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reducida. La típica frase de “aquí no se te paga por pensar sino por trabajar” encaja perfectamente en esta filosofía. Para conseguir más flexibilidad a la hora de actuar, surge sobre la década de los 60 la Dirección por Objetivos (DxO) derivado del trabajo de Peter Drucker en “The practice of management”. En dicha obra elaboraba una lista de prioridades para el manager del futuro, en la que la DxO se situaba como la más importante. Trabajar centrado en las instrucciones puede no hacerte ver hacia dónde quieres llegar. El objetivo te deja libertad para conseguirlo de la manera que creas oportuna, normalmente buscando la eficiencia. Este tipo de dirección organizativa funciona cuando el entorno es cambiante, la necesidad de autonomía y responsabilidad crece a la vez que la complejidad de la situación. La frase aquí sería la de “búscate la vida pero en 3 meses quiero eso funcionando”. Este es el modo predominante en la actualidad entre los directivos de las empresas de todo el mundo. Estamos muy acostumbrados a fijarlos, evaluarlos, retribuirlos y modificarlos. Las políticas de retribución se basan mayoritariamente en este mecanismo segmentándolos de múltiples maneras (individuales, grupales, organizacionales) y ponderándolos de acuerdo con lo que se quiere potenciar a través de los objetivos estratégicos de la compañía (esto, cuando se hace bien). Términos tan utilizados como el Balanced Scorecard (Cuadro de Mando Integral), el Benchmarking (evaluación comparativa) o los KPI (Indicadores clave de desempeño), se han desarrollado a partir de la DxO. Resulta que este mundo sigue evolucionando e incrementando el cambio por todas partes y se necesita algo más. Algo más que permita gestionar un sistema dinámico y complejo como una organización en un entorno de este estilo. Y parece ser que los valores son los responsables del comportamiento de las personas, las organizaciones y la sociedad. De ahí la emergencia de la Dirección por Valores (DxV). Este término aplicado a la dirección de empresas fue acuñado en España, en 1997, por los profesores Salvador García y Simon Dolan en el libro “La Dirección por Valores”, el mismo año en que apareció la obra novelada de sus colegas norteamericanos Ken Blanchard y Michael O’Connor, “Managing by Values”. Un lustro antes, Tom Peters y Robert Waterman ya habían identificado en su libro “The search of excellence” que una de las características comunes en empresas excelentes era la de ser dirigidas mediante valores. Los valores, al final, dirigen los comportamientos de las personas y cuando estas se agrupan, de las organizaciones. Están muy ligados a esas preguntas estratégicas de las 49


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