El profesional medio, el sandwhich mixto y el bufón del rey

Redacción ORH10 febrero 20256min
bufon del rey y pensamiento crítico
Por Yolanda Romero, coach experta en liderazgo y gestión de equipos y colaboradora de ORH.- Denuncia Alain Deneault, filósofo y profesor de Sociología en la Universidad de Québec y autor de «Mediocracia», que “la mediocracia nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante”. Según la RAE “me-dio-cre” significa “de calidad media, de poco mérito, tirando a malo”. Etimológicamente viene del latín mediocris (medio, común, mediano, ordinario) que se considera un compuesto de “medius” (medio, intermedio, de en medio, central) y ocris, una palabra indoeuropea que significa montaña o peñasco rugoso. Significaría algo así como «el que se queda en la mitad de la montaña»; vamos, en la mitad de la famosa campana de Gauss.

 

La mediocracia me recuerda a la “Filosofía del sándwich mixto”, este emparedado famoso por lo sencillo y rico que está, que te salva de una merienda o una cena improvisada sin nada en la nevera, pero ¿lo pondrías en la cena de Navidad o en un evento con amigos en los que quieres que todo sea especial? ¡Para nada! No tiene la categoría, no está a la altura de las expectativas, no es suficiente… Y es que, en ocasiones, por no decir demasiado a menudo o más de los que nos gustaría, el entorno social y empresarial nos empieza a saber mucho a sándwich mixto, y el contexto actual laboral y el futuro inmediato nos pide más elaboración.

Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política y Social en la Universidad del País Vasco, afirma que “el sistema, por nuestro comportamiento gregario y por igualdad democrática, tiende a premiar la conducta adaptativa; lo malo es que también castiga la disonancia, lo disruptivo, lo incómodo”. Mmmm…malo-malo para los tiempos que corren. ¿Qué podemos hacer para compensar esta tendencia nuestra a dar lo que se espera y nada más, a conformarnos con lo suficiente, con lo correcto, a no ser disonante cuando es necesario? Daniel nos propone rodearnos de la compañía de alguien que nos diga la verdad a la cara, que no nos diga solo lo que queremos oír (y aunque esto es patrimonio de la familia y de los buenos amigos y no siempre son capaces de hacerlo, es necesario tenerlo también en el plano laboral), algo así como la función que hacían “los bufones del Rey”. Y es que la figura del “bufón de corte”, además de hacer reír y amenizar las reuniones y eventos en la Edad Media, poseía un privilegio muy preciado, pues era el único al que se le estaba permitido cuestionar las leyes, lo establecido o incluso la palabra del rey. Bromeando e ironizando sabiamente, el bufón era capaz de poner al descubierto lo obvio de una decisión, la estupidez de una situación o “el elefante en la habitación”, y todo ello ganándose el favor de los presentes. Podríamos decir que tenía muy bien trabajadas las siguientes destrezas:

  • Osadía y coraje: Porque había que atreverse, había que calcular y arriesgar a decir lo que había que decir por supervivencia, por crecimiento y porque siendo solo “palmeros” se asume a veces más riesgos de los que creemos.
  • Autoconocimiento y autocrítica: El bufón tenía que medir muy bien lo que decía ya que había una delgada línea roja que no podía traspasar, por eso jugaba con sus propios defectos y miserias para exponerse y ser el primero en ser criticado, pero señalando también «la verdad”.
  • Sentido del humor y pensamiento crítico: La posición del bufón oscilaba entre el entretenimiento y el de consejero (por pura observación) y era muy hábil al emitir con gracia “verdades como puños”. A la par que hacía ver que se reía de sí mismo realizaba una crítica sutil e irónica capaz de llevar a la reflexión al mismísimo rey. Claro que el rey debía saber leer y escuchar con algo de humildad, y eso no siempre ocurría entonces ni ocurre ahora.

Si llevamos esta metáfora al mundo empresarial, a cómo lideramos, a cómo realizamos nuestros proyectos, a cómo vendemos y lo que vendemos, etc., en estos tiempos de cambio y modas necesitamos dar importancia dentro de las organizaciones a estas destrezas, bien trabajándolas individualmente o bien haciéndonos con nuestro particular “bufón del rey”. ¿Por qué no? Estamos en la era de la aparición de nuevos puestos que antes no existían en las organizaciones como “directores de felicidad o del bienestar”… Quizá haya que trabajar más un poco el nombre del puesto por aquello de que a buen seguro “bufón” no está bien visto peeeeero ¡se aceptan ideas!

 


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