No dejamos de hablar de salud mental. Es un tema que preocupa. El difícil (y largo) acceso a la Sanidad Pública y el hecho de que muchas personas no sean capaces de pedir ayuda cuando se sienten mal emocionalmente, hace que los problemas de salud mental hayan iniciado una escalada que parece imparable.
Conscientes de ello, muchas empresas ya han puesto en marcha políticas de bienestar que incluyen planes para la mejora de la salud mental, con servicios como psicología, actividades como la meditación o el mindfulness o la cobertura (parcial o total) de seguros de salud privados.
Sin embargo, parece ser insuficiente, ya que los datos que nos llegan sobre el estado de ánimo de los trabajadores en España son cada vez más negativos.
En esta ocasión, ha sido la Fundación Salud y Persona la que ha llevado a cabo el último informe sobre este tema aprovechando que hoy se celebra el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo y los resultados son desoladores.
El director general de la Fundación, Joan Piñol, señala que desde 2020, “la salud mental de la población se ha deteriorado y, lejos de mejorar, ha seguido empeorando. La vuelta al trabajo presencial ha generado trastornos relacionados con la ansiedad, el estrés o la agorafobia que se termina traduciendo en trastornos de la conducta relacionados, por ejemplo, con las adicciones o los hábitos alimentarios”.
Fuente: Elaboración propia basada en los datos de la Fundación Salud y Persona
El estado de ánimo actual: Sólo el 26% de los trabajadores se siente animado
Sabemos que el estado de ánimo de las personas en el entorno laboral incide directamente en la productividad, el engagement, la siniestralidad laboral, el absentismo y, por supuesto, en las bajas laborales.
Es, por tanto, un reto para las organizaciones implantar medidas y servicios que contribuyan a mejorar el estado psicoemocional de las personas que trabajan en ellas.
Según los datos de la encuesta, el 35% de los trabajadores se siente triste a diario: el 31% se siente así en algún momento del día y el 4% reconoce que es su estado anímico general.
La tristeza es una emoción normal que sentimos todos en diferentes momentos de nuestra vida. Sin embargo, la tristeza continuada puede derivar en ciertos problemas de salud mental como la depresión. Por ese motivo, es importante poner el foco en la mejora del estado de ánimo de las plantillas como forma de prevenir enfermedades mentales futuras.
El 39% de los empleados asegura no sentirse triste y sólo el 26% define su estado de ánimo como “animado”.
La ansiedad nos pisa los talones
6 de cada 10 trabajadores en nuestro país se sienten nerviosos a diario. Podría parecer algo normal teniendo en cuenta que a lo largo del día tienen lugar acontecimientos que pueden hacer que se altere nuestro estado de ánimo y aflore el estrés. Sin embargo, no es habitual (ni sano) sentirse nervioso todos los días, ya que esta condición podría derivar en problemas más graves como el trastorno por ansiedad.
Sólo el 12% de los encuestados se siente relejado y el 27% afirma que no se suele sentir nervioso en el trabajo.
Ligado al estrés y las preocupaciones está el descanso. Cuando algo nos ronda la cabeza y nos afecta a nivel emocional, la calidad del sueño desciende de forma proporcional. En este sentido, la Fundación Universidad y Persona ha detectado que el 50% de los trabajadores tiene dificultades para dormir bien.
No estamos bien, pero tampoco pedimos ayuda
Según datos recogidos entre 50 empresas que ofrecen a sus empleados un servicio de atención psicoemocional, esta situación de estrés, nerviosismo y tristeza de los empleados provoca, además de efectos adversos en el entorno laboral, problemas en el entorno personal principalmente con la pareja y los hijos.
Pese a los datos alarmantes y la sabida efectividad de la atención psicológica y psiquiátrica en la mejora del ánimo, sigue existiendo una enorme barrera a la hora de pedir ayuda.
Las mujeres siguen siendo las más dispuestas a buscar ayuda profesional. Así, el perfil de solicitante de ayuda psicosocial en estas organizaciones responde al de una mujer, de entre 30 y 50 años.
