Cuando parece que hemos superado el pico de la tercera ola y comenzamos una tendencia a la baja de los contagios, el papel que desempeñan las empresas en este escenario es fundamental. Su labor en pro de preservar la salud de sus trabajadores durante la pandemia contribuye además a la protección de la población en general interrumpiendo la cadena de infección y transmisión del virus.
Actores clave de la economía, las empresas han ido adaptando su actividad a las recomendaciones y medidas actualizadas en materia de prevención que se han ido pautando desde las autoridades sanitarias competentes. “Desde Umivale hemos preparado esta guía con el objetivo de recopilar y facilitar los pasos a seguir por las organizaciones para gestionar el riesgo de exposición al coronavirus”, ha informado José Luis Cebrián, responsable de Prevención de la mutua Umivale.
Así, este código de Buenas Prácticas detalla una propuesta de cuatro fases básicas a seguir en las organizaciones: evitar el riesgo, evaluar dicho riesgo, planificar la actividad preventiva y establecer medidas de control.
Evitar y evaluar el riesgo
El documento apunta a las medidas organizativas de los equipos de trabajo y medidas de higiene y limpieza como claves para evitar el riesgo de contagio. “Fomentar el teletrabajo siempre que sea posible, reducir el número de personas trabajadoras presentes de forma simultánea, potenciar las reuniones por videoconferencia o la incorporación de elementos de separación entre personas son algunas de las medidas que se pueden aplicar para organizar los equipos de trabajo”, apunta Cebrián.
En la fase de evaluación del riesgo la guía remarca la importancia de la elaboración de un plan de contingencia o protocolo de seguridad y salud por parte de las organizaciones. Desde Umivale ya publicamos una guía con recomendaciones generales y directrices para que cada empresa elabore su propio protocolo con medidas más específicas.
Planificar la actividad preventiva y establecer medidas de control
La siguiente fase contempla la redacción de un documento donde se identifican y planifican las actuaciones preventivas a adoptar en base a la evaluación de riesgos realizada. “La planificación debe señalar además un orden de prioridades en función de la magnitud de los riesgos identificados y del número de trabajadores expuestos”, ha remarcado el responsable de Umivale.
Para ello el código recoge, además de las medidas que ya se han indicado en la primera fase, otros ejemplos de acciones preventivas que pueden adoptarse y que podrían incluirse en las planificaciones preventivas como: medidas relacionadas con zonas comunes para evitar entrar en contacto con superficies y objetos contaminados y reducir contacto directo entre personas, recomendaciones de higiene personal y garantizar la formación e información del personal a través de cartelería y señalización entre otros.
La guía también enumera una serie de medidas que se pueden adoptar relativas a la movilidad, recomendaciones específicas para establecimientos abiertos al público o para la interacción de trabajadores o trabajadoras con otras empresas (proveedores, subcontratistas, trabajadores autónomos…) así como indicaciones a adoptar a nivel individual.
Por último, dentro de las medidas de control, el código apunta a la importancia de revisar periódicamente el plan de contingencia sobre todo en el caso de que se incorporen nuevas actividades. “Se deberán numerar y fechar las revisiones del plan de manera que no exista confusión con documentos anteriores. Esta revisión debe analizar las medidas adoptadas y, en su caso, las que resultaron ineficaces para identificar y proponer nuevas medidas, iniciando así un ciclo de mejora continua”, añade Cebrián.