1. Mantener la calma y transmitirla. Los adultos son el espejo que refleja a los niños. Si la convivencia se enfoca desde la tranquilidad, ellos también lo vivirán y transmitirán así.
2. Asumir la convivencia cuanto antes y ser proactivos. Así estas circunstancias empezarán a jugar a favor de los padres, viéndolas como una oportunidad y tomando el control.
3. Aprovechar para estrechar lazos y conocerse mejor. Si la situación tiene un enfoque positivo se vivirá mejor y será una experiencia enriquecedora para todos.
4. Fomentar la creatividad, no solo en los niños y adolescentes, sino también en los adultos, a través de actividades. Hay tiempo para pasar con los demás y debe aprovecharse.
5. Compartir tareas y responsabilidades de la casa. Ajustando cada tarea a cada edad y habilidad a través de un calendario. Así, todos se sienten partícipes.
6. Limitar las actividades de entretenimiento pasivo (TV, Internet, videojuegos) y, en medida de lo posible, disfrutarlas juntos en los momentos de tiempo libre compartido.
7. Recuperar formas clásicas de diversión. Los juegos de mesa son una forma de fomentar las relaciones entre los miembros de la familia, además de tener entretenidos a los niños.
8. Fomentar el diálogo entre los miembros de la familia. Resulta clave escuchar y entender cómo puede mejorar esta convivencia. Es cuestión de aprender y poco a poco moldear y cambiar hasta conseguir el ambiente perfecto.
9. Hacer sentir especiales a los que nos rodean. Son las personas más importantes de nuestras vidas y es el momento de hacérselo saber a través de pequeños detalles.
10. Disfrutar de este tiempo en familia porque es un auténtico regalo. Merece la pena dedicarles estas horas que, de normal, es complicado conseguir porque no están juntos en casa. Ahora este tiempo existe y las familias deben disfrutarlo.