Ocho hábitos para tomarte la vida (laboral) con filosofía

Por Pilar Llácer, autora de «Por qué deberías tener a un filósofo en tu empresa».- Nuestros tiempos presentes están marcados por la artificialidad de unos algoritmos con aparente inteligencia, que parecen saber en todo momento lo que nos apetecer hacer, ver, consumir e incluso con quién relacionarnos. Nos prometen una eficacia y eficiencia, que el más listo de todos los listos de los seres humanos nunca podrá alcanzar; quizás pueda parecer que nuestras habilidades humanas están en cuestión… Sin embargo, es el momento de reivindicar algunos de nuestros éxitos como especie, que siempre nos han distinguido frente al mundo animal y al artificial.

Vivimos con dos grandes desafíos de los tiempos presentes: la tecnología como sexto sentido y una nueva generación a la que he denominado “Jóvenes con efecto Copérnico”, que ponen en jaque no solo todas las políticas y procedimientos de las empresas, sino algo más profundo: la cultura empresarial y la naturaleza del liderazgo, en definitiva, esos mitos y creencias que son las que determinan el modo de hacer y de ser en las empresas con todos los agentes de interés que ya no son válidas de la misma manera que en el pasado.

Y por todo ello reivindico una disciplina como la filosofía para un “estacionarse a pensar”: tan necesario en tiempos de una prisa y velocidad feroz, en los que tener criterio y el pensamiento crítico serán las bases del buen hacer empresarial. Ejecutar sin descanso y sin aparente rumbo se quedó relegado a un tiempo que pasa y que además nunca volverá en las mismas circunstancias, ni con las mismas generaciones.

He descubierto ocho rasgos de la actitud filosófica que nos permitirán no sólo destacarnos en esta vorágine laboral, sino sobre todo alcanzar un fin que es ciertamente difícil alcanzar hoy por hoy: el de la “buena vida laboral”.

1. La curiosidad: básicamente significa que nunca dejes de creer en la capacidad de cuestionarse si lo que siempre se ha realizado de la misma manera funciona. El legado, el pasado, tiene que ser importante, sin embargo, no debe determinar ninguna decisión.

2. La amistad: parece extraño en el mundo de la empresa, y sin embargo es tan necesario para conseguir los objetivos empresariales. Amistad no significa lealtad, es algo más profundo, el necesario pegamento para que se consigan los resultados de ese ente tan abstracto que es la empresa, y esto lo entendemos todas las generaciones. La unión de lo personal y profesional que tanto reivindican las nuevas generaciones implica cercanía, empatía, competencias alejadas de un aburrido management empresarial.

3. La capacidad de estacionarse para pensar: debería ser obligatorio para todos los jefes, y esto no significa pararse sin más, pues la velocidad de los tiempos presentes no nos lo permite. Sin este rasgo, tan filosófico, me atrevería a decir, sin el cual es fácil la toma de decisiones ni entender los tiempos presentes. La capacidad de cuestionarse con criterio y pensamiento crítico serán diferenciales para entender lo que sucede con todos los agentes de interés. Y más ahora que tenemos a los algoritmos de la inteligencia artificial, siguiendo e imitando nuestros pasos. Advertencia a los jefes, revisa tu legado, tus patrones de comportamiento y los datos. Los que ha sido exitoso en el pasado no tiene por qué serlo en el presente ni en el futuro.

4. La creatividad: eso que desde pequeños se empeñaron en no desarrollar y que, sin embargo, en nuestros tiempos presentes y con la tecnología es tan fundamental. Unir dos temas que no tienen que ver aparentemente. Este será uno de los rasgos que nos diferencie, de momento, frente a la inteligencia artificial que de momento es replicativa.

5. La ejemplaridad: desde pequeños lo que aprendemos y lo que no se muestra no se adquiere solo por el conocimiento sino sobre todo por los hábitos de lo que consideramos bueno o malo, y ahí se presenta el horizonte de la ética.

6. La humildad: quizás es un rasgo poco habitual en las empresas, y solo significa escuchar, cercanía, o simplemente estar siempre dispuestos a crecer en la vulnerabilidad que nos hace tan humanos.

7. Mirar los problemas de raíz: con el pensamiento crítico, pues es el que te va a hacer cuestionar todo lo que te parece tan obvio. Si tienes tatuado el “esto siempre se ha hecho así y funciona” que sepas que asesina para todas las generaciones la innovación que tanto necesitamos como empresas y sociedad.

8. La voluntad de hacer que sucedan las cosas con un sentido ético: sirve para dirigir la acción y la toma de decisiones. Y en estos tiempos presentes en los que los algoritmos parecen que nos van a sustituir, es esencial reivindicar la intuición.

Después de todo, la actitud filosófica sirve para reivindicar la buena vida laboral, esa extraña mezcla de lo personal y lo profesional, donde lo primero toma más peso en esos jóvenes con efecto Copérnico que harán cambiar el rumbo empresarial y que ¡contagian a todas las generaciones!