La tiranía del triángulo de los bikinis

Maite Sáenz7 junio 20215min

El algoritmo de Netflix sí que me entiende. Ojalá comience a diseñar bikinis. La libertad de elección para las mujeres muchas veces se encuentra reducida a un minúsculo triángulo del que se debe salir, reaccionar y, sobre todo, espabilar.

 

Este fin de semana fui a comprarme un bikini y, como todos los años, la decepción fue enorme. Y no dejes de leerlo si eres del género contrario al que escribo, porque seguramente serás el diseñador u observador de esas formas imposibles para la mayoría de las mujeres. La tiranía del triángulo del bikini forma parte del porqué las mujeres no estamos en los puestos de dirección y también de la falta de ambición tan necesaria para que los negocios crezcan de forma exponencial y sostenible. El triángulo es la pieza maestra de las matemáticas y, según el teorema de Pitágoras, una de las claves que, como la mayoría de los triángulos de los bikinis actuales, no caben en la mayoría de chicas que no son STEM. Y son muchas -y muchos- y cada vez más, y eso que son las carreras con más salidas. Este fin de semana estuve en una superficie con más de 500 metros dedicados a bikinis, formas pequeñas y no personalizadas en las que se pretende que quepa el cuerpo, dolorido por el invierno y por la fatiga pandémica, de una mujer. Y no es una cuestión de género, que también, sino de estereotipos. Retaba yo a una parte del talento a ponerse un triángulo pequeño para nadar en un mar profundo e incierto. No es práctico, es como las faldas de las niñas, que les impide jugar a los deportes de los que luego tienen madera de líder. Se entrena mejor con pantalones. Así es muy difícil alcanzar el cielo de la diversidad.

Me cabrea enormemente no encontrar un bikini de mi tamaño, y no sólo por ser una casi 50 plus, sino por la falta de interés de las marcas en personalizar, en anticiparse y en innovar. Año tras año veo lo mismo, o tamaños faja o triángulos imposibles incluso para las que son centennials. Y esa tiranía de los triángulos de los bikinis es la que provoca que no crezcan los negocios y que se digan haciendo las cosas de la misma manera. ¡Como si no tuvieran mis medidas! El algoritmo de Netflix sí que me entiende. Ojalá comience a diseñar bikinis. La libertad de elección para las mujeres muchas veces se encuentra reducida a un minúsculo triángulo del que se debe salir, reaccionar y, sobre todo, espabilar.

Bikini es el nombre de un atolón en la Polinesia que en plena guerra fría, en 1946, sufrió el impacto de las pruebas nucleares con bombas de hidrógeno y se quedó desnudo. Así me imagino la situación de muchas mujeres frente a esta prenda veraniega. Un espacio de vulnerabilidad que impide muchas veces correr, saltar, moverse con libertad…; el horizonte del verdadero talento. No reivindico los pantalones sino el ser consciente de los pequeños detalles que hacen esconder el verdadero talento detrás de un triángulo de un bikini que impide conquistar el mundo. Porque, en definitiva, el tamaño del triángulo de los bikinis es como las organizaciones: no nos tenemos que adaptar a sus normas, sino forzar a que tengan el tamaño que cada persona necesita, en cada momento de su carrera profesional y de su momento vital. Más allá de por qué no cabemos en los triángulos de los bikinis, pregúntate antes para qué quieres entrar.

Pilar Llácer, Director Work of the Future Center en EAE Business School y autora del libro “Te van a despedir y lo sabes” (Editorial Almuzara).


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