En medio de la polémica política sobre cómo se va a dar cobertura desde la Seguridad Social a los usuarios de Muface, las empresas tienen la necesidad de cerrar los seguros de salud corporativos para 2025. En esta ocasión, la negociación está marcada además de por la tradicional subida del coste de las primas, la sombra de los copagos y la customización por tramo de edad. En lo que sí hay consenso entre mutuas, prestadores de servicio y empresas, es en que el seguro de salud es el beneficio retributivo más generalizado (80% de las empresas) y mejor valorado por los empleados.
«Cuando una empresa ofrece seguro de salud a sus empleados, sea cuál sea la modalidad elegida, es muy difícil que deje de hacerlo. El seguro de salud corporativo tiene la capacidad de incrementar la productividad, mejorar el clima laboral, y atraer y retener talento; y forma parte de la creación de una identidad socialmente responsable». Esto explica que en 2024 se hayan firmado primas por valor de 3.500 millones de euros, según explica Fabián Vega, jefe del departamento de Desarrollo de Negocio de Colectivos, en SegurCaixa Adeslas.
Vega participó hace escasos días en la presentación del Informe El horizonte de los seguros de salud en el ámbito corporativo, perspectivas integradas, elaborado por ORH e iSalud, con la colaboración de Sagardoy Abogados. El estudio revela que en los últimos dos años el seguro de salud como beneficio retributivo ha experimentado un crecimiento del 4%, pasando del 48,4% en 2022 al 52% en 2024. Junto a ello progresa, en paralelo, el incremento de los costes de contratación de las primas, que en 2023 lo hizo en un 6,62% respecto al año anterior y que en el primer trimestre de 2024 ya ha registrado un aumento del 10%.
Retos a pesar de todo
Aún con estas cifras, el sector se afronta a profundos retos debido al nuevo panorama sociodemográfico y la nueva toma de conciencia sobre la salud:
- Envejecimiento de la población, aumento de la edad de jubilación y mayor esperanza de vida: más afluencia a las consultas médicas, mayor número de pruebas diagnósticas, convivencia de la enfermedad en el puesto de trabajo y prevalencia de enfermedades con alto coste de tratamiento.
- Aumento de las patologías relacionadas con la salud mental en todos los segmentos poblacionales y especialmente en los más jóvenes.
Saturación de la red de salud pública y búsqueda de opciones en la privada. - Elevados costes de la inversión en tecnología diagnóstica y de tratamiento, así como de la nueva farmacología.
- La escasez de profesionales médicos y sus nuevas reivindicaciones laborales.
La consecuencia de todo ello es un incremento de la siniestralidad o, dicho de otro modo, un uso intensivo excesivo de los servicios médicos que, junto con el entorno inflacionista del mercado, no ha tardado en repercutir en los precios de los seguros de salud. La negociación está servida.