John F. Kennedy llamó al cambio “la ley de la vida” y George Bernard Shaw advirtió que “el progreso es imposible sin cambios”, pero a quien llevamos tatuado en el inconsciente es a Charles Darwin: «No es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta a los cambios». La agilidad es el punto de partida de esa capacidad de mutación que, en la actualidad, debe ser, además, una actitud permanente y una habilidad de uso intensivo. ¿Cómo de provistos estamos en nuestras organizaciones de ambas competencias? La guía «Workforce agility for dummies», elaborada por el equipo de investigación de Cornerstone, ofrece una perspectiva innovadora sobre cómo preparar a la fuerza laboral para ser más ágil, deteniéndose en 10 beneficios concretos que confluyen en uno último: el tan ansiado compromiso del empleado.
Los autores de la guía, Carina Cortez y Mike Bollinger, los explican aportando ideas de cómo trabajarlos para que la inversión en la agilidad de la fuerza laboral sea rentable para la organización. ¿Cómo lograrlo? Entendiendo que consegir el compromiso de las personas es la consecuencia, no el objetivo. El desarrollo de habilidades refuerza las fortalezas organizacionales incrementando las profesionales, y ese es el binomio ganador en un contexto de ritmo del cambio exponencial.
Cuando adoptemos plenamente los conceptos que permitan desarrollar al empleado en el marco de la estrategia de crecimiento de la organización descubriremos que:
- Se reduce el tiempo de comercialización…
- y se acelera la innovación.
- Se empodera al empleado para tomar decisiones…
- reduciéndose los riesgos, los errores y los costes…
- mejorando la productividad…
- y aumentando la retención.
- La satisfacción del cliente es mayor…
- y se fortalecen las bases internas para el crecimiento y la expansión.
- Los ingresos aumentan…
- y el EBIDTA crece.
Este «juego de binomios» es evidente cuando se objetiva que la realización del potencial organizacional está directamente relacionada con la realización del potencial profesional. Por ello, el reto está en construir una cultura de logro que tenga un enfoque proactivo en el que aprender, crecer y contribuir sean verbos compartidos de manera unívoca por la empresa y por los empleados.
Si quieres profundizar en el contenido de la guía puedes hacerlo a través del siguiente enlace: