
Elías Azulay, fundador de Jacobson, Steinberg & Goldman y embajador del proyecto Talent Learning de la Cátedra Innovación de la Universidad Politécnica de Valencia, afirma que “se ha dado un paso de gigante al poder tangibilizar y medir de forma precisa el concepto felicidad. Por ello, representa un hito que hayan realizado este tipo de mediciones tanto en el entorno universitario como en el ámbito profesional”.
“Resulta esencial conocer nuestra forma de ser en ambientes cambiantes -explica Azulay-, ya que dicha interacción es la que perciben aquellos que nos rodean. Por ello, con esta técnica, primero se analiza el perfil individual de forma aislada y al vacío; sin observar ninguna combinación o intervención del entorno. Luego se codifica el ambiente donde se va a desarrollar el individuo y así obtenemos como resultado el nivel de felicidad de la persona en la interacción con ese ambiente concreto. Evidentemente, en otro entorno o realizando otras funciones, esa misma persona obtendría un indicador diferente. Se trata de la tecnología denominada Epigenética Social”.
Comenta el investigador que en las actividades docentes impartidas en grupos multidisciplinares y con ejecución de proyectos se han alcanzado tasas “Happiness Score” del 86,00% en la medición de la felicidad de los alumnos. Esto se consigue adecuando el ambiente a los perfiles personales. De esta manera, la mayoría de las personas evaluadas incrementan su felicidad en más de 6 puntos porcentuales, mientras que otras personas la pueden ver ligeramente reducida o incluso, los hay quienes no ven alterada su felicidad inicial. “Lo que se percibe es la acción positiva a modo de contagio de los que incrementan su felicidad sobre aquellos que no lo harían de forma aislada. Individualmente se aprecian algunas oscilaciones pero en cuanto trabajamos con todo un colectivo se destaca que los perfiles individuales se van ajustando al ambiente, considerando las instalaciones, el mobiliario, las funciones a desempeñar e incluso a las personas que nos rodean, como elementos de dicho ambiente”, afirma el experto.
En las mediciones (totalmente anónimas) realizadas en el ámbito universitario, el modelo educativo que contempla aspectos relacionados con equipos multidisciplinares en el desarrollo de proyectos es precisamente el que optimiza los indicadores, ofreciendo la oportunidad a los alumnos de desarrollar convenientemente esa felicidad tan buscada junto a las competencias profesionales necesarias. En el ámbito empresarial, el efecto es exactamente el mismo.
En opinión de Azulay, “la felicidad se basa en un equilibro oscilante entre las intensidades de los registros neuromoduladores. Por ello, no es más feliz el que destaca en uno o en varios registros, sino aquel que aun sin alcanzar tasas elevadas, mantiene dicho equilibrio. Se trata de un aspecto cualitativo y no cuantitativo. Por ello, entendemos que sería positivo y hasta fascinante poder comparar los niveles obtenidos (Happiness Score) en otras universidades y empresas. Nuestro objetivo es ayudar a las personas para que se conviertan en profesionales felices.