Se atribuye a Aristóteles el aforismo “No es la forma de gobierno lo que constituye la felicidad de una nación, sino las virtudes de sus líderes”. Todos sabemos que manejar gerentes “difíciles” de manera remota ha constituido todo un desafío. Pero ahora, volver a hacerlo en persona puede ser aún más difícil. Y si los empleados tienen muchas razones para mostrarse reacios a volver a la oficina a tiempo completo es porque, para muchos, la peor parte de regresar a la oficina puede ser tener que lidiar, en persona, con un mal jefe. En Korn Ferry nos proponen algunas sencillas pautas para hacer más llevadera la transición.
Los líderes no necesitan estar físicamente presentes para ser malos. En línea, hay muchas maneras de microgestionar, muchas maneras de ser injusto, obstinado, insultante y desdeñoso, aseguran en esta consultoría.
De hecho, alrededor del 20% de los empleados dice que su relación con su gerente ha empeorado desde el comienzo de la pandemia. Pero los empleados que han trabajado a distancia durante los últimos dos años al menos han tenido el consuelo de no tener que ver a su responsable de departamento –o en el caso de estos, al director general de la compañía– cara a cara.
Cinco técnicas a considerar
Tener que lidiar nuevamente con jefes incompetentes –también en su trato humano– podría convertirse en un nuevo elemento más para esa difícil retención del buen talento en que se está convirtiendo la vuelta a la oficina. Incluso antes de que comenzara la gran oleada de renuncias en EEUU el pasado año, alrededor del 60% de los trabajadores, según Korn Ferry, aseguraban que habían dejado un trabajo debido a un mal superior. Pero antes de decidir que el líder es demasiado, hay formas de manejar e incluso mejorar la situación; en especial, cuando se regresa al mismo lugar de trabajo previo a la pandemia.
- Conseguir una nueva perspectiva. Si bien uno puede considerar que su superior está manejando mal las situaciones (levantando la voz frente a los clientes, cambiando de dirección en un proyecto sin comunicarlo previamente o menospreciando a determinados miembros del equipo frente a sus colegas), es posible obtener la perspectiva de un tercero. Así, pedir consejo a un mentor o a un coach externo, que no le conozca, puede resultar esclarecedor. Y describirle una situación estresante típica, desde lo que dijo el jefe hasta cómo reaccionó la gente. Preguntarle qué se podría haber hecho de manera diferente y si la situación es tan grave como uno cree que es. También se puede buscar la perspectiva de un colega de confianza, que haya estado en las mismas reuniones o compartido proyectos. Una vez que haya confirmado que otros notan el mismo comportamiento, es posible comenzar a abordar el problema.
- Considerar que la propia reacción podría desempeñar un papel. Cambiar la propia reacción o comportamiento podría hacer que la situación sea menos estresante. Si uno y su superior se molestan con facilidad, un pequeño desacuerdo podría convertirse rápidamente en una disputa enorme y fea. O si el jefe es condescendiente, eso podría influenciar a cualquiera para que ponerse a la defensiva o culpar a los demás. Tomar medidas de precaución puede evitar que situaciones futuras se vuelvan tan intensas. Por ejemplo, si se sabe que el líder se molesta cuando ve los números de ventas trimestrales en el último minuto, es mejor asegurarse de que tenga estadísticas antes de su reunión para evitar un conflicto.
Muchos gerentes muestran un comportamiento de liderazgo deficiente cuando algo les sorprende, aseguran en Korn Ferry. Mejor, no hacerlo.
- Tratar de reconciliarse. Durante una reunión cara a cara con el jefe es buena idea reconocer que hay momentos en los que no trabajan bien juntos. Lo mismo que hacer saber al líder en qué comportamientos se está trabajando para mejorar las cosas; por ejemplo, no reaccionar de forma exagerada o culpar a los demás, tratando de buscar que él haga lo mismo. Aunque es muy difícil dar retroalimentación a alguien que no es un subordinado directo cuando no la solicita. Es preferible identificar los desencadenantes, concentrarse en lo que uno va a hacer para rectificar la situación y esperar que todo ello ayude. Aunque se puede probar a mencionarlo de pasada: “Creo que se siente un poco incómodo cuando los números trimestrales no están listos antes de la última semana del tercer mes. Estoy trabajando para conseguir hacérselos llegar una semana antes de que cierre el trimestre. ¿Eso ayudaría?”.
- Plantearse hablar con Recursos Humanos. Si uno no puede arreglar las cosas con su superior, podría ser el momento de hablar con el departamento que se encarga de las relaciones entre Personas. Comentar al gerente de Recursos Humanos lo que ha estado sucediendo y lo que uno ha estado haciendo para tratar de lograr la reconciliación. Pedir consejo sobre cómo trabajar con el directivo de manera constructiva. Recursos Humanos querrá tratar de salvar la relación, indican en Korn Ferry: no tiene favoritismos y no está de parte de nadie.
- Buscar un nuevo trabajo. Se ha pedido consejo a otros. Se ha sido autorreflexivo. Se ha identificado y desarrollado un plan para calmar las situaciones. Incluso se ha hablado con Recursos Humanos. Pero nada ha cambiado. En esa situación, con todas las soluciones probadas ya, probablemente sea el momento de considerar buscar un nuevo puesto. Si ha hecho todo lo que ha podido y la relación sigue estancada, es preferible irse, puesto que trabajar con un jefe tóxico no es bueno para la carrera ni para la salud de nadie. Los profesionales no dejan ocupaciones interesantes porque sí, recuerdan en esta consultoría: huyen de los malos jefes.
