La era de medir productividad ha pasado; estamos en la era del talento, de las personas como piedra angular del cambio. Hablamos mucho de tendencias en los espacios de oficinas y términos como hotelling, hot desking, knowmads inundan nuestro vocabulario reforzando la idea de que la oficina eres tú, está donde tú estás y ya no es un espacio asignado y fijo donde trabajar. Los dispositivos móviles han sido -en gran parte- responsables de esta pérdida del sentimiento de propiedad de un espacio fijo asignado. Y muchas organizaciones incorporan a su nueva sede todas estas nuevas tendencias sin realizar la primera fase del proceso: cambiar el observador.
El cambio de observador es una de las herramientas de coaching ontológico más potentes y que ya estamos incorporando a la hora de diseñar espacios de trabajo. El observador que cada uno de nosotros somos cuando abordamos un nuevo objetivo de cambio puede suponer una resistencia o un nuevo aprendizaje transformacional.
“No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos”
Por eso, todo proceso de transformación del espacio de trabajo debe tener en cuenta 3 pilares base: personas, procesos y espacio. Si estos 3 pilares no están alineados es complejo realizar un cambio en las formas de trabajo por muy tendencia que sean:
– Las personas, porque como eje principal tienen su propio observador, sus propias creencias y juicios limitantes en relación al cambio de formas de trabajo. Cuántas veces hemos escuchado esas creencias de estatus asociado a tener despacho, o el juicio de “contar conmigo” asociado a tener un puesto asignado en la oficina. Las personas son uno de los principales obstáculos de cambio y de incorporación de nuevas distinciones.
– Los procesos, porque la digitalización de las empresas es uno de los retos de los próximos años. Sólo el 12% de las empresas de España están digitalizadas. Este proceso permite optimizar flujos, toma de decisiones y manejo de información hacia un objetivo para anticiparse y entender dónde están las oportunidades de negocio. La digitalización genera nuevos flujos de comunicación entre equipos que, indudablemente, crean nuevos modelos de ocupación.
– Y el tercer pilar, el espacio de trabajo, que debe estar alineado a ese nuevo observador que son las personas, tras un proceso de análisis de creencias e incorporación de otras nuevas, y el cambio de procesos y modelos de trabajo. El espacio debe dar respuestas, ser una herramienta facilitadora que contribuya con éxito a la mejora del clima, refuerce el sentimiento de pertenencia y ancle cultura y valores (como los anclajes de PNL) a la par de mejorar las funciones on y off: colaborar crear, concentrarse, relajarse, desconectar…
Podemos quedarnos en un mero aprendizaje de primer nivel o realmente ser capaces de pasar a un aprendizaje transformacional; irnos a un cambio de observador que nos permita disfrutar del nuevo espacio y diseñar primando personas, clima y bienestar, anclando a través del diseño y del modelo de ocupación, valores de empresa y orgullo de pertenencia.
Covadonga G. Quintana, socia de plug&go y arquitectura corporativa.