Y tú, ¿cómo vendes?
Tener un discurso y carecer de una estrategia dirigida a un nicho de mercado específico para optimizar su uso nos convierte en invisibles.

Maite Sáenz27 septiembre 20174min
Tener un discurso y carecer de una estrategia dirigida a un nicho de mercado específico para optimizar su uso nos convierte en invisibles.
Tener un discurso y carecer de una estrategia dirigida a un nicho de mercado específico para optimizar su uso nos convierte en invisibles.

¿Qué tienen en común Steve Jobs, Coca-Cola y Netflix? Son nombres/marcas con los que todos estamos familiarizados pero, ¿por qué? Está claro que, mediante el trabajo de determinadas herramientas y estrategias, han sido capaces de destacar sobre sus competidores y conseguir un privilegiado posicionamiento de mercado.

En un entorno empresarial marcado por un elevado grado de competencia, cada detalle es clave en la toma de decisiones. De ahí que el dominio de conceptos como networking, marca personal, aportación de valor personal o diferenciación se conviertan en las variables que pueden hacer que la balanza se incline. De cada uno de nosotros dependerá hacia qué lado.

Para poder dominarlos, algo tan básico –y tan dejado de lado- como el autoconocimiento es el pilar fundamental. Conocernos a nosotros mismos, hacer balance de toda nuestra trayectoria profesional, de cómo hemos evolucionado y determinar qué valores diferenciales podemos aportar a nuestro mercado objetivo, nos ayudan a dar respuesta a cuestiones fundamentales como ¿quién soy? o ¿qué puedo aportar al mercado?

Tras este ejercicio de reflexión, llega la “fase de prueba”. Se trata de testar la efectividad del discurso creado con el fin de recibir un feedback que permita afinarlo. Empieza a verbalizar y a elegir a quién contarte, porque tu mercado objetivo no es abstracto: quizás puedas alcanzarlo a través de amigo o de un conocido, lo importante es que conozca las “etiquetas” que te definen, que te hacen único y que te pueden convertir en el candidato perfecto para el puesto tipo que quieres alcanzar.

No hay que perder de vista que la reiteración ayuda a sentirnos cómodos con el discurso y a enriquecerlo progresivamente y, sobre todo, puede servirnos como soporte para concretar quiénes somos en función de las necesidades del mercado. No es tema baladí el que para que nuestro discurso aumente exponencialmente su efectividad debería de transmitir qué problemas somos capaces de solucionar a una empresa o qué necesidades vamos a cubrir.
¿Ya tienes claro tu discurso? Ahora hay que “venderlo”. “Vendernos” a nosotros mismos en el contexto empresarial (sea para una conseguir una posición vacante, un ascenso, un cambio sectorial o un cliente) no es fácil. Como muestra el “Primer Estudio sobre usos y hábitos del networking” elaborado por Reskilling, más del 80% de los entrevistados consideran que pueden mejorar marca personal mientras que casi el 90% manifiestan que pueden mejorar en sus acciones de networking.

Tener un discurso y carecer de una estrategia dirigida a un nicho de mercado específico para optimizar su uso nos convierte, de nuevo, en invisibles. De ahí que la Aportación de Valor Personal vaya más allá del discurso. El mensaje tiene que estar adaptado al interlocutor y dar respuesta a la pregunta ¿qué beneficios obtengo al elegirte en lugar de elegir a otra persona? ¿Serías capaz de responder?

Por Estefanía Sanz, Consultora de Reskilling (Grupo BLC).


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