A menudo nos preguntamos: ¿es el dato -con su promesa de precisión y predicción- o la cultura -con su poder de cohesión y adaptación- quien lidera la transformación? Quizá ha llegado el momento de replantearnos si no estaremos jugando equivocadamente al truco o trato. Porque, ¿tiene sentido enfrentar dos motores necesarios? ¿Y si la transformación no es realmente cuestión de elección ni de competencia entre ambos sino más bien de sincronización e interdependencia? Las empresas que tienen éxito y perduran en el tiempo así lo demuestran: aceleran con ambos motores creando tracción hacia un futuro donde la eficiencia y la adaptación avanzan de la mano. Esa fue la idea que marcó el pulso de un encuentro organizado por ESADE, KPMG y Workday, donde CHRO y CIO exploraron cómo alinear la inteligencia del dato con el alma de la cultura para configurar una alianza capaz de sostener el cambio a largo plazo.
El evento contó con una ponencia de Iván Bojarul, responsable de innovación en ESADE, quien buscó respuesta a la pregunta central analizando qué empresas prosperan a largo plazo y cómo la cultura y el dato se entrelazan en su proceso de transformación.
Descifrando el código de las empresas que prosperan
“Las empresas se transforman para vivir más y mejor”, comenzó recordado el experto, para pasar a compartir los tres aspectos fundamentales que definen a aquellas que triunfan a largo plazo:
1. Priorizan la generación de nuevas vías de crecimiento: “Las empresas que sobreviven más en el tiempo y les va mejor a largo plazo son aquellas que priorizan la generación de nuevas vías de crecimiento versus la reducción de costes”.
2. Tienen claridad estratégica: “Las organizaciones más exitosas tienen un nivel de claridad estratégica que les permite realizar grandes apuestas a largo plazo, en lugar de enfocarse únicamente en pequeños objetivos a corto plazo”.
3. Desarrollan capacidades no obvias: “Las compañías que viven mejor toman decisiones y se dotan de capacidades que no son obvias en lugar de decantarse por lo incremental o lo lineal, que es lo que todo el mundo haría”.
Según explicó Bojarul, este desarrollo de capacidades no obvias se articula de dos maneras: a través de la disrupción interna -“aceptan, por ejemplo, canibalizar una parte de su catálogo de productos lanzando algo diferente y nuevo que les va a permitir crecer”- y mediante el engranaje de crecimiento, -“apuestan por un mecanismo interno de crecimiento que se autorefuerza”-. Puso como ejemplo el modelo de Netflix: “Cada vez que atrae nuevos usuarios, consigue más datos. Con esos datos diseña mejores algoritmos que predicen con más precisión las preferencias de los usuarios. Y esto mejora nuevamente su capaz de atracción de más usuarios”. El responsable de innovación en ESADE denominó a este modelo “beyond resilience”.

Identificando los motores de su viaje
Este modelo de éxito, tal y como aseguró el experto, no se mueve con un motor sino con dos:
- Cultura: esencial para generar opciones de crecimiento, mantener claridad estratégica y permitir la experimentación: “Para generar opciones de crecimiento de manera constante es fundamental dotarse de una cultura que mire hacia fuera; para mantener claridad estratégica, una cultura que mire al largo plazo; y para dotarse de capacidad disruptiva y evolutiva hace falta una cultura que permita experimentar en el corto plazo”.
- Dato: clave en los engranajes automáticos que aceleran la transformación. “El dato es clave para que los engranajes de crecimiento funcionen con mayor velocidad y predictibilidad”.
Tampoco en la toma de decisiones, otro de los momentos críticos, la balanza entre la cultura y dato se decanta hacia un lado, ni tan siquiera en la era de la inteligencia artificial, como explicó: “Una toma de decisiones del día a día puede realizarla la inteligencia artificial siempre y cuando hayamos construido un buen modelo para que esa inteligencia artificial pueda funcionar de una manera fiable, para lo cual necesitamos datos. Pero ahora bien, aunque la inteligencia artificial nos diga exactamente lo que hay que hacer, tendremos que ejecutarla en un contexto concreto y con personas a quienes tenemos que motivar, y ahí la pregunta será: ¿en qué tipo de cultura vamos a ejecutar esas decisiones? Y por lo tanto, en este lado final de la toma de decisiones, lo que prevalece es la cultura sobre el dato”, aseguró.
Sincronización de motores: la clave para llegar lejos
Tras este análisis desmenuzado concluyó su intervención sintetizando el equilibrio entre ambos elementos: “El dato nos aporta una mayor posibilidad y una mayor escalabilidad, mientras que la cultura, el cómo lo hacemos y en qué contexto, nos aporta la ventaja diferencial desde el punto de vista competitivo”.
La transformación sostenible, por tanto, no depende de elegir entre cultura o dato, sino en conectarlos estratégicamente, logrando que ambos motores se potencien y generen un efecto multiplicador que permita a las empresas prosperar con velocidad y sentido.