El conocido como techo de cristal continúa siendo una barrera invisible pero muy real para las profesionales del s.XXI. La reducción por cuidado de los hijos, la reincorporación al trabajo tras la maternidad o la necesidad de horarios flexibles para compatibilizar con el cuidado de familiares dependientes, junto con políticas gubernamentales que no fomentan la flexibilidad, se traducen en una falta de diversidad en las compañías que tiene un impacto económico real, debido a la pérdida de talento femenino.