Work hard, not smart: los CEOs nos quieren en la oficina

Por Maite Sáenz, directora de ORH.- ¿En serio el teletrabajo se va a acabar porque a los CEOs españoles no les guste? Tres años de vida le dan después de la turra de bondades que nos han dado con este tema. Tres de cada cuatro (78%) cree que en tres años se habrá recuperado por completo el modelo presencial y otros suben la apuesta siendo 89% los que aceptarían recompensar a los empleados que quieran volver a la oficina dándoles la zanahoria que creen que mueve a las personas: retribuciones varias, incrementos salariales o promociones. Ahí es nada, ¡qué generosidad! ¿No habíamos quedado en que la compensación ya no es tan importante como el tiempo, disponer de él, conciliar, vivir… Pobres departamentos de recursos humanos que van a tener que pensar en rehacer toda su estrategia de atracción y compromiso de talento, sin perder la credibilidad ganada. Suena un poco a truco de dribleros… Los datos anteriores los revela un informe de KPMG que seguro que habéis visto todos porque desapercibido precisamente no puede pasar.
Sinceramente, creo que quieren darnos el cambiazo. Y lo que me sorprende es que, siendo CEO’s y, por lo tanto, líderes clarividentes, se atrevan a prestarse a esta pantomima o globo sonda, que es más un “aquí mando yo” que una interpretación veraz y fidedigna de cómo ha cambiado la relación de la empresa con el empleado. Me da que el futuro les va a dejar desnudos como al emperador y que eso no importará a nadie cuando pase porque como lo que ahora se lleva es donde dije digo digo diego, pues da igual. No, craso error, porque lo que hagamos ahora, aquello por lo que apostemos hoy, definirá lo que seremos en el futuro. Eso es la visión estrátegica «qu’il va de soi» en el rol de un líder.
Resulta que cuando empezaron a arreciar las primeras voces contra el teletrabajo se miraba al manager de proximidad, al mando, al jefe de toda la vida, como responsable de no saber dirigir equipos en remoto y de no establecer objetivos claros que permitieran mantener los niveles de productividad. De ahí a poner a la cultura como la primera damnificada hay un paso, porque mantenerla esparcidos todos por ahí exige unos atributos de liderazgo cuya teoría se comparte pero no se practica. Yo creo que la realidad es que esto es así porque los de arriba también siguen siendo así.
Superamos a Europa en intención de no teletrabajo en un 14%; la cifra tampoco es nada desdeñable en nuestros vecinos pero España is differente, again.
Parece que nuestros altos directivos no se ha dado cuenta de que hay cosas que se escapan a su control y que una vez que hemos probado la flexibilidad, quitarla será como ir contra natura de lo que las nuevas generaciones quieren y lo que los más senior hemos asimilado. Puede ser que pese el coste de los inmuebles, los espacios en los que tanto se invirtió en su momento y que en estos dos últimos años han sufrido el eco de la soledad. Puede ser también que la cultura de liderazgo, esa sobre la que se los mismos CEO’s han dicho que ha de cambiar para adaptarse a los tiempos (los tiempos del conocimiento, de la innovación, de las personas), sigue siendo rancia, desconfiada y nada employee centric.
Ambos razonamientos están en el giro de rodilla de los CEOs españoles, pero sobre todo está lo que siempre es: el negocio. Yo les compro este argumento porque sin productividad, márgenes y competitividad no hay necesidad de talento que valga. Lo que no les compro es cómo quieren afrontar las dificultades que se avecinan. Lo único para lo que nos valen ciertos paradigmas del pasado en para saber que tenemos que evolucionarlos.