrategia que le da sentido y que la consultora diseñar teniendo en cuenta distintos escenarios:
- La democratización el acceso al patio de juegos digital. Lejos de ser un espacio reservado solo para especialistas que quieran optimizar procesos específicos, los “patios” están pensados para integrar progresivamente a diferentes perfiles en escenarios que representen los nuevos dónde y cómo aplicar las nuevas competencias. El único requisito para todos es que “jueguen”. “A medida que amplíe el acceso al patio de recreo, preste especial atención a los líderes de nivel medio y a los supervisores de primera línea; suelen estar atrapados en los desafíos operativos del momento y en la consecución de objetivos de desempeño a corto plazo. El aprendizaje en modo experimentación puede restaurar su curiosidad y permitirles participar más plenamente en los procesos de colaboración creativa”, explican desde Deloitte. Eso sí, el juego ha de ser libre para poder fracasar sin sentirse expuestos: mejor espacios libres de altos directivos.
- La estimulación de la curiosidad por el juego. Tiempo, estímulo, oportunidades de experimentación y reglas básicas de juego son los “sí o sí” de estos patios de aprendizaje. El error es un compañero necesario que la experimentación ayuda a minimizar y para ello es importante proveer de diferentes tecnologías y de información para su uso básico. Una sugerencia desde la consultora es la de recompensar a los trabajadores que se esfuercen en adaptarse a esta nueva forma de aprender, y si la experimentación deriva en innovaciones concretas, más motivo para hacerlo.
- La conexión del juego con la tarea, el rol o el objetivo. La creatividad es lo que le da valor al juego, lo vemos en cómo los niños descubren nuevas formas de utilizar los suyos. Los campos de juego corporativos necesitan tener esa apertura de mente para explorar nuevas posibilidades, analizar retos y resolver determinados problemas, permitiendo salir de la caja pero sin perder su porqué con la tarea.
- El uso de áreas de juego digitales para cocrear. “La cocreación está demostrando ser difícil para muchas organizaciones y tanto es así que sólo el 30% de los ejecutivos dicen que involucran regularmente a los trabajadores en la cocreación de estrategias y soluciones”, reconoce Deloitte. Los espacios de juego digitales ofrecen espacios libres de ataduras para idear y poner a prueba los roles, los procesos, los productos y servicios e incluso las herramientas, y de paso, para empoderar a los trabajadores en su propia resiliencia.
- La negociación de los datos de los trabajadores. “Muchas de las herramientas utilizadas en los campos de juego digitales, desde análisis basados en inteligencia artificial hasta gemelos digitales, se pueden aplicar a cuestiones laborales, de fuerza laboral y del lugar de trabajo, pero antes necesita de una entente cordiale con los trabajadores respecto a qué datos utilizar y para qué. Pensemos, por ejemplo, en los dobles digitales: las personas reales en las que se basan tienen que dar su consentimiento no una vez puntualmente sino de manera continua para que se puedan compartir sus conocimientos y capacidades de manera digital y, potencialmente, poseer o compartir su propiedad intelectual.
A todo ello los expertos añaden que no hay que olvidar el carácter inclusivo que ha de presidir los parques juegos de aprendizaje, y no porque su foco sea la integración vía DEI, que también, sino porque la tecnología ha de ser el principal vector de la sostenibilidad del capital humano. Los parques infantiles digitales son más que simples colecciones de las últimas tecnologías avanzadas. Que sean eficientes pasa por jugar en ellos con seguridad psicológica y con confianza.