Por Carlos Ricaurte, Senior Director de BTS.- La Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra hoy el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. ¿Sabías que las muertes en el entorno laboral superan el promedio anual de fallecimientos por accidentes de tráfico, conflictos bélicos, violencia y VIH/SIDA? En total, 2,78 millones de trabajadores pierden su vida cada año a causa de accidentes laborales y enfermedades relacionadas con el trabajo, mientras que otros 374 millones de trabajadores sufren accidentes laborales no mortales, según datos de la ONU.
Después de trabajar durante más de 10 años ayudando a organizaciones de diferentes industrias a mejorar su cultura de la seguridad y de colaborar con más de 10.000 líderes a nivel internacional, decidí escribir sobre este asunto. Las problemáticas relacionadas con la cultura de la seguridad en las organizaciones son una realidad, independientemente de la industria, el país o el puesto que se ocupe dentro de la organización, por lo que es necesario ayudar a generar visibilidad para la prevención de accidentes laborales.
Todas las empresas con las que hemos colaborado implementan iniciativas en pro de la seguridad laboral. Sin embargo, siempre llegan a un punto en el que la curva de accidentalidad no decrece más.
Es aquí donde entra en juego el concepto de “speak-up”. Un llamamiento a expresar tu opinión y hablar con voz más fuerte para que la gente – y la organización – pueda escucharte, pero ¿por qué es tan importante levantar la mano?
Después de leer numerosos informes sobre accidentes laborales, la conclusión a la que se llega es que en la mayoría de los casos estos podrían haberse evitado. Pese a ello, muchas de las personas que estaban involucradas prefirieron callar o pasar por alto situaciones de peligro que se podrían haber corregido para evitar el accidente.
¿Cuál es el motivo de este comportamiento? ¿Por qué deciden callar en lugar de informar o denunciar lo que ven, aun sabiendo que pueden evitar un accidente?
Existen dos motivos principales, en primer lugar, el miedo a verse involucrado en algo que no consideran su responsabilidad y que les puede traer consecuencias negativas y, por otro lado, muchas personas sienten que sus comentarios o denuncias no llegan a ningún lado o se pasan por alto, sin percibir cambios.
¿Qué podemos hacer al respecto?
El concepto de seguridad psicológica hace referencia al sentimiento de inseguridad generado cuando se menosprecian los comentarios, ideas o preguntas de los demás. El resultado es que en incontables ocasiones preferimos no llamar la atención a compañeros que se comportan de forma insegura, o no levantar la mano cuando hay alguna situación que compromete la seguridad de una tarea.
Algunas de las razones más señaladas por los trabajadores son la jerarquía, la presión por llegar a los objetivos marcados, los sistemas de incentivos mal diseñados y la presión en los tiempos de entrega.
Aunque la alta dirección siempre prioriza la seguridad sobre la producción, el mensaje comienza a distorsionarse en la medida que va bajando a los niveles más bajos, quienes reciben un mensaje contradictorio, donde deben priorizar la producción y esto sin espacio alguno para la discusión.
¿Cómo podemos conseguir que la organización incluya la seguridad psicológica en su cultura?
El reconocimiento del problema es el primer paso. Se trata de sensibilizar a la organización sobre la falta de seguridad psicológica.
El segundo paso es tomar la firme decisión de implementarla, con la apertura de espacios de comunicación y la admisión de errores, sin consecuencias para quienes los cometen, independientemente de su cargo o posición.
Es importante, como líder, invitar a la participación, sin esperar a que la gente hable. Comienza por exponer tu vulnerabilidad como líder, mostrando que al igual que el resto, también tienes temores, cometes errores y te cuesta trabajo exponerte.
La normalización del riesgo
Uno de los mayores peligros en torno a la seguridad laboral emana de la normalización del riesgo, que surge a medida que se repiten comportamientos desviados sin resultados catastróficos, convirtiéndolos en una norma social para la organización.
La realidad es que el riesgo no desaparece, nunca. Es la percepción del mismo la que disminuye a medida que repetimos ese comportamiento y no hay consecuencias negativas. Es por ello por lo que debemos fomentar que aquellos que dentro de nuestra organización son ajenos a nuestra actividad habitual, nos regalen una mirada fresca, no contaminada, y nos hagan caer en la cuenta que estamos normalizando un riesgo.
Es imprescindible que estemos abiertos a escuchar y aceptar que cuando algo no funciona adecuadamente, es necesario corregirlo.
Es por ello que, en esta celebración del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, todos los que trabajamos en una organización, independientemente de nuestro rol o sector tenemos la responsabilidad de velar por la seguridad de las personas y de los procesos.
