En un entorno laboral cada vez más digital y marcado por la inmediatez, muchas compañías españolas se enfrentan a un desafío inesperado: los jóvenes profesionales llegan con talento y motivación, pero con escasa práctica en comunicación cara a cara. Los mensajes instantáneos, correos breves y emoticonos han sustituido a las conversaciones completas, generando malentendidos, tensiones y conflictos que ralentizan el trabajo diario.
Según David Comí, director y formador de Incrementis, el 60% de los programas de formación corporativa en habilidades ya sitúan la comunicación asertiva como una competencia clave para transmitir mensajes claros, directos y respetuosos, incluso en situaciones difíciles.
La brecha comunicativa que preocupa a RR.HH.
Los responsables de recursos humanos detectan que muchos jóvenes no entrenan la comunicación presencial, lo que dificulta:
- Construir frases bien articuladas.
- Usar un vocabulario variado.
- Expresar con precisión lo que necesitan.
El exceso de inmediatez y el uso de emoticonos o “likes” generan lo que los expertos llaman una “piel muy fina”: tanto emisor como receptor pueden sentirse ofendidos en cuestión de minutos.
“Cada vez más conflictos internos surgen por la falta de entrenamiento en conversaciones cara a cara y por la dependencia de mensajes instantáneos y abreviados en aplicaciones tecnológicas. La comunicación asertiva permite prevenir tensiones y mejora la colaboración dentro de los equipos profesionales”, explica Comí.
Comunicación asertiva como herramienta estratégica
La comunicación asertiva se basa en expresarse con claridad y firmeza, pero siempre con respeto y serenidad. Las formaciones corporativas enseñan a aplicarla en situaciones críticas como:
- Negociación de plazos y acuerdos de entrega.
- Redacción de correos claros y precisos.
- Explicación de cambios y comunicación de decisiones.
- Gestión de conflictos internos.
- Atención a clientes en momentos de tensión.
- Interacción con personas que buscan manipular.
Tácticas esenciales de comunicación asertiva
- Describir hechos concretos: centrarse en lo ocurrido, sin exagerar.
Ejemplo: “Acordamos quedar a primera hora para hablar con el cliente. Estoy esperando en la sala de reuniones”. - Manifestar sentimientos y pensamientos claros: explicar cómo nos afecta la situación.
Ejemplo: “Con las conductas que he detallado, valoro que se falta el respeto y no lo considero adecuado en un entorno profesional”. - Pedir de forma precisa lo que necesitamos: ser específico y concreto.
Ejemplo: “Necesito que me envíes la previsión de ventas antes de las 17 horas, así puedo revisarlo para la reunión de mañana con el departamento comercial”. - Pregunta asertiva: solicitar información clara para evitar malentendidos.
Ejemplo: “No todo debe estar mal. ¿Me puedes indicar qué gráficos exactamente son los correctos y cuáles consideras que se debe revisar?”
Asertividad frente a otros estilos de comunicación
- Pasivo o sumiso: evita conflictos y no defiende opiniones, generando relaciones poco constructivas.
- Agresivo: impone ideas con hostilidad, logrando resultados a corto plazo, pero dañando la confianza.
- Manipulador: recurre a artimañas para beneficio propio, dificultando la cooperación genuina.
En contraste, el comportamiento asertivo permite expresar puntos de vista y necesidades de forma clara y respetuosa, fomentando la colaboración, fortaleciendo equipos y desarrollando un liderazgo fiable.
Profesionales más preparados, equipos más eficaces
La formación en comunicación asertiva mejora la cohesión, la productividad y el clima laboral. Permite transmitir mensajes sin ambigüedades y gestionar situaciones difíciles con madurez.
En un mundo laboral híbrido y digital, la comunicación asertiva deja de ser opcional y se convierte en una competencia estratégica imprescindible. Los profesionales que la dominan lideran, negocian y colaboran con eficacia, convirtiéndose en activos clave para el crecimiento y éxito sostenido de cualquier organización.
