Formación: de cursos a recursos construidos con el empleado

Maite Sáenz4 abril 20239min
formación y aprendizaje
Desde la revolución industrial, el aprendizaje en el lugar de trabajo ha sido un proceso estructurado y administrado. Ahora emerge el nuevo paradigma de un estilo más situacional e informal que ya no sitúa el poder y la elección para aprender en el empleador sino en el empleado. Así es como la tecnología está transformando lo que el filósofo y pedagogo sudamericano Paolo Friere llamó «modelo de formación bancario». Así lo recoge Jez Anderson, L&D Consultant de Virtual College, en el estudio «The future of Learning & Development», en el que se analiza cuál es el rol que ha de adoptar el área de Aprendizaje y Desarrollo en el nuevo modelo y cuál es el punto de partida de la actual experiencia de aprendizaje del empleado.

 

El viaje a lo digital del rol de L&D Corporativo tiene 6 etapas cuyo punto de partida define los pasos posteriores:

→ Preferencia del alumno es frontal y central: La experiencia de aprendizaje debes ser el eje sobre el que se visione el planteamiento L&D en una organización, y ello no significa que relegue a los objetivos a conseguir con ella. Simplemente quiere decir que el aprendizaje es un acto de voluntad que, además, se ha de trasladar al quehacer cotidiano. Si logramos que el empleado se comprometa con su aprendizaje el ceumplimiento de los objetivos no estará asegurado pero si encaminado. Así pues, el look & find, la plataforma de hospedaje, los hitos de aprendizaje…, todo ello habrá de ser considerado en la estrategia L&D. No sólo habrá de ser una propuesta “redonda” en el fondo (contenidos) sino también atractiva, accesible y flexible en la forma (diseño).

→ L&D es el habilitador de aprendizaje: L&D debería utilizar plataformas de aprendizaje que permitan a los empleados acceder al tipo de contenido más adaptado al conocimiento que necesitan, cuándo, dónde y cómo lo necesitan. Aunque sea complejo, ha de olvidarse de la idea controlar el proceso y pasar a ceder el control al empleado en los tres ámbitos citados. Para ello, necesita comprobar si su plataforma de aprendizaje puede ofrecer un enfoque más centrado en el alumno y en el flujo experiencia de aprendizaje. Sólo así los alumnos se harán propietarios de su desarrollo buscando lo que necesitan saber y aplicándolo para mejorar la eficiencia y la calidad de su trabajo.

→ Recursos no cursos: No hay nada nuevo en eso expresión pero, más que nunca, la tecnología puede apoyar su materialización a través de una adecuada combinación de formatos, soportes y metodologías. No se trata de ir al todo en esta materia sino de conformar el mix adecuado a las necesidades e idiosincrasia de casa organización. Es interesante la idea de desglosar cursos cortos y otros contenidos ya existentes en fragmentos reutilizables y con formatos múltiples, ya que ello ayudaría al alumno a mejorar el acceso al conocimiento en el propio flujo de trabajo.

→ Definir lo que significa ‘ser digital’: Ni se reduce sólo a utilizar una plataforma de videoconferencia como canal formativo ni  organizar una biblioteca de videos descargables a tutiplén. Tampoco significa realizar grandes inversiones económicas en costosas y complejas tecnologías de aprendizaje. Ser digital es hacer un uso inteligente de la tecnología, y mucha de ella ya es posible que esté dentro de cada casa.

→ La curación es una nueva -e imprescindible- habilidad: La curación de contenidos es el filtro necesario ante la actual invasión de información. Ni todo el contenido es válido (las fuentes son más importantes que nunca), ni todo aplica a las necesidades concretas de cada organización. El menú seleccionado deberá ser el adecuado en fuente, mensaje y forma. Curar el contenido digital requiere un capacidad de comprender las necesidades de nuevos conocimientos, skills y habilidades así como también de cómo compaginar y administrar los contenidos propios y de terceros.

→ Ponte serio con la evaluación: Para muchos en L&D el concepto de ‘evaluación’ es un poco unicornio: “hubiera siglo fantástico de haber existido”. La analítica de datos lo va a hacer posible precisamente porque va a permitir reunir todos los datos necesarios para conocer qué funciona, qué no y, derivado de la reflexión sobre ello, por qué no.

→ Si quieres objetivos piensa primero en cómo medirlos: La mayoría de las estrategias de formación se centran en los resultados, pero es momento de revisar qué se desea conseguir y cómo se va a medir. No es lo mismo considerar un enfoque de aprendizaje en el flujo dentro de la estrategia que otro basado en el aprendizaje colaborativo, en ambos casos la dinámica de medición de su eficacia será diferente.

 

Se trata de obtener aprendizajes y no simplemente resultados. La diferencia es poder medir en tiempo real la mejora de las personas y de la organización en lugar de contar los cursos, los empleados y las visitas a la plataforma de e-learning.

 

El contexto actual de la experiencia de aprendizaje: mucho margen de mejora

La experiencia de aprendizaje es el eje en el que los autores del estudio confían el diseño del muevo modelo de formación en las organizaciones y plantea una serie de datos para poner esta experiencia en su contexto actual:

  • El 85 por ciento de los colaboradores asegura que lo que espera de su empresa es la confianza mínima necesaria para poder aprender a su propio ritmo. Eso supone contar con el tiempo, el espacio y las herramientas adecuadas. Y en el caso de la compañía, implica dotarse de una visión del desarrollo del talento más amplia y no ajustada a programas, itinerarios o indicadores de desempeño cerrados. Más de la mitad de los encuestados por Virtual College dice requerir para ese fin:
    • recursos de descarga: 57 por ciento;
    • elementos de interacción: 55 por ciento;
    • otras cuestiones prácticas: 49 por ciento.
  • En este sentido, el informe identifica tres dimensiones que debe cubrir toda propuesta formativa corporativa:
    • ser atractiva, para involucrar a las personas y hacerles ver la importancia de su desarrollo;
    • ser constructiva, de modo que cumpla con el propósito de la compañía y con las motivaciones del propio colaborador;
    • ser conveniente, es decir, que se integre de manera natural en el flujo diario de trabajo de los equipos.
  • El trabajo identifica las barreras que se encuentran los colaboradores para cumplir con esa misión son, principalmente, de enfoque y de proceso; es decir: se relacionan con una manera de entender la formación y un sistema de aprendizaje obsoletos o desalineados con los intereses del profesional. Así, encontramos que la plantilla de las empresas, por lo general:
    • no tiene tiempo para formarse: 54 por ciento;
    • la formación tiene una duración inadecuada: 33 por ciento;
    • los contenidos formativos no son interesantes: 33 por ciento;
    • los programas lectivos no son útiles: 32 por ciento;
    • la formación no conecta con sus intereses: 25 por ciento.

Fotografía de Aditya Saxena en Unsplash.


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