Restringir en las organizaciones el acceso a aplicaciones de IA generativa no es la mejor solución para adaptarse a lo que viene, porque lo que viene es imparable. Si el miedo es la falta de regulación normativa, una guía rápida de qué se puede y qué no se puede hacer con ella dará el mensaje oportuno para que los empleados experimenten y la organización no se quede atrás. Porque el quid para hacer de la IA un acelerador del crecimiento de los negocios y del rendimiento de las personas es la experimentación. Así lo ha explicado Steven Mills, director de ética de BCG X, durante la presentación del estudio «AI At Work: What People Are Saying».
Cuanto más se usa la IA más engancha y menos miedo se le tiene. La evolución registrada por 5 “sentimientos” en torno a la IA en el ámbito laboral durante los últimos 5 años (desde 2018 a 2023) no deja dudas al respecto: el optimismo ha crecido 17 puntos y la preocupación (traducida en amenazas hacia el puesto de trabajo, los procesos organizativos y la actividad empresarial) ha descendido 10 puntos.
“Los encuestados que usan la IA generativa regularmente son mucho más optimistas que aquellos que nunca la han probado”, recoge la investigación de BCG.
La experimentación es la alquimia de la IA
El 46% de todos los participantes dice haber probado la IA alguna vez y el 26% afirma utilizarla varias veces a semana, pero el zoom en los perfiles revela el Talón de Aquiles que es la formación. El amplio gap que se aprecia en el uso que hacen de ella los líderes, los managers y los empleados se explica, en parte, no sólo por la lentitud en adoptar herramientas soportadas en IA, sino también por el escaso despliegue de programas de upskilling. Vinciane Beauchene, responsable del área de Talent & Skills de la consultora, justifica la poca proactividad de las organizaciones en materia de formación en tres razones:
- Tiempo: Muchas aun no saben las skills que necesitan.
- Inversión: Si no saben lo que necesitan es difícil diseñar planes formativos y darles dotación presupuestaria.
- Modalidad: Dado el vertiginoso avance de la tecnología, la formación ahora ha de fluir en el propio puesto de trabajo.
Pero los datos llaman a la acción: una abrumadora mayoría del 86% de participantes admite que necesita o va a necesitar actualizar sus habilidades y competencias para poder adaptarse a los cambios que la IA va a provocar en su puesto de trabajo. De ellos, el 14% de los empleados reconoce haber tenido ya oportunidades de formarse al respecto, mientras que el porcentaje crece hasta el 44% cuando se trata de los líderes. Quizá esta diferencia tenga cierta lógica si de lo que se trata es de que la alta dirección conozca primero la tecnología para después diseñar la estrategia a desplegar por la organización.
Si la inteligencia artificial hace que el aprendizaje suceda en el puesto de trabajo, la experimentación ha de ser un valor corporativo promovido en toda y para toda la organización.
La brecha de confianza de la IA
Cuando se pregunta a los líderes y a los empleados sobre el uso responsable que sus organizaciones están haciendo de la IA surge una brecha de confianza que no debería pasar desapercibida: los primeros llegan al 68% de confianza en ello y los segundos se quedan en un tímido 29%.
En términos de regulación normativa, y aunque el optimismo sobre la IA fluctúa según los países reflejados en el estudio, todos muestran un consenso bastante compacto en cuanto a la necesidad de establecer una normativa específica sobre su uso en términos éticos y responsables. En el ranking internacional, España se sitúa en segundo lugar después de India, mientras que el único país más alejado de los porcentajes medios (70%) es Japón, con un 64%.
- Asegurarse de que haya espacios para la experimentación responsable que deriven en óptimos niveles de confort con la tecnología y que permitan reconocer los beneficios, las limitaciones y los riesgos de la IA.
- Invertir en upskilling de manera regular ya que, dada la rapidez con la que evoluciona la tecnología, no se puede confiar la adquisición de habilidades a acciones de aprendizaje puntuales; la inversión en L&D ha de ser continua.
- Priorizar la construcción de un programa de IA responsable que dé confianza y confiabilidad a los empleados.