Por Maite Sáenz, directora de ORH.- “Tu jefe es más determinante para tu salud mental que tu terapeuta”. Ok, el 60% de la población mundial achaca al trabajo sus desbocados niveles de estrés, y el trabajo es, entre otras cosas pero no exclusivamente, la relación con los jefes, con los iguales y con los colaboradores. Si esta es la ecuación, ¿podemos hacer n combinaciones con sus elementos? Es decir, del tipo: “Tus colaboradores son más determinantes para tu salud mental que tu terapeuta” o “tus compañeros son más determinantes para tu salud mental que tu terapeuta”.
El primer titular es de una reciente entrevista a la experta en estrés de la Universidad de Harvard, Aditi Nerukar, los otros son los que nadie se atreve a publicar. No niego la existencia de jefes tóxicos, pero reivindico hablar de personas tóxicas para no caer en los estereotipos. Porque los jefes lo son, uno enorme, universal y culpable siempre de todos los males. En el mundo laboral son el peón a batir, un sesgo de desigualdad enormemente consciente.
La toxicidad en las empresas es un fenómeno social y no sólo de liderazgo que está adquiriendo dimensiones peligrosas por mor del compliance laboral y de esa suerte de cultura de orejeras con la que enfrentamos la penosa obligación de trabajar. Cualquier “no” es una toma de decisiones de alto riesgo y el feedback se ve como una carga de profundidad insospechada.
Estamos todos de acuerdo en que el autoconocimiento en el líder es una competencia obligada porque el respeto hace al equipo y el ejemplo también, pero seamos justos y honestos, siempre se enfrenta a los límites del libre albedrío de las decisiones personales. Hay un margen de error que no siempre es fruto del ejercicio de un mal liderazgo y que tiene mucho que ver con el autoconocimiento del resto. ¿Cuánto te conoces a ti mismo? Lo que sigue te puede incomodar pero también te puede ayudar a ser mejor profesional y persona.
Al jefe le pides que te escuche, que te comprenda, que te dé margen y espacio, que te ofrezca recorrido, que te haga sentir bien. ¿Cómo le escuchas tú a él, intentas comprenderle, le das margen y espacio, qué recorrido le permites, le haces sentir bien? ¿Eres el problema para cada solución o la solución para cada problema? La toxicidad puede estar más dentro de ti de lo que imaginas.
La calidad de una relación siempre tiene parámetros bidireccionales, también en el mundo laboral.