Núria Jiménez, Consultora Directora del Grupo Cegos.
“Siembra un pensamiento y cosecharás una acción, siembra una acción y cosecharás un carácter, siembra un carácter y cosecharás un destino”. Esta célebre cita de Samuel Smiles resume, a la perfección, el espíritu del Programa de desarrollo “Los 7 Hábitos de las Personas Altamente Efectivas”, basado en el bestseller internacional del mismo nombre, escrito por Stephen Covey, traducido a 38 idiomas, y con más de 20 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo.
Los hábitos son poderosos, guían nuestra vida en gran medida y determinan nuestro nivel de efectividad o inefectividad. Todos estamos de acuerdo en que es conveniente generar hábitos efectivos para conseguir los mejores resultados, adecuados a nuestros fines y sostenibles en el tiempo, tanto en nuestra vida profesional como en la personal. Para generar un hábito, es necesaria la consideración simultánea de tres aspectos: el conocimiento (qué hacer, y por qué hacerlo), la habilidad, (cómo hacerlo), y el deseo (querer hacerlo). Si falla uno de estos elementos no se generará el hábito. Por ejemplo, sabemos que tenemos que comer sano y por qué, también sabemos cómo hacerlo y, sin embargo, muchas veces no lo hacemos, por falta de motivación (falla el deseo). Otro ejemplo: sé en qué consiste el trabajo en equipo, me motiva trabajar con los demás y quiero hacerlo, pero no sé cómo trabajar en equipo (falta la habilidad).
En nuestra vida diaria, tenemos unos hábitos adquiridos a lo largo del tiempo que, de manera inconsciente, guían nuestra conducta. Si estos hábitos no son los adecuados, nuestra conducta tampoco lo será y, por tanto, nuestros resultados serán, evidentemente, susceptibles de mejora. Si queremos mejorar nuestros resultados, tenemos que estar dispuestos a cuestionar estos hábitos, ser conscientes de la necesidad del cambio y de la efectividad de este: “Nada cambia si yo no cambio, yo he cambiado, por lo tanto todo ha cambiado”. La incorporación de nuevos hábitos requiere además de esfuerzo, constancia y disciplina antes de que formen parte de nosotros y los llevemos a cabo de manera automática.
En el modelo de los 7 hábitos de las personas altamente efectivas ayudamos a los participantes a cuestionar sus paradigmas, es decir, “a ver de forma diferente” (el mundo, las personas cercanas, el entorno personal y profesional, etc.), y este es el primer paso hacia la concienciación de la necesidad del cambio personal. Los resultados que obtenemos en nuestra vida o nuestra actividad, dependen de lo que nosotros mismos hacemos y, lo que hacemos depende de la visión que tenemos del mundo que nos rodea, es decir, de nuestros paradigmas. Si estos cambian, cambiará también nuestra forma de actuar y por tanto los resultados finales. Si nuestros paradigmas están alineados con principios universales (integridad, igualdad, coherencia, libertad, etc.), tendremos un comportamiento más efectivo y conseguiremos mejores resultados.
Cada uno de los 7 hábitos que incorporamos en el Programa está basado en un principio y juntos persiguen el cambio personal e interno de cada uno buscando la mejora continua personal e interpersonal. Los principios son leyes naturales o verdades fundamentales, tal como la ley de la gravedad. No se eligen, no cambian, son universales, autoevidentes, permanentes, externos a nosotros mismos, operan con o sin nuestro entendimiento y aceptación, y producen resultados predecibles.
Para entender el carácter secuencial y continuo de los 7 hábitos de las personas altamente efectivas, utilizamos un diagrama que denominamos el “Continuo de madurez”, en el que se pueden apreciar tres niveles de desarrollo:
– El primero, de madurez más baja, es el de la Dependencia. En este nivel la persona depende totalmente de los demás, su actitud es la de no asumir responsabilidades directas. Siempre es “el otro” el que tiene la culpa de lo que le pasa a la persona: Tú dices, Tú provees, Tú cuidas de mi, Yo te culpo a ti por los resultados de mi vida”.
– El segundo nivel de madurez lo llamamos el de la Independencia. En este nivel uno está libre de influencias externas, tiene la actitud del “Yo puedo hacerlo”, Yo puedo elegir, Yo soy dueño de mis actos y responsable de ellos.
– Y por último, el nivel más alto de madurez, el que llamamos Interdependencia. Es la actitud del Nosotros. “Nosotros podemos cooperar. Nosotros, juntos, podemos lograr algo más importante.
Las personas efectivas consiguen dos victorias en la vida: una Victoria privada cuando aprendemos qué es el autocontrol y la autodisciplina (“hábito 1: ser proactivo, hábito 2: comenzar con un fin en mente y hábito 3: poner primero lo primero”), y una Victoria Pública, cuando consolidamos las relaciones profundas y duraderas con otros (hábito 4: pensar ganar-ganar, hábito 5: procure entender antes de ser entendido, hábito 6: sinergizar). El hábito 7 rodea a todos los demás y, es el hábito de la mejora continua. A medida que ponemos en práctica los 7 hábitos, dejamos de ser dependientes de los demás para conquistar la independencia y, finalmente, la interdependencia, donde cosechamos los frutos de la cooperación y la colaboración al más alto nivel.
Estos 7 hábitos no son más que, según Covey, sentido común organizado. Aunque como todos sabemos, el sentido común no es práctica común. Podemos resumirlos de este modo:
Hábito 1: Ser proactivo. Básicamente significa que tu vida es producto de tus valores, de tus decisiones, no de las condiciones de tu vida. Tenemos la capacidad de elegir nuestras respuestas ante cualquier circunstancia. El resultado que obtenemos cuando somos proactivos es que aprendemos a tomar la iniciativa.
Hábito 2: Comenzar con un fin en mente. Es el hábito del liderazgo personal, tú decides dónde quieres llegar en tu vida. El resultado de incorporar este hábito es que desarrollas una misión, visión y valores dentro de tu organización y /o en tu vida personal.
Hábito 3: Poner primero lo primero. Es el hábito de la administración del tiempo. Significa que pones las cosas más importantes en primer lugar. Como dijo Goethe, “las cosas que importan más, no deben estar a merced de las que importan menos”. El resultado es que aprendes a equilibrar las prioridades clave de tu vida.
Hábito 4: Pensar ganar-ganar. Es el hábito del beneficio mutuo. La consecuencia es que aprendes a mejorar la comunicación interpersonal valorando las diferencias.
Hábito 5: Procura primero entender, luego ser entendido. Es el hábito de la comunicación empática. El resultado es el respeto hacia los demás y las relaciones efectivas.
Hábito 6: Sinergizar. Significa que “el todo es más que la suma que las partes”. El resultado es el trabajo en equipo y la innovación.
Hábito 7: Afilar la sierra. Es el hábito de la mejora continua y rodea a todos los demás. El resultado es el equilibrio y la renovación en todas las dimensiones de la vida (social/emocional, cuerpo, mente, espíritu).
Personalmente, leí el libro por primera vez en 1998, y me ayudó en mi trabajo y en mi vida personal. Unos años más tarde, tuve la oportunidad de incorporarme al Grupo Cegos y de profundizar en su enseñanzas y aplicación a través de la impartición y el desarrollo de programas de alto impacto de las soluciones Cegos FranklinCovey, que contribuyen, sin duda, al desarrollo de nuestra misión: “Contribuir al desarrollo de las personas y las organizaciones para acompañarles a su éxito”.
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